Polonia ha pasado a la historia de la Segunda Guerra Mundial como la primera víctima del expansionismo militar nazi. Sin embargo, la imagen idílica de un pacífico país invadido primero por alemanes y soviéticos debe ser matizada y mucho, porque no corresponde en absoluto con la realidad.
Józef Klemens Piłsudski de Kościesza fue el primer jefe de Estado (1918-1922), primer mariscal (desde 1920) y dictador (1926-1935) de la Segunda República Polaca. Desde la Primera Guerra Mundial tuvo una gran influencia en la sociedad de su país, siendo considerado el principal responsable de la independencia polaca en 1918 tras más de un siglo de particiones. En mayo de 1926, tras meses de preparación por sus partidarios y con el apoyo de algunas unidades militares fieles a su persona,da un golpe de Estado. El golpe marca el final del gobierno democrático parlamentario en Polonia que es sustituido paulatinamente por diferentes dictaduras y Pilsudski se dedica a dirigir el gobierno de Polonia como un dictador carismático, sustentado en su popularidad entre las masas. Para ello introduce el denominado régimen Sanacja (o «sanación», en polaco), en el que sus seguidores forman un frente «por encima de los partidos políticos» mientras los gobiernos quedan sujetos a la aprobación de Pilsudski, convertido en dictador de facto de Polonia, apoyado por los líderes militares (el «grupo de los coroneles») y por el movimiento Sanacja: un partido político que evitaba conducirse como tal.
Tras el agravamiento de la Gran Depresión en 1930 surge con fuerza una oposición política que exige a Pilsudski dejar el poder. En respuesta arresta a decenas de parlamentarios opositores a su régimen y los encarcela en la ciudad de Brest,manteniendo su régimen sobre la base de su carisma entre las clases obreras. No obstante, elabora una nueva constitución que le permita legalizar su régimen Sanacja y perpetuarlo en el poder. Pero su régimen pierde rápidamente prestigio y apoyo: al terror policial utilizado para ganar las elecciones de noviembre de 1930 se une la brutal represión militar del nacionalismo ucraniano también a finales de ese año. Tanto los intelectuales como los partidos de izquierda y las minorías se alejan ya definitivamente de Pilsudski, a quien hasta ahora habían apoyado y sustentado. La Constitución de abril de 1935, fruto del deseo de sus partidarios de asegurar a toda costa el régimen, será elaborada por la camarilla de Pilsudski expresamente para que sea este líder quien se sirva de ella. No obstante tal esfuerzo resulta vano ya que el 12 de mayo de 1935 Pilsudski muere y el régimen Sanacja queda en manos de los coroneles hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Piłsudski, era partidario de una alianza con Alemania y de la creación de Estados intermedios independientes (Bielorrusia, Ucrania) entre Rusia y Polonia. Así, el gobierno polaco llevaba décadas intentando materializar lo que el gobierno dictatorial del general Józef Piłsudski llamaba «Międzymorze» (de między, «entre»; y morze, «mar»; es decir: ‘entre mares’), una unión de países de Europa central y oriental ( Bielorrusia, Lituania, Polonia y Ucrania); por supuesto, bajo la dirección polaca. El objetivo estratégico de Józef Piłsudski era resucitar una forma moderna de la antigua República de las Dos naciones, convertiendose en una gran potencia continental y de paso, debilitar a sus vecinos rusos fomentando la desintegración de la Unión Soviética, por sus componentes étnicos.El sueño de Piłsudski se encontró con la oposición de prácticamente todas las partes interesadas y por supuesto,los soviéticos utilizaron su influencia para contrarrestarlo.
En el otoño de 1918, en plena descomposición de los Imperios ruso y austro-húngaro, checos y polacos estaban en guerra por un contencioso fronterizo y étnico por la llamada Silesia de Teschen (Tesin/Cieszyn). Los polacos tenían que combatir en dos frentes, ya que también estaban en guerra en Ucrania, por lo que tras algunos choques bélicos menores y una promesa de referéndum que nunca se hizo efectiva, Polonia y Checoslovaquia acordaron someterse a un arbitraje que se llevó a cabo en la Conferencia de Paz de París de 1919 y en la de Spa (Bélgica) en julio de 1920. El resultado fue que los checos recibían la parte oeste de los territorios en disputa con los polacos, mientras que los polacos se quedaban con la este. Varsovia no quedó satisfecha y recurrió al tribunal internacional de justicia de la Sociedad de Naciones, que el 12 de marzo de 1924 hizo unos ajustes en el reparto y estableció las que habían de ser fronteras definitivas. Aunque de 1920 a 1938 la situación de la minoría polaca fue de relativa tranquilidad, especialmente si la comparamos con las minorías alemana, magiar o rutena, en continua reivindicación de derechos y autonomía, de algún modo, estas corrientes influyeron en la minoría polaca, que comenzó a reclamar autonomía.
El 17 de marzo de 1938 Polonia lanzó un ultimátum al Gobierno lituano, que se había negado rotundamente a mantener relaciones diplomáticas desde 1920, como forma de protesta ante la anexión de la región de Vilna por parte de Polonia. Alentada por el reconocimiento internacional de la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi, decidió enviar este ultimátum a Lituania en el que exigía al Gobierno lituano que aceptara incondicionalmente el establecimiento de relaciones diplomáticas con Varsovia en un plazo de 48 horas, y que el proceso concluyera antes del 31 de marzo. Esto supondría, de facto, la renuncia de Lituania a su capital histórica, Vilna (conocida en polaco como Wilno), que venía reivindicando desde tiempo atrás.Lituania aceptó el ultimátum el 19 de marzo y aunque se establecieron relaciones diplomáticas como consecuencia de esto, Lituania nunca aceptó reconocer de iure la pérdida de Vilna.
Polonia desplegó una estrategia similar contra Checoslovaquia, en Praga, el 30 de septiembre de 1938, cuando aprovechó la crisis de los Sudetes para reclamar una porción de Zaolzie. En ambas ocasiones, usó las crisis internacionales para abordar oportunistamente, disputas fronterizas que databan de tiempo atrás. Como es sabido,en 1938 Hitler comenzó a presionar con el objetivo de anexionarse los Sudetes alemanes, una parte de Checoslovaquia de población mayoritariamente germana. Los checos movilizaron su ejército para la defensa de sus territorios. Pero el gobierno Polaco no estaba dispuesto a renunciar a «su parte del pastel», que tanto ambicionaba. El 27 de septiembre, se anexionaba ochocientos kilómetros cuadrados y el cuarto de millón de habitantes del distrito silesio de Tesin, después de que las tropas polacas enviasen un ultimátum a Praga exigiendo la entrega y la evacuación de sus hombres. Alemania no puso ninguna objeción y dos días después firmaba con Francia, Gran Bretaña e Italia el Acuerdo de Múnich, por el que se le entregaban los Sudetes a cambio respetar la independencia del resto de Checoslovaquia que debería negociar con Polonia y Hungría las reivindicaciones de éstas naciones. Tras la invasión alemana de los Sudetes, Polonia tuvo el camino libre para tomarse la revancha frente a los checos de lo sucedido en 1919-1920 y no perdió la oportunidad. El 1 de noviembre de 1938 los polacos se anexionaban Zaolzie y los alrededores de Lesnica y Skalité, mientras que los húngaros, se anexionaban la región de Rutenia Transcarpática, que consideraban les había sido arrebatada por el Tratado de Trianon de 1920.
La Unión Soviética devolvió Vilna a Lituania tras la invasión de la parte oriental de Polonia perpetrada en septiembre de 1939. Ni Lituania ni Polonia conocían por aquel entonces las cláusulas secretas del Pacto Ribbentrop-Mólotov, firmado en agosto de ese mismo año, en el que alemanes y soviéticos habían acordado dividir la región en esferas de influencia. En junio de 1940, la Unión Soviética ocupó y posteriormente se anexó Lituania por lo expuesto en el mencionado pacto. La anexión y la fácil victoria sobre Checoslovaquia fue disfrutada durante menos de un año por los polacos,ya que en septiembre de 1939 la Wehrmacht atacaba las fronteras de Polonia, ocupando de este modo el territorio de Teschen, dando comienzo como es sabido a la II Guerra Mundial. Durante los años siguientes los polacos sufrirían la política nazi de discriminación racial mucho más que los checos, al estar situados más bajo en el escalafón racial ideado por Hitler.
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