13 de Marzo de 1741. Poco a poco, en el horizonte, frente a Cartagena de Indias, van apareciendo uno tras otro varios buques: la avanzada de la escuadra del almirante británico Vernon. Poco a poco van llegando mas y mas barcos, uno tras otro hasta formar un bosque de palos y velas que ocultará progresivamente el horizonte ante los asombrados ojos de los cartageneros. Una impresionante fuerza naval se va reuniendo amenazadora frente a ellos. La flota inglesa había partido de Portmouth a finales de Octubre y estaba compuesta por 195 navíos, 32 de ellos buques de guerra; los barcos de carga transportaban 8.000 soldados (6.000 de infantería de marina y dos regimientos de infantería de linea con 1.000 hombres cada uno).Tan convencidos estaban del éxito de este asalto los británicos que incluso llegaron a acuñarse monedas conmemorativas de la rendición de la plaza, donde aparecían las autoridades españolas entregándoles las llaves de la ciudad. No esta de más resaltar que esta flota (195 barcos con casi 30.000 hombres) no era de asalto, sino de ocupación y su propósito era una vez ocupada Cartagena, apoderarse de toda la América del Sur Española. Casi nada.
«La Victoria en Cartagena de Indias» obra de Augusto Ferrer-Dalmau
Y es que la flota del Almirante Vernon fue la más grande flota de guerra de todo el periodo colonial inglés; para que podamos apreciar la dimensión de la amenaza a la que se enfrentaban los atónitos defensores españoles, no se vería otra fuerza de asalto igual o superior a esta hasta el desembarco de Normandía ( 6 de junio de 1944), más de 200 años después. El desembarco español en Alhucemas de septiembre de 1925 (Guerra del Rif), que las fuerzas aliadas estudiaron para planificar su día D, empleó 13.000 soldados, 10 buques de guerra y 94 barcos menores de apoyo y transporte.
Monedas conmemorativas de la toma de Cartagena de Indias por los Ingleses
Asentada sobre una isla la ciudad estaba rodeada de canales y ciénagas, aguas poco profundas; el frente costero tenía poca profundidad y es una defensa natural al estar repleto de arrecifes y rocas, además de ser una zona de fuerte oleaje, lo que hace impracticable un asalto frontal y al mismo tiempo impide a los atacantes acercarse mucho. Combinando todas estas barreras y obstáculos naturales con construcciones defensivas adecuadas como murallas y fortines, la ciudad podía ser una plaza con excelentes posibilidades defensivas. Así pues, un ataque directo sobre la ciudad desde el mar sería imposible incluso si se efectuaba un desembarco porque los botes serían presa fácil desde los baluartes de la ciudad. El punto débil era la existencia de playas cercanas a ambos lados de la ciudad, las de Bocagrande y La Boquilla. Especialmente La Boquilla, a unos 13 kilómetros hacia el noreste de la ciudad, donde podrían efectuarse desembarcos, lo cual indicaba la necesidad de amurallar la ciudad ya que rodear la ciudad por tierra era la gran amenaza.
Cartagena de Indias. Defensas Españolas fuente: https://singladuras.jimdo.com/la-guerra-del-asiento/19-la-batalla-de-cartagena-de-indias-1%C2%AA-parte/
En cuanto al acceso por mar y su puerto, Cartagena de Indias se sitúa en una bahía de alrededor de 18 kilómetros de longitud y unos 7 kms de anchura; una la amplia rada dividida en dos zonas, bahía exterior y bahía interior,la más próxima a la ciudad que acoge un pequeño puerto, la bahía de las Ánimas. Los 18 kilómetros de bahía quedan cerrados por dos islas, Tierra Bomba e Isla de Barú, que dejan sólo dos accesos o bocas a dicha rada: Bocagrande, hacia el norte, y Bocachica, hacia el sur. Toda la bahía está salpicada de manglares y de pequeñas islas.La entrada de Bocagrande era amplia aunque no muy profunda y era el acceso a la bahía hasta que en 1640 se produjo un accidente justo en la entrada de Bocagrande donde naufragaron dos galeones. Así se comformará una peligrosa barrera para el paso de navíos que con el paso del tiempo formará un arrecife al crearse una línea de fondo elevado de manera natural. Bocachica entonces se abrió mientras que Bocagrande quedó cerrada por una barra. De esta forma en 1741 para entrar a la bahía era necesario hacerlo a través de Bocachica, con anchura aproximada de 1’8 kms. Además, Bocachica, era impracticable en la mayor parte de su anchura debido a la existencia de las islas de Abanico e isla Draga y de arrecifes, quedando la anchura real navegable del canal reducida a 200 m de anchura. Esta estrechez obligaba a los buques a formar una fila para entrar en a la bahía. Sólo podían entrar de uno en uno. Cualquier barco que intentase pasar debía hacerlo lentamente y a tiro de la artillería española, ya que al ser el único acceso a la bahía los españoles habían establecido baterías de cañones.
Al finalizar el siglo XVI, Cartagena se perfilaba ya como un enclave de gran valor estratégico para el Imperio Español. Por su excelente condición de puerto para flotas, resultaba esencial para el comercio además de constituir la puerta de entrada a Nueva Granada. Hacia 1579, contaba ya con 1.500 habitantes, una ciudad sumida en un crecimiento permanente. Aquí se detenían las flotas de galeones a la espera de la celebración de las ferias de Portobelo; toda esta actividad, crecimiento y riqueza concertadas atraerán la atención de piratas y de otras potencias a lo largo del siglo XVI y XVII, deseosos todos de las enormes riquezas españolas en América, y desarrollaron una importante actividad bélica contra la ciudad, siendo objeto de continuos asaltos: Roberto Baal (1544),Hawquins (1568), Drake (1586)… Esta enorme actividad bélica obligará a la corona española, desde muy pronto, a desarrollar todo un programa de fortificaciones. Pese a que el siglo XVIII comenzó con muchos problemas para la ciudad, pronto las cosas empezaron a mejorar con las políticas económicas favorables al comercio de la nueva dinastía de los Borbones. El establecimiento del Virreinato de la Nueva Granada en 1717 colocó a la ciudad como la mayor beneficiaria de la Colonia. Durante este período, la ciudad pasó la barrera psicológica de los 18.000 habitantes, la mayor población del Virreinato en ese momento.
Y así llegamos a febrero de 1741, inmersos en plena Guerra de la «oreja de Jenkins»; el vicealmirante británico Eduard Vernon se siente fuerte y capaz de asestar lo que el considera «el gran golpe» a la América Española. Para ello y en la mas clásica tradición secular militar británica (cuyo mayor exponente es el «brillante» general Montgomery, célebre por su estrategia fundada en acumular y acumular material, pertrechos y hombres y luego simplemente arroyar) había obtenido gran cantidad de refuerzos enviados tanto desde Europa como de las colonias americanas de Inglaterra. Un apoyo apabullante con el único fin de llevar a buen puerto el plan británico de derribo del imperio español. Por tercera vez pondrá rumbo hacia Cartagena de Indias.
Almirante Edward Vernon apodado Old Grog debido a su chaqueta grogram (hecha de seda mezclada con lana y goma).
El 13 de Marzo de 1741 las fuerzas combinadas británicas contaban con 9 navíos de tres puentes, 26 navíos de dos puentes, 10 fragatas, un numero indeterminado de buques menores (bombardas, brulotes, goletas, bergantines) y alrededor de 130 barcos de transporte: unos 195 buques. Sesenta barcos más que en la famosa Armada que Felipe II envió contra Inglaterra, que no contra los elementos. La artillería embarcada ascendía a 2.620 cañones a la que sumaban 1.400 cañones de las fuerzas de tierra. Sumada las piezas artilleras terrestres a las navales, Vernon contaba con unas 4.000 bocas de fuego. Sumemos a esto la fuerza de desembarco: unos 12.000 soldados de los distintos regimientos británicos de infantería de linea y granaderos, unos 2.000 macheteros negros jamaicanos, y 2.763 hombres del regimiento de colonos voluntarios provenientes de las posesiones inglesas en Norteamérica, sobre todo de Virginia, al mando del coronel William Gooch ( hoy en día este grupo está considerado el origen del cuerpo de Marines de los EE.UU). Como curiosidad añadir que en el servía como oficial Alexander Washington, el hermano del futuro primer presidente de EE.UU. Sumemos además unos 15.000 marineros de las dotaciones de los buques de la flota. Unos 30.000 hombres en total. Ahí es nada.
Teniente General de la Armada Don Blas de Lezo y Olavarrieta,Marqués de Ovieco
Por su parte, las fuerzas españolas situadas en Cartagena, bajo el mando del Virrey Eslava y del Teniente General de la Armada, Don Blas de Lezo, contaban con 6 buques de la armada: San Felipe (80 cañones),Galicia (70 cañones), África y Conquistador (64 cañones), Dragón y San Carlos (60 cañones). En el puerto había algunos mercantes y embarcaciones menores en labores de apoyo y transporte. Las fuerzas de tierra estaban compuestas por 1.100 hombres de las siguientes unidades: Batallón Fijo de Cartagena, más los refuerzos traídos por la escuadra de Rodrigo de Torres pertenecientes a los Regimientos de Infantería Asturias, Navarra, Toledo, Zaragoza y España, 400 infantes de marina, entre 300 y 500 milicianos locales, unos 600 indios flecheros y unos 600 marineros de las dotaciones de los buques de la flota. Unos 3.200 hombres.
Navio español San Felipe
En realidad, las tropas españolas deberían rondar los 6.000 hombres, pero a causa del vómito negro (como entonces se conocía a la fiebre amarilla) los regimientos de refuerzo que habían llegado desde España fueron diezmados antes de iniciarse la batalla, mientras que otra buena parte de los soldados habían sido enviados a otras plazas americanas para reforzar sus defensas. La artillería española se encontraba repartida por las murallas, baluartes, castillos y fuertes de la ciudad, contando con menos de 300 cañones a los que se sumaba la artillería naval y la de tierra, alcanzando como mucho las 700 bocas de fuego para defender la ciudad y su bahía.
Los ingleses contaban con una mayor movilidad de sus efectivos mientras los defensores españoles quedaban inmovilizados en sus puestos aunque eso si, con la «ventaja» de la protección de murallas y parapetos. Es evidente que la plaza no se hallaba en su mejor estado defensivo y que serias carencias no solo en buques y tropa sino también en víveres y pertrechos. Aunque contaban con una importante ventaja: el mando excepcional de Don Blas de Lezo.
Comparativa unidades de combate desplegadas
Desde las 9 de la mañana del 13 de Marzo de 1741, cuando fueron avistados los primeros barcos,los ingleses se dedicaron a poco a poco a acumular sus fuerzas y desplegarse en cerco hasta el día 15 de Marzo, día de llegada del grueso de la escuadra Británica. Hasta este día, Vernon había estado reconociendo la zona mediante buques enviados al efecto. Cunde el pánico entre la población, que organiza expediciones para abandonar la ciudad.
Lezo embarca en el navío Galicia, su buque insignia y ordena largar velas junto al San Carlos, el África y el San Felipe, dirigiéndose a Bocachica. Estaba seguro de que los ingleses intentarían un desembarco por la zona de La Boquilla para rodear la ciudad y había que evitar a toda costa dicho desembarco para obligarles a forzar el paso por Bocachica. En este canal situó en apoyo mutuo de los fuegos del castillo de San Luis, cuatro de sus navíos. El más próximo, el Galicia. A continuación, en línea y en este orden, los navíos San Felipe, África y San Carlos.
Aunque la entrada de Bocagrande estaba cegada, se estaba abriendo de nuevo; en previsión de proteger la playa de posibles desembarcos, se había abierto un pequeño canalillo para que los botes de los navíos pudieran pasar a Playa Grande en acciones defensivas y además, un temporal había agrandado este canal ademas de abrir otros nuevos. Por eso, aunque los navíos no podían pasar, sí podían hacerlo sus botes al ser embarcaciones de muy escaso calado. Además, cabía la posibilidad, siquiera remota, de que los ingleses intentasen un desembarco por la zona. Don Blas situó frente al canal de Bocagrande al Dragón y al Conquistador, acoderándolos cerca de tierra; ya que de esta forma sólo podían hacer fuego una de las bandas, Lezo ordenó que fuese desembarcada parte de la artillería de estos navíos con el fin de formar baterías en tierra allá donde se necesitasen, incluyendo parte de la dotación para servir estos cañones.
A las 15’00 horas del 15 de marzo, el navío inglés Weymouth realiza cinco disparos y seguidamente iza una bandera blanca: la señal convenida para indicar la ausencia de navíos enemigos en aquellas aguas. Inmediatamente, el grueso de la flota inglesa se acerca hacia las zonas de La Boquilla y Punta Canoa. Desde la ciudad se envían a la zona tres compañías de infantería y 40 soldados de caballería al mando del capitán Pedro Casellas para reforzar el destacamento allí situado. Al día siguiente se acercan a tierra varios buques ingleses y realizan una primera tentativa de desembarco: tantean en terreno, pero se encuentran además de una aproximación difícil para los lanchones de desembarco, con una guarnición reforzada que los rechazan usando artillería y nutrido fuego de fusilería. No consiguen consolidar una cabeza de playa. El almirante Vernon analiza la situación: en su frente marítimo la ciudad es inaccesible como comprueba tras bombardearla con 17 navíos y dos bombardas y el desembarco por La Boquilla ha sido contenido. El Virrey Eslava, siguiendo la petición de Lezo, enviará la tarde del día 19 de Marzo otros 150 hombres a reforzar la posición. Los británicos ven claramente en ese momento que debían buscar otra alternativa y durante 4 días, permanece estudiando su próximo movimiento.
El plan inglés de realizar un desembarco por el norte y avanzar desde allí hacia La Popa para dominar las alturas, y desde allí hacia el castillo de San Felipe de Barajas para controlar el único acceso terrestre posible a la ciudad, comenzaba a hacer aguas. Y con ello la ilusión de que sería una operación rápida que evitaría forzar la entrada del canal fortificado de Bocachica. Al no poder llevar a cabo este primer desembarco Vernon se verá obligado a penetrar por Bocachica. Todo ello se ajustaba a la estrategia defensiva que Lezo había trazado: era fundamental impedir una penetración por La Boquilla, provocando así que los ingleses se dirigieran a Bocachica, lugar mucho más fortificado que les costaría mucho esfuerzo tomar, de manera que retrasaría considerablemente su avance. De ahí que se actuase con rapidez y eficacia enviando soldados a rechazar un posible desembarco inglés en La Boquilla. Vernon decide entonces concentrar sus esfuerzos en Bocachica y así, ordena al contralmirante Chaloner Ogle que se haga cargo de la operación en Tierra Bomba y al comodoro Richard Lestock que opere en la isla de Barú, asignando al general Wentworth la realización de las operaciones terrestres contra las fortalezas españolas en Bocachica. Vernon mismo pernanecerá en reserva para apoyar a alguno de estos grupos de ataque según evolucione la situación.
En este momento el virrey accede a reforzar Bocachica, como había solicitado Lezo y envía 242 hombres y 15.000 raciones de comida. El día 16 de marzo Don Blas se dirige a Bocachica y Desde las primeras luces del día 17 de marzo sigue organizando la defensa con 155 hombres de refuerzo sacados de puntos en los que no se producían combates, como las murallas de la ciudad. Cuatro navíos y dos paquebotes se dirigen a un punto situado a medio camino de los dos canales, frente a Tierra Bomba y reconocen el terreno. Lezo, que esperaba la maniobra, tenía preparada la respuesta minimizando daños y sacando el máximo provecho a los escasos recursos disponibles,trasladando desde sus barcos a 100 marineros para reforzar a los otros 200 defensores del castillo de San Luis, enviando al mismo tiempo víveres y municiones. Los ingleses son recibidos a cañonazos, teniendo que retirarse para salir de tiro de los españoles; un navío inglés de 70 cañones fue desarbolado y dio fondo en Bocagrande. Blas de Lezo temía que los ingleses atacaran por tierra el castillo porque eso supondría rodear las posiciones españolas con artillería y precipitaría la caída de la posición, lo que había que evitar o al menos retrasar todo lo que fuese posible. Los ingleses lanzaban contra el castillo de San Luis más de 60 disparos cada hora pero el castillo respondía al fuego enemigo con asombrosa eficacia; Lezo había ordenado la colocación de unas rampas bajo los cañones que alargaban el tiro. También había ordenó que la artillería disparase para desarbolar los buques para inutilizar los navíos ingleses durante el resto de la campaña. A este fín había ordenado tiempo atrás la fabricación de proyectiles conformados por dos balas unidas por una cadena larga, que al impactar en la arboladura de los navíos ingleses destrozaban velas y palos, multiplicando de esta forma la acción destructora de los proyectiles. Los barcos de Vernon se vieron sorprendidos por la asombrosa la facilidad con que esos proyectiles les destrozaban el aparejo, dejando los navíos a merced de los españoles.
Artillero español – Compañia de artilleria miliciana de Cartagena de Indias
El día 18 el comandante del castillo de San Luis envía un destacamento de refuerzo a la batería de Chambapara impedir un nuevo intento de desembarco inglés, que en ese día finalmente no se realizó. Pero el virrey ordena que vuelvan a la ciudad los 155 hombres que le había enviado el día anterior, 17 de marzo, basándose en que no tenía bastante tropa en la ciudad.Don Blas se verá obligado a sacar más gente de sus navíos para destinarlos a las baterías de Bocachica. El 19 de marzo cuatro navíos ingleses se unen a otros cuatro localizados previamente frente a la batería de Chamba con vistas a un ataque generalizado contra las defensas españolas de la zona de Bocachica. Por ello Don Blas organiza un grupo de 100 de sus marineros para que en caso necesario, eviten el desembarco en la zona de Chamba y envía una avanzadilla compuesta por un oficial con cuatro hombres para vigilar los movimientos enemigos. Aunque el Virrey ordenó también el envío de refuerzos la batería de San José, en Bocachica, así como carpinteros para reparar las cureñas estropeadas, para Lezo las fuerzas en la zona eran claramente insuficientes, por lo que se verá obligado a desmantelar alguno de sus navíos para reforzar el castillo con su artillería y sus hombres.
Por fin el día 20 de Marzo se produce el esperado ataque inglés en Bocachica, cuando cinco navíos ingleses se sitúan frente a la batería de Chamba e inician el bombardeo de la misma; por orden del virrey Eslava esta batería había sido abandonada dos días antes y retirados sus cañones, por lo que los ingleses estaban bombardeando una posición completamente vacía. Otro grupo de navíos (Russell, Princess Amelia, Shrewsbury, Norfolk y Lichfield) al mando del contralmirante Chaloner Ogle con un total de 370 bocas de fuego, inicia el bombardeo sobre las baterías de San Felipe y Santiago que contaban con unos 15 cañones entre las dos y 80 defensores al mando del teniente de navío Lorenzo de Alderete. Las posiciones españolas aguantan durante 4 horas el fuego sostenido británico, sin dejar de responderlo y causando graves daños en los navíos Norfolk y Russell. El Shrewsbury recibe un impacto certero en el timón y con grandes dificultades es empujado por el viento hacia el canal de Bocachica donde quedo a tiro de los cañones del castillo de San Luis, la batería de Varadero y los cañones de los navíos de españoles que no desaprovecharon la ocasión para machacarlo a conciencia: sus mástiles quedaron destrozados y el casco completamente agujereado con grandes daños, salvándose solamente al ser remolcado por botes a remo. Ante la tremenda superioridad de fuego, con la mayoría de sus cañones desmontados por la violencia del bombardeo inglés pero no sin antes producir grandes daños al enemigo (como hemos visto, pese a sus escasísimos recursos) el teniente Alderete ordena clavar la artillería y la retirada al castillo de San Luis.
Sin el apoyo de las baterías costeras, el castillo de San Luis de Bocachica corría un serio riesgo de ser rodeado por tierra; Desnaux, castellano de San Luis, solicita con urgencia al virrey refuerzos. Sumados los hombres de Alderete, los defensores apenas eran unos 500. El virrey Eslava seguía en su empeño de no ceder tropas desde Cartagena, ociosas en un momento crucial de la batalla. Pero en todas partes cuecen habas, y mientras el virrey español rezongaba, Vernon no quería seguir exponiendo sus preciados navíos, que una y otra vez sufrían graves daños por la artillería española. Ya no tenía nada claro que esto fuese a ser un paseo militar al son de los pifanos, cabezas altas y enseñas al viento; la rendición del castillo iba a ser muy costosa por mar así que decide forzarla por tierra. Ordena el desembarco, que obligará a sacrificar buena parte de su tropa de asalto. A fin de cuentas, mejor hombres que sus queridos barcos, pensaba el almirante. Los hombres son más fáciles de reponer; en la fuerza de desembarco incluyó al regimiento de las colonias americanas (ya puestos, mejor perder tropas coloniales que infantería metropolitana, pensó). La zona escogida para realizar el desembarco estaba situada al norte del castillo de San Luis, casi frente a las baterías de costa que daban apoyo al castillo (el único lugar con suficiente calado para permitir una aproximación de los navíos).
El 20 y 21 de Marzo los ingleses enviaron una flotilla compuesta por un poderoso navío de tres puentes, otro de 80 cañones y un grupo de otros cuatro navíos a bombardear el castillo.De estos, uno quedó muy dañado y tuvo que ser remolcado, dándole cobertura en la retirada los otros tres. A continuación, Don Blas de Lezo ordenó bajar las cadenas y envió a combatir al navío inglés de 80 cañones a los navíos San Felipe (80) y Galicia (70), en apoyo del castillo. El Galicia se dirigió directo al navío inglés y este, pillado en fuego cruzado, maniobró para evitar un abordaje. Tras un intercambio de disparos, con algún daño al San Felipe, los ingleses se dieron a la fuga; el navío inglés de tres puentes quedó asimismo muy dañado y se retiró. Ese mismo día 20 los cañonazos del castillo de San Luis y de los navíos de Lezo dejaron muy dañados a cinco navíos ingleses. Pero Lezo estaba irritado con el virrey porque este se había negado a reforzar las baterías ahora desmontadas por los atacantes. Con un desembarco enemigo, el castillo de San Luis se encontraría en difícil situación pues sería bombardeado por tierra y por mar. Para Lezo era fundamental mantener a los ingleses en el mar el mayor tiempo posible.
Infantería de Marina Britanica
Los hombres del teniente coronel James Cochrane son los primeros en desembarcar. A continuación, otras unidades (coronel Wolf y generales Guise y Wenworth). En este momento ha de interrumpirse la la operación por un empeoramiento de las condiciones del mar, retomándose el día 21 de marzo, mientras continua el ataque por mar al castillo. Completar la operación de desembarco de tropa y material les llevaría cinco días a los ingleses cinco días. Organizar sus posiciones y situar su artillería supondrá bastante trabajo para los ingleses con sus pesados cañones de 18 y 24 libras a través de la selva, con mucha humedad, calor, abundante vegetación; habrán de despejar la zona y acondicionarla para emplazar sus baterías. Inician el bombardeo sobre el castillo para, atónitos, observar como el fuego de respuesta español les alcanza: habían situado sus posiciones dentro del radio de acción de la artillería española del castillo. Así que reubicar sus posiciones les llevará varios días adicionales. Ya se sabe, la celebre «eficiencia» anglosajona frente a la improvisación española. El virrey ordena que no se efectúe salida alguna de contraataque (algo que reclamaba Lezo) y que el castillo siga siendo defendido con apoyo de la marina.
Las tropas inglesas desembarcadas emplazan tres baterías a una distancia desde la que poder batir el castillo,disponiendo en tierra 60 piezas entre cañones y morteros. Simultáneamente a la operación de desembarco del 20 de marzo, Vernon atacaba el castillo de San Luis desde sus navíos; su intención era rodear el castillo por mar y tierra hasta rendirlo, forzando así el paso de Bocachica. Al navío inglés Shrewsbury una bala le cortó el cable, por lo que quedó a merced de los cañones del castillo y de los navíos de Lezo situados al otro lado de la cadena que cerraba Bocachica y tras varias horas de combate, al caer la noche,los ingleses remolcaron de allí su navío con 240 impactos de bala lamentando la pérdida de veinte muertos y cuarenta heridos. Dos bombardas inglesas continuaron arrojando bombas sobre el castillo continuando el cañoneo día tras día,incesante.
Castillo de San Luis de Bocachica
Las propuestas realizadas por Lezo al virrey son desatendidas sistemáticamente; no obstante Lezo ordena derribar los merlones (la parte más débil de una muralla, entre los cuales se abren las troneras de los cañones) que estaban fabricados de piedra y ladrillo, reconstruyéndolos con costales de tierra apilados unos sobre otros. Con esto se conseguía que el impacto de una bala de cañón enemiga no hiciera saltar esquirlas que volaban en todas direcciones provocando heridas entre la tropa española porque ahora los costales de tierra absorbían la energía del impacto. Así acondicionaba mejor el castillo ante un ataque frontal de gran envergadura como el que se preveía. El día 23 una bomba inglesa destruyó el almacén de víveres procediendo Lezo a reenviar víveres sacándolos de sus navíos y reemplazando las bajas con sus marineros.Quizás este día 24 era un buen y oportuno momento para los españoles para dar un golpe importante a los ingleses cuando estos se encontraban detenidos y debilitados. Pero no se hizo el contrataque deseado por Lezo, el virrey no lo autorizaba.
Recreación del Castillo de San Luis de Bocachica
Tras más de una semana de operaciones, Vernon no ha conseguido prácticamente ningún avance y los 3.000 hombres desembarcados, estancados en la playa, requieren de una considerable cantidad de víveres que no se consigue satisfacer. Y mientras tanto, aguantando el permanente cañoneo inglés, respondiendo el fuego con mortífera eficiencia, el castillo de San Luis resiste. Una salida del Capitán Agresote con unos 50 soldados pone en fuga a una unidad de infantería inglesa sin bajas por parte española. Para Vernon esto era ya el colmo; ordena el aumento de las piezas de artillería acumulando ya en esta zona 700 cañones y 18 morteros. Y la artillería española continua respondiendo certera: el día 27 muere el capitán del navío Prince of Orange (Lord Beauclerk, nieto del rey Carlos II Estuardo) a causa del contra bombardeo español. Gracias a un desertor irlandés, los españoles son informados de que los británicos están montando dentro del bosque, una poderosa batería con 24 piezas de a 24 libras. Con esta batería, podían reducir fácilmente el castillo de San Luis.
Abanderado del «Regimiento Asturias», que combatió en el sitio de Cartagena
Paralelamente al ataque sobre el castillo de San Luis, Vernon lanza sus tropas sobre las baterías de San José en la isla de Barú y las de Punta Abanicos (14 cañones) y Varadero (4 cañones). A el alto mando inglés,desconcertado por la eficacia que demostraban ambas posiciones españolas adelantadas a la batería de San José, le resultan terriblemente molestas. El apoyo que prestaban con un fuego tremendamente efectivo, era un inesperado inconveniente para sus planes. Escarmentado, no utiliza sus preciados navíos que teme exponer al fuego español, sino que ordena una acción de comando mediante un desembarco a unos 800 metros del lugar donde se encuentra emplazada la batería de Punta Abanicos, para tomarlas al asalto desde tierra. Así, a primera hora del 30 de marzo desembarcan 200 soldados y 300 marineros al mando del capitán de navío Thomas Watson. Los españoles intentan cambiar la dirección de los cañones al verse flanqueados pero no pueden resistir y los ingleses consiguen tomar la posición tras la retirada hacia la batería de San José de los defensores. A continuación los ingleses se dirigen a tomar la batería de Punta Abanicos igualmente muy escasa de dotación (después del bombardeo sólo quedaban operativos 2 cañones y se disponía de 15 hombres) donde se resiste con fuego de fusilería aunque finalmente deberán retirarse también hacia San José. Una vez silenciadas las baterías, los ingleses se retiran reembarcando en botes hacia sus navíos. Pero a pesar de estos avances, tras dos semanas de intensos combates y con una tremenda superioridad artillera y humana, los británicos no habían conseguido forzar el paso de Bocachica ni, por tanto, aproximarse a la plaza española. Demasiado tiempo y esfuerzo que les saliendo muy caro en navíos, municiones, víveres y hombres parar rendir un pequeño castillo. Durante los dos días siguiente, continua el incesante bombardeo del castillo por parte de la artillería británica al que se añade el día 2 de abril el fuego de una escuadrilla al mando del comodoro Lestock (los navíos Boyne, Princess Amelia, Prince Frederick, Hampton Court, Suffolk y Tilbury ).
combate en Bocachica – Museo Naval de Madrid
Mientras tanto, Don Blas enviaba al castillo todos los recursos de los que disponía mientras sus navíos no cesaban de disparar; sólo el día 2 de abril el Galicia efectuó 760 disparos. El navío Boyne se sotaventó y sufrió un duro castigo, teniendo que retirarse al llegar la noche. El Prince Frederick y el Hampton Court continuaron disparando durante toda la noche, pero antes del amanecer estaban tan dañados por la artillería española que Vernon tuvo que ordenar su retirada. El Suffolk y el Tilbury que estaban fondeados más al norte sufrieron menos daños aunque su efectividad contra el castillo de San Luis fue practicamente nula.
Durante la noche del 3 al 4 de abril tanto el virrey Eslava y Blas de Lezo, que se encontraban a bordo del Galicia son heridos ( Eslava en una pierna y Lezo en una mano y en el muslo). Ante la magnitud del bombardeo inglés, las defensas españolas estaban muy dañadas motivo por el cual esa misma noche se envían refuerzos al castillo de San Luis fuerzas para cubrir la retirada de sus defensores. El general Wenworth efectuó el 4 de abril un asalto definitivo al castillo, mientras Vernon desembarcará tropas la tarde del 4 de abril en Punta Abanicos en su apoyo; el avance británico se efectuará en tres columnas al mando del general Blakeney. El coronel de ingenieros Carlos Desneux, al mando de la fortaleza de San Luis, trató de rendirse izando la bandera blanca, pero los británicos siguieron disparando y Desnaux no tuvo más remedio que retirarse con sus hombres.
Ocupado ya, por fin y a un tremendo coste, el castillo de San Luis, las tropas británicas pueden entrar en el de San José ya evacuado por las tropas españolas. Para evitar el paso de los buques a la bahía, los cuatro navíos españoles son barrenados y quemados pero esta operación no salió del todo bien ya que sólo el San Carlos es hundido, mientras el San Felipe y el África arden antes de tiempo al transmitirse a ellos un incendio de una embarcación a la que se prendió fuego por descuido con sesenta barriles de pólvora. Varios marinos británicos consiguen abordar en botes al navío insignia Galicia y tomarlo, capturando a sesenta españoles que quedaban a bordo, consiguiendo así evitar su hundimiento. Los británicos remolcaron el Galicia para dejar paso a los buques británicos. A las tres de la mañana del 6 de abril llegaron a la ciudad los defensores de Bocachica y los generales Eslava y Lezo, reforzando los castillos que defienden la bahía interior. Los navíos Conquistador y Dragón serán trasladados a la entrada de esta bahía interior, entre Castillo Grande y el fuerte de Manzanillo, formando una nueva barrera de defensa, que estará lista el 11 de abril. Siete buques mercantes serán situados el 8 de abril para cerrar la entrada al puerto. A estas alturas de la batalla y a pesar de la inmensa inferioridad de las tropas que defendían Cartagena, las bajas españolas eran de tan solo 50 hombres.
Vernon, a bordo de su navío insignia Princess Carolina, dos fragatas y un paquebote, entra por fin en la bahía exterior fondeando cerca de Punta Perico, en Tierra Bomba. Al día siguiente los navíos Burfordy Oxford fondearán cerca del puerto pero lejos del alcance de los cañones españoles de Castillo Grande; el Worcester lo hará cerca de Vernon. El comodoro Lestock permanecerá con su escuadra cerca de Bocachica para proceder al reembarco de las tropas que habían participado en la ocupación del fuerte de San Luis. Poco a poco fueron pasando las embarcaciones británicas, fondeando el 20 de abril cerca del puerto las bombardas y otras embarcaciones menores. Ahora parecía que por fin la campaña comenzaba marchar bien para el almirante Vernon. El 11 de abril el mando español decide abandonan el castillo Grande y también el de Manzanillo, tras ser castigado duramente por los británicos; era aconsejable concentrar la defensa en la misma plaza, donde hasta el último hombre era necesario. Además, el hundimiento de los dos últimos navíos españoles (Dragón y Conquistador) tampoco dio resultado al conseguir mover los británicos al medio hundido Conquistador y meter en la bahía interior un navío y algunos paquebotes, comenzando así el bombardeo de la fortaleza de San Felipe de Barajas el 12 de abril.
Castillo de San Felipe de Barajas en la actualidad
El 16 de abril los ingleses desembarcaran en la isla de Manga y en la de Manzanillo a dos millas de distancia del castillo de San Felipe. En la Quinta desembarcarán 1.400 británicos al mando del general Blakeney, reforzados por granaderos y 200 americanos,que harán retroceder a los españoles. Al amanecer del 17 ya ocupaban el convento de la Popa. Vernon, ufano, decide enviar a Gran Bretaña a la corbeta Spence con la noticia anunciaba la inminente ocupación de Cartagena de Indias. Craso error el del Almirante, que daba ya por segura su victoria. Estas noticias darán lugar a la acuñación de monedas conmemorativas por la victoria británica, victoria que jamás iba a producirse, para mayor bochorno inglés.
Castillo de San Felipe de Barajas en la actualidad
Llegados a este punto, ocupadas las alturas de la Quinta, Vernon celebrará consejo de guerra; había que discutir como proceder: ¿se debía atacar la fortaleza de San Felipe de Barajas antes de que los españoles terminaran las obras de defensa? o por el contrario ¿debían esperaban a que se emplazase la artillería británica?. Optarán por no atacar sin la artillería necesaria para batir las defensas y este retraso permitirá a los defensores preparar mejor sus defensas. Al mismo tiempo para calamidad de los atacantes, las enfermedades comenzaban a causar bajas entre sus filas. Guarnecían la fortaleza de San Felipe de Barajas unos 500 soldados del Regimiento España junto a una unidad de voluntarios al mando del capitán don Miguel Pedrol y 250 infantes de Marina al mando del teniente de navío don Manuel Moreno. Asimismo, Don Blas de Lezo habia tomado varias medidas que resultarán decisivas para el desenlace final de la batalla: ordenó excavar un foso en torno al castillo para que de esta manera las escalas inglesas se quedasen cortas cuando intentasen el asalto; ordenó cavar una trinchera en zigzag para evitar que los cañones ingleses se acercasen demasiado y les envió dos “desertores”con el objetivo de engañar y llevar a las tropas inglesas hasta un punto en la muralla muy bien protegido, donde serían masacrados sin piedad. Por su parte. los británicos habían situado al apresado navío Galicia como batería flotante contra la fortaleza.
El 19 de abril se celebra un nuevo consejo de guerra británico que decide atacar San Felipe al día siguiente; ese mismo día Eslava envía doscientos soldados veteranos para reforzar los baluartes de Santa Clara y San Lucas. A las tres de la mañana del 20 de abril 4.000 hombres al mando del general Guise se lanzan al ataque del Castillo de San Lázaro en dos columnas; el coronel Wynyard que dirige la columna de la derecha se pierde en la oscuridad y se desvía hacia centro donde el terreno era más escarpado. Añadamos a esto para completar el desastre la falta de escalas (que habían dejado tiradas los soldados de las colonias americanas que las llevaban) y que además, una vez llegaron a la muralla las pocas escalas que tenían se quedaron cortas por la estratagema de Don Blas de Lezo. Las tropas de Wynyard fracasarán ante las murallas sometidos al fuego certero de fusilería de los defensores. El ataque de la segunda columna también fracasará al caer herido su comandante, el coronel Grant y muerto el guía que la conducía, deteniéndose el avance ante la confusión general que reinaba en la columna. El general Wenworth envía 500 hombres de refuerzo para continuar con el ataque que terminan apoyando la retirada, perseguidos por los enfurecidos españoles que a bayoneta calada causarán 361 muertos, 459 heridos y 64 prisioneros. Las bajas españolas ese día ascenderán a 14 muertos y 20 heridos. Según testificaron los prisioneros británicos, aquel día las fuerzas invasoras inglesas habían lanzado al ataque 23.200 soldados de infantería y 4.800 entre marinería y negros macheteros, perdiendo en total 1.100 hombres. Los británicos enviarán un tambor con bandera blanca para solicitar una tregua y poder así recoger a sus muertos y heridos, tregua que será concedida por el virrey Eslava pero sólo para los muertos; los heridos quedarían prisioneros (en el interior de la plaza había ya más de mil bien atendidos). Al anochecer se reanudó el cañoneo británico que continuará durante hasta las tres de la tarde del 21 de abril momento en que otro parlamentario británico con bandera blanca solicitará un canje de prisioneros. Eslava accedió a ello, fijándose la fecha de ese canje para el 30 de abril.
A pesar de que los británicos no dejaban de bombardear las posiciones españolas en ningún momento, no conseguían avanzar un palmo de terreno. El 25 de abril se celebrará otro consejo de guerra a bordo del navío Princess Carolina y tras duros debates se decidirá reembarcar las tropas lo más rápidamente posible aunque no sin antes realizar un último intento de tomar la plaza. El 26 de abril acercan a la plaza al capturado Galicia, al mando del capitán Hore, armado con 16 cañones de a 18 y 12 libras. Pero quedó varado antes de acercarse lo suficiente para que su fuego fuese efectivo, siendo cañoneado duramente desde las cinco de la mañana hasta el mediodía, momento en que Vernon, cansado, ordena la retirada. Los 56 impactos que recibió a ras de agua provocaron su hundimiento, causando 6 muertos y 56 heridos a bordo.Por fin el 30 de abril de 1741 se realizó el canje de prisioneros acordado 71 españoles por 66 ingleses. Uno de los liberados era el alférez de ingenieros Ordigoisti, que comunicó a Eslava las pérdidas sufridas por los británicos: 700 hombres en los combates en torno a Bocachica y 1.500 en el ataque a San Felipe de Barajas, a los que había que añadir otros 2.500 muertos por las enfermedades. Las pérdidas españolas no habían superado los 200 muertos. También informó a Eslava, que Vernon proyectó un segundo ataque a San Felipe, pero las tropas británicas, cansadas, desmoralizadas y enfermas se negaron a obedecer a sus oficiales, siendo fusilados más de 50 soldados para restablecer el orden y la disciplina. Entre los días 1 al 5 de mayo estuvieron los británicos recuperando arboladuras, anclas y otros efectos necesarios para su partida. También se dedicaron a destruir y arrasar los castillos, fuertes y baterías capturadas. Quemaron los renqueantes restos del Galicia y otros cinco buques británicos que se encontraban muy dañados. La maniobra de la salida de la escuadra duró hasta el 20 de mayo, poniendo rumbo a Jamaica. De los 195 buques británicos que habían iniciado el asalto, 50 no partieron de regreso a Jamaica. Un autentico desastre. Los fuertes de Bocachica,Castillo Grande y Manzanillo quedaron totalmente destruidos y el Canal de Castillo Grande totalmente abierto.
Vernon, envío una última carta a Lezo: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, después de reforzarnos en Jamaica”. A lo que Lezo respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres.”
El servicio en aguas tropicales y las bajas por combate y enfermedades habían pasado una tremenda factura a la escuadra británica por lo que Vernon ordena que parte de su escuadra zarpe rumbo a Inglaterra al mando de Richard Lestock: son once navíos y cinco buques menores (Hampton Court, Burford, Windsor Castle, Princess Carolina, Princess Amelia, Russell, Norfolk, Shrewsbury, Torbay, Chichester, Falmouth, Cumberland, Success, Eleanor, Terrible y Goodley) que zarpan de Port Royal el 6 de julio. Vernon pasa su insigna al navío Boyne.
Los británicos habían fracasado estrepitosamente; pero, como siempre ha sucedido y con notable éxito las mas de las veces, trataron de justificar este fracaso con falsas afirmaciones: el buen estado de defensa de la plaza para la que hubieran sido necesarios hasta ¡cuarenta mil hombres para doblegarla¡ o que los británicos tuvieron que retirarse por las bajas a causadas por las enfermedades (lo cual es solo una media verdad ya que su contagio por enfermedades se debe a la durísima defensa española que les obligó a permanecer en sus posiciones tanto tiempo). De lo que se olvidan descaradamente los historiadores británicos es de las pérdidas de equipo y buques y de las bajas producidas por las efectivas defensa española. La realidad de los hechos es que los españoles rechazaron a los británicos y que las causas de la retirada y derrota inglesa no fueron otras que una pésima planificación de la campaña junto a la tenaz y brillante resistencia española.
Es difícil establecer cuales fueron las bajas reales del ejercito británico en esta operación, manejadose cifras de entre 4.000 y 5.000 hombres, afirmado algunas fuentes que pudieron llegar a los 9.000. Este absoluto desastre fue silenciado absolutamente en Gran Bretaña que optó por dar publicidad a su victoria en Portobelo, como cortina de humo. Muy pocos conocieron en Inglaterra la magnitud del desastre del ataque a Cartagena. Las primeras noticias se extendieron en Londres en el mes de julio aunque se omitían muchas circunstancias de la retirada de Vernon, sobre todo el gran número de bajas. Ante el secreto y la falta de información veraz, comenzaron a circular en diferentes publicaciones las sospechas del verdadero alcance de la retirada de Cartagena, incluso comenzaron a cuestionarse las informaciones dadas por la Corte y el Parlamento sobre las causas del desastre.
«La Victoria en Cartagena de Indias» obra de Augusto Ferrer-Dalmau
De haber vencido Vernon en Cartagena de Indias nos encontraríamos con que la Historia habría dado un vuelco absoluto porque Gran Bretaña se habría hecho fuerte en el Caribe, España habría entrado en serias dificultades que llevarían a ceder terreno en América y posiblemente también en Europa, y el resultado de todo ello, a no tardar más que algunos años, no era otro que la caída del imperio español, tal como esperaba Gran Bretaña que sucediese. Precisamente por ello, la defensa de Cartagena de Indias supuso siete décadas más de hegemonía colonial española, alargando el comercio y las posesiones hasta entrado el siglo XIX cuando se produjo la independencia de las colonias americanas y, mientras tanto, se desalentó a Gran Bretaña de nuevas incursiones en el Caribe.
Estatua erigida a Blas de Lezo en Cartagena de Indias a los pies del Castillo de San Felipe
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