Los jenízaros,cuerpo de soldados de élite y guardia personal del Sultán otomano, dominaron la política del Imperio otomano hasta que en 1826 Mahmut II desencadenó una brutal purga que terminó con su aniquilación. Considerados hijos adoptivos del sultán, los jenízaros se convirtieron en un ejército mucho mejor organizado que cualquiera de sus rivales. Durante 300 años se cubrieron de gloria, sangre y victorias a lo largo de las campañas de conquista otomanas que culminaron durante el reinado de Solimán el Magnífico (1520-1566).
En el año 1330, Orhan, el segundo sultán del recién nacido Estado otomano, decidió crear un ejército profesional permanente con el que reemplazar a las bandas irregulares que conformaban su ejército hasta entonces. La élite de este nuevo cuerpo estaba formada por los llamados jenízaros, en turco yeniçeri, las «nuevas tropas». Se reclutaban al principio entre esclavos y prisioneros de guerra, pero muy pronto, como veremos más adelante,desde finales del siglo XIV, se estableció el sistema del devshirme que obligaba a las familias cristianas de los territorios conquistados a entregar un hijo pequeño para servir como jenízaro. De origen griego, albanés, serbio o búlgaro muchos de ellos, se les instruía en la religión musulmana y aprendían idiomas, literatura y otras disciplinas. Esto no era algo particular de los otomanos, ya que antes que ellos, bizantinos y otros ejércitos cristianos de los balcanes habían enrolado en entre sus filas esclavos musulmanes o paganos. Así, mientras los caballeros hospitalarios o los mercenarios catalanes simplemente mataban a todos los varones tucos mayores de 10 años, los otomanos adoptaron la práctica habitual musulmana de la época de no asesinar a los hombres por debajo de los 20 años, esclavizándolos como botín de guerra. Aunque era contrario a la ley religiosa musulmana que un gobernante esclavizara a sus propios súbditos cristianos, el sistema otomano estableció un sistema de reclutamiento estatal de esclavos que lo proveyó de infantería, caballería y servidores civiles.No obstante, durante los primeros años de formación de su estado,los otomanos se adhirieron a una extraña mezcla de creencias religiosas poco ortodoxas mezcla de las costumbres tribales turcas y las bizantinas. Describir a los jenízaros simplemente como soldados-esclavos resultaría sin duda, engañoso; para ellos, el título de Kul, o esclavo, era símbolo de gran dignidad y un orgullo, no de opresión e incluso en fechas tan tardías como el siglo XVII, ser reconocido como un Kul era considerado más honorable que ser un sujeto común y corriente. Si bien hay que dejar claro que, a todos los efectos, pertenecían al Sultán y eran considerados como los protectores del trono.
En época de Murad I (1362–1389), el tercer gobernante del Imperio Otomano, se estableció un impuesto correspondiente a una quinta parte sobre todos los esclavos tomados en la guerra como botín, para su incorporación al cuerpo de jenízaros. Desde la década de 1380 hasta 1648, los jenízaros se reclutaban a través del sistema devşirme, abolido en 1638, la esclavización de niños no musulmanes, en particular los cristianos de Anatolia y los Balcanes. Los judíos nunca fueron sujetos a devşirme, ni los niños de familias turcas. Los administradores turcos recorrían sus regiones, especialmente los Balcanes,cada cinco años en busca de los hijos más fuertes de los súbditos cristianos del sultán. Por lo general seleccionaban a niños de entre siete y catorce años, y su número variaba en función de las necesidades de soldados de cada momento. Aunque parece que inicialmente mostraban cierta predilección por candidatos griegos y albaneses, con el tiempo las autoridades otomanas ampliarían el devshirmeh a Hungría. Es lógico esperar cierta resistencia local inicial, al no apreciar ni entender la costumbre otomana , cuando se procedía al reclutamiento forzoso, aunque poco a poco se iría extendiendo una valoración positiva, debido a que aseguraba a sus miembros una fuente de riqueza y un próspero futuro por los beneficios que derivaban de pertenecer a este cuerpo militar. Los conscriptos podrían convertirse en jenízaros que algún día podrían regresar a su región de origen como Beylerbeys o gobernadores o incluso como grandes visires, como es el caso Sokollu Mehmed Paşa, un bosnio que se convirtió en gran visir, sirvió a tres sultanes y fue el gobernante de facto del Imperio Otomano durante más de 14 años. Así pues los jenízaros eran kapıkulları, «sirvientes de la puerta» o «esclavos de la Puerta», no eran hombres libres, pero tampoco esclavos comunes.
Cuando se reclutaba a un niño no musulmán bajo el sistema de devşirme, era entregado a una familia turcas seleccionada en las provincias para aprender turco, las reglas del Islam y las costumbres y cultura propias de la sociedad otomana. Tras completar este período, los muchachos, acemi o nuevos reclutas, se reunían en la escuela «acemi oğlan» en la capital imperial para comenzar su formación..Será el sultán Mehmed I quien traslade junto con la corte, a los principales cuarteles jenízaros desde la ciudad de Edirne, en la península de Gallipoli, a Estambul, donde fundará además la nueva Acemi Ocagi que se convirtió en el mayor centro de entrenamiento militar jenízaro,alcanzando en poco tiempo una fuerza de 3.000 a 4.000 hombres organizados en 31 ortas (compañías). En dichas escuelas de instrucción se esperaba que permanecieran célibes y eran alentado a convertirse al Islam, algo que la mayoría hizo. Allí los jóvenes cadetes serían seleccionados por sus talentos en diferentes áreas para capacitarse como ingenieros, tiradores, arqueros, artilleros y un largo etc. La vida en común desde niños, la férrea disciplina, los duros entrenamientos, el sometimiento absoluto y el adoctrinamiento a través de la educación y la religión, fueron los responsables de crear ese vínculo de lealtad hacia el Sultán, pero también de forjar un potente espíritu de corps, de camaradería y hermandad entre ellos. Sus miembros recibían preparación profesional para la guerra, con duros entrenamientos físicos. Eran forzados a la circuncisión y supervisados las 24 horas del día por los eunucos y se les prohibía adquirir habilidad alguna que no fuera la de soldado, así como casarse. A diferencia del resto de los musulmanes libres,a ellos se les prohibió expresamente dejarse crecer la barba, permitiendoles tan solo lucir un bigote. Se les educó para que desde un primer momento consideraran al cuerpo de jenízaros como su casa y su familia, y al sultán como su padre real, de facto. Solo aquéllos que demostraban ser lo suficientemente fuertes durante el periodo de instrucción alcanzaban el rango de un jenízaro, normalmente a la edad de veinticuatro o veinticinco años. Se les pagaban salarios regulares con abundantes bonificaciones y pensiones al jubilarse y formaron su propia clase social distintiva, una de las clases dominantes del Imperio Otomano que llegó incluso a rivalizar con la propia aristocracia turca. Disfrutaban de unos derechos y privilegios que otras fuerzas militares y administrativas del imperio otomano no tenían : no dependían de jurisdicciones religiosas, sus barracones disponían de derecho de asilo, tenían preferencia en cuestiones presupuestarias sobre las demás fuerzas militares del imperio ( si había escasez de monedas, los jenízaros eran siempre los primeros en recibir su paga), sus propiedades raramente eran confiscadas a no ser que cometieran delitos especialmente graves y estaban exentos del pago de la mayoría de impuestos estatales. Viendo los grandes privilegios que los jenízaros tenían, y la facilidad con la que podían enriquecerse, muchos turcos trataron de convertir a sus hijos al cristianismo, y muchos jóvenes simulaban ser cristianos para poder ser aceptados en el acemi oglan. A mediados del siglo XVI, los turcos no eran raros en el acemi oglan, y a menudo ingresaban en el cuerpo directamente sin tener que pasar por la fase preparatoria. El acemi oglan paso así, con el tiempo,de ser una institución para la formación de soldados de elite a ser un simple centro de reclutamiento, se convirtió en una institución para jóvenes turcos que buscaban un puesto en al administración del imperio y que usaban su estancia en el cuerpo de jenízaros como trampolín, sin involucrarse en absoluto en el espiritu de cuerpo y su desarrollo como unidad de combate. Así, el cuerpo comenzó a dividirse en dos grupos enfrentados, los veteranos que deseaban preservar el espíritu del cuerpo, la inquebrantable lealtad al sultán y la bravura en combate frente a los recién llegados, mas dispuestos a evadir los ejercicios militares y desafiar la disciplina del cuerpo, solamente interesados en pasar su tiempo de estancia en el acemi oglan lo más cómodamente posible antes de pasar a la administración civil de estado.
Muchos de ellos se convirtieron en administradores y académicos. Varios trabajos civiles comenzaron a ser masivamente ocupados por jenízaros; normalmente, el mismo tipo de trabajo era ocupado por jenízaros pertenecientes a la misma orta. Por ejemplo, a mediados del siglo XVII la práctica totalidad de carniceros de Constantinopla pertenecían al cuerpo. Poco a poco fueron controlando el comercio de frutas y verduras, y se hicieron con el monopolio del comercio del café. Más tarde se concedió a los jenízaros el privilegio de importar todo tipo de mercancía procedente de Siria y Egipto, con exención total de impuestos. Para mediados del siglo XVIII, en clara violación de sus estatutos originarios, ya habían copado muchos oficios y habían ganado el derecho de casarse e inscribir a sus hijos en el cuerpo y muy pocos seguían viviendo en los cuarteles. La corrupción comenzó a crecer de forma descontrolada. Cualquiera que quisiese ganar dinero rápidamente solo tenía que sobornar a cualquier oficial jenízaro para que incluyese su nombre en el registro de la orta; la sola presencia en el registro de la Orta concedía la exención de impuestos y la pertenencia a un grupo muy poderoso y cualquera podía entrar si tenía el suficiente dinero para sobornar a un oficial jenízaro.
El cuerpo de jenízaros no era el único cuerpo de infantería creado por los primeros comandantes otomanos, pero fue el primer cuerpo de infantería regular en el ejército otomano. Dirigido por un comandante, el ağa, el Cuerpo de Jenízaros (Ocak, hogar) se dividía en varias ortas (regimiento); al frente de cada una de ellas estaba el tchorbadji bachi (repartidor de sopa, equivalente a un coronel); por debajo el achtchi bachi (jefe de cocina, el capitán) y el sakka bachi (aguador, el teniente). Incluso su típico bork (gorro que simula una manga doblada) estaba adornado por una cuchara (posteriormente se fueron cambiando por plumas, flores y otros objetos) ya que cada uno de los miembros de una orta eran los “comensales” de su estandarte, el kazan (un caldero de bronce). Durante la marcha el kazan iba encabezando el regimiento y en el campamento se colocaba delante de la tienda del tchorbadji bachi, indicando el punto de reunión de la tropa. También el caldero era el protagonista de ciertos rituales. Excepto los viernes, todas las mañanas tres jenízaros, dos llevando el caldero colgado de un largo madero y un tercero con un gran cucharón al hombro, recorrían los barracones o tiendas repartiendo la comida entre los miembros de la orta: todos, independientemente de su rango, comían lo mismo y del mismo caldero. El viernes era el día de mostrar sumisión y lealtad al Sultán, y los jenízaros se dirigían con sus calderos a las cocinas del Sultán donde recibían su comida de aquel que ellos llamaban el “padre que nos da de comer”. Pero no siempre era así. Si no se presentaban a la hora señalada o rechazaban llenar su caldero con la comida, los jenízaros estaban expresando su descontento con alguna decisión del Sultán y era una aviso de que podrían amotinarse si no se accedía a sus demandas. De hecho, si una orta quería obligar a otras a participar en una rebelión era suficiente con robarles su kazan. Lógicamente, la peor humillación para los jenízaros era que su kazan fuese capturado por el enemigo. En este caso, los oficiales eran expulsados de la Ocak con deshonor y a la orta se le prohibía exponerse en público y desfilar con el nuevo caldero. Un regimiento de jenízaros sin kazan a la vista era sinónimo de cobardía e incompetencia y motivo de desprecio. Los jenízaros podían ascender en el escalafón tan solo dentro de su propia orta y en base a criterios de antigüedad y jerarquía y sólo abandonaban su unidad para asumir el mando de otra. En caso de fallecimiento, el regimiento heredaba las propiedades del fallecido. La guardia jenízara se dividía en tres categorías: las Cemaat o tropas fronterizas, con 101 ortas, los Beyliks o beuluks (la guardia personal del sultán), con 61 ortas y los Sekban o seirnen, con 34. Además existían otras 34 ortas integradas por los acemi o aprendices. A mediados del siglo XVI eran unos 30.000. hombres. En campaña, contaban con sus propios equipos médicos de cirujanos musulmanes y judíos y sus heridos eran evacuados a sus propios hospitales de campaña establecidos detrás de las líneas.Llevaban uniformes únicos y como guardias reales tenían el privilegio de usar gorros blancos llamados ak börk por los turcos y mitra o pileus y por los latinos.
Aunque los jenízaros eran arqueros expertos, comenzaron a adoptar armas de fuego tan pronto como estuvieron disponibles durante la década de 1440; también hicieron un uso extensivo de las granadas tempranas y los cañones de mano, como arma de fuego. Los pistolas no fueron inicialmente populares hasta después de la Guerra de Creta (1645-1669. )El sitio de Viena en 1529 confirmó la reputación de sus zapadores e ingenieros. Las espadas yatagan turcas eran el arma distintiva de los jenízaros, todo un símbolo del cuerpo, aunque en tiempos de paz, solo podían portar dagas o palos, a menos que sirvieran como tropas fronterizas o en la guardia de palacio del Sultán,donde lucían hachas y alabardas de eje largo.
La ruina de los jenízaros fue la de muchas élites militares a lo largo de la historia: acostumbrados a vencer, se durmieron sobre sus laureles y pronto se vieron superados por los ejércitos europeos. Pese a ello, dentro del Imperio otomano se volvieron cada vez más poderosos. En 1449, los jenízaros estacionados en Adrianopolis se levantaron en armas reclamando un fuerte incremento en la paga. El sultán reinante accedió a sus demandas, estableciendo así un peligroso antecedente; a partir de entonces, cada sultán que llegaba al trono se veía obligado por la costumbre a premiar a los jenízaros. Cuando en 1451 el sultán Mohamed II ofreció una fuerte cantidad de oro a los jenízaros para asegurarse su apoyo para alcanzar el trono y su lealtad para mantenerse en el, se sentó otro peligroso precedente en virtud del cual cada aspirante al sultanato ofrecía a los jenízaros un sustancioso soborno, para acceder al trono, a costa por supuesto del tesoro imperial. Su influencia en la corte llegaba al extremo de deponer al sultán si convenía a sus intereses; en 1622, por ejemplo, asesinaron a Osmán II, que había protagonizado el primer intento de recuperar el antiguo espíritu militar del cuerpo y reducir su poder, para coronar a Mustafá I. Los planes del sultán Osman II fueron descubiertos por los jenizaros y este pago su atrevimiento con la vida. Los siguientes sultanes optaron, prudentemente, por mantener el status quo de modo que el imperio otomano dejo de ser gobernado por sultanes y visires para ser dirigido por los jenízaros. 100 años después otro sultan, Selim III ,intentara una nueva reforma para organizar a los jenízaros al modo de los ejércitos europeos de la época. También sería destronado y asesinado.
La abolición del devshirme a mediados del siglo XVII marcó un momento decisivo en la historia de los jenízaros. A partir de entonces, el cuerpo se nutrió de los hijos de los mismos jenízaros, al modo de una aristocracia hereditaria, y de nuevos reclutas interesados únicamente por el salario y los privilegios fiscales. Sus efectivos aumentaron enormemente, hasta llegar a unos 135.000 a principios del siglo XIX. Cuando en el siglo XVIII se hizo evidente el declive militar del Imperio otomano, cada vez más amenazado por las potencias occidentales, particularmente Austria y Rusia, muchos señalaron a los jenízaros como responsables. Por ello, el sultán Selim III, al acceder al trono en 1789, puso en marcha un gran programa de reformas, el llamado Nizam-i Cedid, o Nueva Orden, que incluía la creación de un ejército de nueva planta, con instructores occidentales y uniformes de estilo europeo que sustituiría en buena medida al antiguo cuerpo de élite.Los jenízaros se opusieron ferozmente a cualquier innovación que hiciera peligrar sus privilegios y su poder, de manera que el nuevo ejército tuvo que desarrollarse de forma casi clandestina hasta estar listo para entrar en acción. Ello no impidió que en 1807 los jenízaros protagonizaran una violenta sublevación. Junto a estudiantes de teología, entraron en palacio y asesinaron a 17 oficiales del nuevo ejército y clavaron sus cabezas en picas. El sultán, denunciado por el Gran Muftí –la máxima autoridad religiosa del Imperio–, fue destituido en favor de su primo Mustafá IV, quien abolió de inmediato las reformas. Al saber que un gobernador de los Balcanes, Alemdar Mustafá Baja, se dirigía a la capital para socorrer al sultán depuesto, Mustafá IV lanzó a los jenízaros contra su predecesor, al que persiguieron hasta las habitaciones privadas de su madre, en teoría inviolables, y allí lo asesinaron. Cuando Alemdar llegó al palacio, Mustafá IV le arrojó la cabeza de Selim.
A pesar de que los jenízaros eran parte del ejército real otomano y guardias personales del sultán, el cuerpo no era la fuerza principal del ejército; en el período clásico, los jenízaros eran solo una décima parte del total del ejército otomano y su número en el siglo XIV estaría entorno a los 1.000 hombres, unos 6.000 para 1475. A partir de la década de 1530, el tamaño del cuerpo comenzó a expandirse dramáticamente como resultado de las rápidas conquistas que los otomanos llevaron a cabo durante esos años. El ritmo de expansión aumentó nuevamente en la década de 1570, debido al inicio de una serie de guerras con el Imperio Safavid y después de 1593, con los Habsburgo. Para 1609, el tamaño del cuerpo se había estabilizado en aproximadamente 40,000 hombres.
En 1808, Alemdar Mustafa Pasha consiguió el apoyo del Gran Muftí para entronizar al hermano menor de Mustafá IV, Mahmut II. Convertido en su gran visir, quiso organizar un nuevo ejército: los sekban cedit. Pero una sublevación de los jenízaros acabó con Alemdar y forzó al sultán a disolver los sekban cedit. Crecidos por su éxito, durante los años siguientes los jenízaros impusieron su ley en Constantinopla, extorsionando a los tenderos y los comerciantes y causando estragos por doquier, granjeándose así la animadversión de la población. La incapacidad que demostraron para sofocar la revolución griega de 1821 no hizo más que agravar su desprestigio. En 1826 Mahmut II creyó que había llegado el momento de eliminar el obstáculo que los jenízaros suponían para la reforma del Imperio. Mediante un decreto publicado solemnemente en presencia de destacados clérigos y funcionarios, Mahmut II impuso a los jenízaros un nuevo y estricto reglamento. Además, les comunicó que deberían desfilar ante él con un uniforme de estilo europeo.
Aunque en un primer momento los jenízaros prometieron obedecer, pronto todos se conjuraron para no realizar «ejercicios de infieles». El 14 de junio, tres días antes del desfile previsto, realizaron el gesto con el que tradicionalmente mostraban su descontento: volcaron de sus calderos la comida que les habían servido en el palacio y los arrojaron a la calle. A continuación, se lanzaron a las calles en bandas que amenazaban a todo el mundo. Intentaron asesinar al gran visir, aunque no lo localizaron, y amenazaron con esclavizar a las esposas y los hijos de los ulemas y vender a los niños por diez piastras.A diferencia de lo sucedido en 1807, Mahmut II se había asegurado el apoyo de los ulemas, la población y el resto del ejército. Al grito de «Victoria o Muerte», los bajaes y ulemas repartieron armas entre los estudiantes de teología para combatir a los sublevados. Aunque los jenízaros eran más de 20.000, la mayoría carecía de entrenamiento o experiencia en combate y muchos ni siquiera llevaban armas. Mientras tanto, las heterogéneas fuerzas del sultán les iban rodeando en la explanada de At Meydani (el hipódromo), y apuntaban sus cañones hacia ellos desde las colinas cercanas. El 16 de junio, Mahmut II alzó el estandarte del profeta para reunir a sus hombres y marchar contra los rebeldes. Sin comprender lo apurado de su situación, los jenízaros enviaron una delegación al sultán para exigirle la ejecución de los oficiales reformistas y que retirara las tropas leales. La respuesta de Mahmut fue bombardear los cuarteles donde los jenízaros se habían replegado. Los pocos que lograron escapar de las llamas no encontraron donde refugiarse. Muchos fueron asesinados en la plaza del mercado central por la población a la que habían maltratado durante años, armada por el sultán para que se enfrentara a ellos. Al término de la revuelta, sólo en Constantinopla habían muerto diez mil jenízaros. El «Venturoso acontecimiento» –como desde entonces se recordaría la masacre– supuso el fin de la célebre guardia militar otomana. La multitud, enardecida por los ulemas, cubrió de estiércol los calderos y estandartes jenízaros. El cuerpo fue disuelto y sus propiedades demolidas o confiscadas. Las revueltas de los jenízaros en las provincias fueron aplastadas sin piedad. Los que trataban de escapar eran fácilmente localizados gracias a sus característicos atuendos. A finales de mes, todas las unidades jenízaras habían sido exterminadas. La matanza no fue total, pero los pocos jenízaros que lograron sobrevivir tuvieron que esforzarse por pasar desapercibidos.
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