En la lista de personalidades más importantes del último milenio elaborada por la revista Life, el almirante chino Zheng He ocupaba nada menos que la decimocuarta posición, aunque sólo recientemente su biografía ha comenzado a ser estudiada a fondo en Occidente. Y es que los grandes viajes que realizó este navegante le sitúan entre los más importantes exploradores de la Historia. Se trataba de un personaje bien conocido por sus contemporáneos chinos, que ensalzaron sus expediciones hasta el punto de que éstas alcanzaron proporciones legendarias.
Zheng He, cuyo nombre era en realidad Ma Sambao, era de origen musulmán y descendía de una familia de gobernadores de la provincia de Yunnan, en lo que hoy es Uzbequistán. Cuando el ejército Ming conquistó la región, fue tomado prisionero y castrado. Así, convertido en eunuco, fue llevado ante el emperador, que le puso el nombre de Zheng He. Tras estudiar en el Colegio Imperial, Sambao demostró poseer una impresionante capacidad de organización que le hizo ganarse la confianza del emperador Yongle, el tercero de la dinastía Ming. El emperador no sólo había ordenado la construcción de la Ciudad Prohibida, sino también de una gran flota de dos centenares de barcos con la que desarrollar nuevas vías comerciales, dado el bloqueo con que Tamerlán sometía a China por tierra. La flota del tesoro (así se la conocía) estaba compuesta por 300 embarcaciones de siete tipos diferentes de 50 a 135 metros de eslora: patrulleras, buques de transporte de tropas, buques tanque para el transporte de agua, cargueros, buques de transporte de caballos y los barcos del tesoro, impresionantes naves de 135 metros de eslora por 55 de manga. Zheng-He recibió el mando y protagonizó nada menos que siete expediciones entre 1405 y 1430, realizando una gran labor cartográfica, comercial y diplomática. Desde su puesto, Zheng He consiguió incluso que se potenciase el desarrollo tecnológico naval. Sin embargo, tras la muerte del emperador, los eunucos fueron privados de parte de su influencia.
Entre 1405 y 1430 aproximadamente, Zheng He comandó no menos de siete expediciones a lo que los chinos denominaban “Océano Occidental” y que, en realidad, se refería a diversas regiones de Asia y África.La flota del almirante, según las fuentes chinas, estaba compuesta por unos 300 barcos y 30.000 hombres. Entre sus barcos se encontraban las descomunales naves del tesoro, utilizadas por los comandantes de la flota, que medían unos 135 metros de largo y 55 de ancho; estas inmensas naves triplicaban el tamaño de las naos europeas contemporáneas, convirtiéndolas en las más grandes naves de madera jamás construidas.Aunque muchos historiadores creen que las dimensiones reales de estos buques se han exagerado,debían resultar impresionantes con sus 9 mástiles.No queda resto alguno de estos barcos, así que las descripciones de los propios constructores y los testimonios de viajeros como Marco Polo o Ibn Battuta son única información de que disponemos conocer las dimensiones y características de los mismos. Podían llegar a contar con hasta cuatro cubiertas, y sobre ellas hasta nueve mástiles que sujetaban doce velas cuadradas. Eran capaces de acomodar hasta a 500 personas, así como una gran cantidad de carga en sus bodegas. A bordo viajaban navegantes, exploradores, marineros, doctores, trabajadores y soldados, y en el viaje de vuelta, emisarios de diferentes lugares, tributos o diferentes animales para el emperador.
En el verano de 1405 Zheng He partió en el primero de sus viajes con una flota a su mando de 300 barcos, entre los cuales se encontraban 62 barcos del tesoro. En los dos años de expedición, Zhen He visitó el sur de Vietnam, lo que hoy es Tailandia, la isla de Java, el sur de la India y la isla de Sri Lanka, retornando a China en el año 1407. Con motivo de devolver a sus hogares a los embajadores extranjeros recogidos durante el primer viaje, inicia un segundo viaje con una flota mucho más pequeña, unos 70 barcos. De vuelta en China en 1409, Zheng He partió en su tercer viaje, cada vez con menos barcos, 50 en esta ocasión, pero llegando cada vez más lejos, hasta el Golfo Pérsico, retornando a China en 1411. A partir del cuarto viaje explorará Arabia y África. En 1413 Zheng He partía de nuevo con unos 63 barcos alcanzando el golfo de Adén y el mar Rojo. Su quinto viaje (1417-1419) lo llevó por la costa este de África hasta Somalia y de nuevo su sexto viaje (1421-1422) sirvió para devolver a sus lugares de origen a los diferentes embajadores llevados a China durante los años anteriores. La muerte del emperador Yongle en 1424 llevó al trono al emperador Hongxi, que canceló temporalmente las expediciones de Zheng He hasta 1431 cuando el almirante, ahora con el hijo de Hongxi, Xuande, en el trono, comenzó su séptimo y último viaje. Durante este viaje Zheng He falleció a los 62 años de edad cerca de Calcuta en la primavera de 1433. Aunque existe una tumba con su nombre en China, sus restos fueron lanzados al mar.
Así pues, entre los lugares que visitó se encuentran casi todo el sudeste asiático, Persia, la India, el Golfo Pérsico, el Mar Rojo y Darwin, al norte de Australia. En sus expediciones alcanzó los puertos de lo que hoy son Sumatra, Sri Lanka, India, Vietnam, Singapur, Filipinas, Maldivas, Irán, Arabia, Somalia, Mozambique y Sudáfrica. Se especula, incluso, con que pudo viajar más allá del Cabo de Buena Esperanza. Así parece desprenderse de un mapa realizado en 1457 por el monje y cartógrafo Fra Mauro, que señala que hacia 1420 unas embarcaciones procedentes de la India (un término que a menudo se usaba en Europa para referirse al Oriente en general) se internaron más de 3.000 kilómetros en el Océano Atlántico. Gavin Menzies, teniente comandante retirado de la Royal Navy va incluso más lejos en su libro 1421, en el que sugiere que Zheng He llegó a circunnavegar el planeta y que descubrió América décadas antes de que Colón y Magallanes realizaran sus viajes. Gavin plantea la hipótesis de que Zheng He no solo navegó por la costa este africana, si no que los buques del almirante remontaron la costa occidental del continente africano hasta las islas Canarias, y de allí hasta América, para después visitar Australia, Nueva Zelanda, la Antártida, circunnavegando el globo hasta retornar a su hogar. Aunque los barcos del Zheng He estaban preparados para la navegación costera, no esta claro que pudieran soportar una navegación oceánica de ese tipo, aunque no es imposible. No obstante parece poco probable que de ser así los escritos chinos que han llegado hasta nuestros días y que recogen los viajes de Zheng He no reflejen estas rutas tal y como reflejan las de los demás viajes. Esta hipótesis ha sido poco tenida en cuenta por la mayoría de los historiadores. Sí se han conservado algunos escritos firmados por el propio Zheng He en los que asegura que “hemos viajado más de 50.000 kilómetros por inmensos espacios de agua y nos hemos enfrentado a olas altas como montañas, y hemos llegado a avistar bárbaras regiones muy alejadas mientras nuestras velas continuaban su viaje tan rápidamente como una estrella”.
Al contrario de los viajes que realizaron los europeos pocos años después, estas expediciones nunca tuvieron un espíritu conquistador ni expansionista. Sus intenciones siempre fueron la exploración, el comercio y al mismo tiempo,hacer una demostración del poder chino a sus vecinos. Además de la gran labor cartográfica, los viajes desarrollaron el intercambio cultural, tecnológico y comercial aumentando el tráfico marítimo y el crecimiento económico de la región, permitiendo la financiación de grandes obras arquitectónicas en China, entre ellas la Ciudad Prohibida de Pekín. Zheng He llevó a sus vecinos todo tipo de productos y artesanía china, tales como vino, especias, té, pasta, bordados, seda, gasas, ovillos de hilo, lana, porcelana, pinturas, caligrafías o jade. Y trajo a China nuevos materiales para la construcción, nuevos combustibles, maderas preciosas, joyas o especias, y hasta dos jirafas y un par de cebras que causaron conmoción en la corte.
El fin de los viajes de Zheng He y la presión mongola apartaron la atención de China del mar, por lo que se paralizaron todas las exploraciones navales. La muerte de Xuande dio lugar a una época de aislacionismo y oscurantismo en el imperio Chino donde los nuevos gobernantes prohibieron la construcción de barcos de más de dos palos, y para evitar problemas futuros, ordenaron eliminar los registros de los viajes de Zheng He. La amenaza mongola en el norte obligaba a dirigir todos los recursos del imperio al ejército. Las naves de la flota del tesoro fueron abandonadas, incendiadas, destruidas o convertidas en barcos de pesca. Toda la tecnología y potencia naval china fue perdida.
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