El ejército espartano

viernes, 1 de marzo de 2019

 
Esparta no tenía un ejército; lo era. Los espartanos personificaron a lo largo de la Historia la superioridad física y la organización eficiente. Tan implacables como abnegados, sus rituales guerreros hicieron de ellos la fuerza de combate por excelencia. Durante siglos, Esparta encarnó el militarismo, el centralismo autoritario, la segregación y una brutal represión frente a una Atenas (su archienemiga) que fomentaba la democracia, el individualismo y la alta cultura. Pero en realidad, la polis de Esparta representaba una democracia especial, diferente a la de Atenas. Las dos ciudades-estado, dos polos opuestos, fueron el paradigma de la democracia, una militar – Esparta -, y otra una civil, Atenas. Esparta tenía una constitución de corte militarista, aparentemente elaborada por Licurgo, donde se establecieron no solo sus leyes civiles, sino también sus leyes militares, por lo que el poder y a la fuerza suprema pertenecerán a los ciudadanos,ya que los espartanos creían que la ciudad se veía fortalecida por las personas, no por los ladrillos. Pese al fracaso final, su prolongadísimo período de excepcional éxito como sociedad y como gran potencia, despertó lógicamente un enorme interés en los observadores externos. Creció sometiendo y esclavizando a sus vecinos inmediatos de Laconia y Mesenia, que acabaron siendo conocidos como ilotas («cautivos») y periecos («los que viven fuera»), y controlando con facilidad el territorio más grande de ciudades-estado del mundo griego, unos 8000 kilómetros cuadrados, más del doble del territorio de la segunda ciudad más grande, Siracusa, y más del triple del territorio de Atenas en el Ática (unos 2500 kilómetros cuadrados).
 
Los espartanos convirtieron a los habitantes del principal valle aluvial ribereño del Pamisos, del sudoeste del Peloponeso, en campesinos-siervos, que trabajaban su antigua tierra bajo coacción para beneficio de sus nuevos amos espartanos. Eran la porción mayor del grupo de individuos conocidos en conjunto como ilotas y constituyen el hecho humano individual más importante de la antigua Esparta. Divididos en dos grandes grupos, los mesenios al oeste del Taigeto y los laconios al este, los ilotas procuraron a los espartanos la base económica de su estilo de vida único. Superaban muchísimo en número a los ciudadanos espartanos de pleno derecho, quienes en su defensa se llamaban a sí mismos homoioi, o «semejantes». Tuvieron a los ilotas sometidos durante más de tres siglos. Pero esto tuvo un alto coste. La amenaza de la revuelta ilota, sobre todo de los mesenios, era casi constante, y los espartanos respondían convirtiéndose en una especie de campamento permanentemente armado. Así, los espartanos varones, libres de toda necesidad de trabajo, tenían prohibido cualquier actividad, profesión o negocio aparte de la guerra, constituyendo una fuerza de combate excepcionalmente profesional y motivada. Esparta tenía que estar continuamente alerta y preparada para hacer frente a sus enemigos, tanto interiores como exteriores. La clave del éxito militar de Esparta fueron sus hombres, educados por el estado,según la descripción de Plutarco, con el fin de lograr tres grandes Objetivos: 1. Sumisión ciega; 2. Dolor y resistencia bajo cualquier circunstancia y 3.Victoria en la guerra. El sistema pretendía mantener la condición de los espartanos en la cúspide de una élite dirigente sobre un gran número de pueblos sometidos y esclavos.
 
 
hoplitas espartanos finales siglo V -principios siglo IV a.C.
 
 
 
La organización de la polis esparta era genuinamente militar, un Estado militarizado, ya que toda su política y su estructura gravitaba alrededor de su ejército. Así pues, para conocer el ejército espartano, antes debemos conocer las particularidades de esta ciudad-estado, realmente excepcional respecto al resto de las polis griegas. Las cuatro instituciones básicas de la política espartana eran al mismo tiempo elementos del estado mayor del ejército: Los reyes, la Gerusia – el consejo de ancianos o el Senado, la Asamblea Popular o Appella y los Éforos o los representantes del poder ejecutivo. La sociedad espartana era peculiar dentro de la Grecia antigua y su monarquía es uno de los escasos y extraños casos de diarquía en la antigüedad, esto es, un sistema en la que reinan a la vez dos personas, representantes de dos dinastías distintas. Aristóteles definió esta diarquía como un generalato hereditario y vitalicio. Pero que fuera hereditario no hacía de este sistema una monarquía en sí. El poder real descansaba realmente en una asamblea de guerreros, «apella», y en un consejo de ancianos, la gerusia, formado por los dos reyes y otros 28 miembros elegidos entre los espartanos de más de 60 años. En este sentido, estos dos órganos tenían capacidad para deponer o mandar al exilio a los reyes, si bien los diarcas espartanos se encargaron de mantener bajo su control ambas asambleas aprovechando sus victorias militares para aumentar su poder. El frágil equilibrio entre las instituciones regulado por la Retra (Ley suprema espartana instaurada finales del siglo VIII a. C.,redactada, según la leyenda, por Licurgo, aunque en realidad, resultado de una evolución de varios siglos) fue el denominador común de este reino griego.
 
Los espartanos pensaban que en el origen solo había habido un rey, y que fue un parto doble el que había hecho necesaria la introducción de la diarquía. Esta articulación de Esparta como una monarquía dual, se remonta probablemente a la época de las migraciones, cuando la función principal de los reyes era, por una parte, la dirección del ejército y, por otra, la averiguación de la voluntad divina, tareas de las que siguieron encargándose tras la fundación de Esparta. Ya en época histórica, esta monarquía dual estaba repartida en dos familias que se remontaban a Heracles y a su hijo Hyllos: los Agíadas, que eran considerados como los más distinguidos, y los Europóntidas. Los diarcas espartanos no se repartían el poder, sino que ambos ostentaban las mismas responsabilidades. Los dos reyes eran sacerdotes de Zeus, ambos eran jefes militares permanentes y en un principio podían salir de campaña juntos o por separado, lo cual cambió por los problemas generados sobre el terreno y con el tiempo se prohibió que los dos reyes dirigiesen a la vez al Ejército, de modo que uno se quedaría en la ciudad, mientras el otro salía en campaña militar. De todos modos, con el paso del tiempo los reyes vieron considerablemente restringida su plenitud de poderes, pues estos fueron recayendo cada vez más en instituciones como el Consejo y la Asamblea Popular. A menudo, los reyes aprovechaban su celebridad para modificar a su favor la coordinación de las instituciones regulada por la Retra e intentaban dominar al Consejo y a la Asamblea Popular. Por eso la ciudadanía no solo se alegraba de los éxitos militares, sino que al mismo tiempo recelaba cuando algunos reyes se alzaban por encima de las instituciones de la ciudad. De ahí que, a partir del siglo VI a.C, se limitara el poder de los reyes también en el campo de batalla, por ejemplo, mediante la implantación de consejos de control, la obligación de rendir cuentas o la transferencia del cargo de general en jefe a otros espartanos (cuyos ejemplos más conocidos fueron Brásidas y Lisandro en la Guerra del Peloponeso). Aparte de eso, los reyes tenían que jurar todos los meses que estaban ejerciendo la soberanía real con arreglo a las leyes.
 
La segunda tarea de los reyes consistía en representar a la comunidad ante los dioses. Para cada actuación había que pedir el beneplácito de los dioses, ya fuera mediante la consulta del oráculo de Delfos o haciendo sacrificios, o a través de la observación de los fenómenos naturales. Dado que en este campo las manipulaciones resultaban muy fáciles, los reyes podían influir considerablemente en las decisiones políticas o militares de la ciudad. Con respecto a las instituciones ciudadanas, los reyes eran intocables, pues su interacción con los dioses constituía un complejo extremadamente sensible del que no se podía despojar a los reyes por una simple decisión de los mortales. Porque los reyes, más allá de sus funciones reales de carácter general, eran además sacerdotes del dios supremo de todos los dioses griegos: unos lo veneraban en el templo de Zeus Lacedemón, otros en el templo de Zeus Uranios.  Con arreglo a su posición en el Estado espartano, a los reyes se les dispensaba honores y derechos civiles honoríficos, como, por ejemplo, el traspaso de los bienes reales, una mayor participación en el botín o un sitio de honor en los banquetes. Estos derechos, dado que existían desde tiempo inmemorial, eran inviolables. En el proceso de toma de decisiones en materia de política interior, por el contrario, los reyes ya no ocupaban en la época histórica una posición destacada. Es cierto que, tal y como lo sancionaba la Retra, los reyes pasaban automáticamente a convertirse en miembros del Consejo, pero en la Asamblea Popular tenían que ceder la presidencia a los éforos. Que la realeza en Esparta, a diferencia de otras ciudades de Grecia, se conservara como un factor autónomo y nunca se pusiera en duda, da testimonio del ya mencionado carácter conservador y religioso de los espartanos. El hecho de que la constitución estuviera vinculada a los dioses, de los que se esperaba protección, ayuda y favoritismo, evitaba que se pudiese disponer a voluntad de dicha constitución.
La Gerusia no sólo decidía con respecto a la legislación de Esparta, sino que también era una especie de división de veteranos (sus miembros tenían más de 60 años de edad); la  Appella  que reunía a todos los ciudadanos espartanos mayores de 30 años de edad, tomaba decisiones en temas tan cruciales como la guerra, la paz o la política exterior pero además, también representaba la estructura más importante de la sociedad espartana, el ejército, debido al hecho de que estaba compuesta por los los miembros de la fuerza combativa activa. Los Éforos como poder ejecutivo representaban el lado administrativo del
ejército espartano pero por la supervisión de los asuntos internos, también eran similares a un servicio secreto o a una policía. Esparta subordinada todo al arte de la guerra y el único fin del estado era crear un ejército compuesto por luchadores invencibles, construyendo así su democracia sobre su pilar principal, el ejército, que tenía en su corazón al  “ciudadano soldado”.
 
Los ilota espartanos eran esclavos públicos por lo que no podían ser vendidos fuera de Esparta ni liberados por los particulares. Debían llevar la cabeza afeitada (en contraste con las largas melenas que lucían los espartanos adultos), vestían una tosca prenda de cuero y se cubrían con un gorro de piel de perro (kynê), que era su elemento más distintivo.
 
 
 
Esparta quiere decir «la esparcida» y fue llamada así porque fue el resultado de la fusión de cinco poblados que entre todos contarían unos cincuenta mil habitantes.Ha pasado a la Historia como la potencia militar de su época, donde sus ciudadanos se dedicaban, desde niños, por entero, al ejército. Pero los ciudadanos espartanos podían consagrar su vida entera a la guerra sólo porque sus esclavos, los ilotas, a los que trataban cruelmente, los liberaban de cualquier preocupación material. Dentro de la sociedad esclavista de la antigüedad, Esparta ocupa un lugar especial y claramente diferenciado del resto de Grecia, tanto por su peculiar sistema como por la crueldad del trato del que eran objeto sus esclavos. El Ateniense Critias, dijo que en ningún otro lugar «los libres eran más libres ni los esclavos más esclavos«.  Para entender esta situación, debemos remontarnos al siglo X a.C., cuando los griegos de estirpe doria invadieron la región del Peloponeso y ocuparon las fértiles tierras del valle del Eurotas ,la región de Laconia, esclavizando en masa a sus habitantes. Los invasores dorios les arrebataron sus tierras y les obligaron a seguir trabajándolas, pero para ellos. Estos esclavos recibieron el nombre de ilotas, palabra de origen incierto que los autores antiguos relacionaban con la raíz del verbo «capturar», lo que se aviene bien con la condición de estas gentes como cautivos de guerra. En el siglo VIII a.C., los espartanos, empujados por la superpoblación, se expandieron conquistando la vecina región de Mesenia tras una larga y sangrienta guerra. Según el mismo modelo,también someterán a sus habitantes a la esclavitud, convirtiéndose en ilotas. Los mesenios siguieron cultivando sus tierras y debían pagar un fuerte tributo a sus amos. Así, llegados al siglo V a.C., la mayor parte de los ilotas eran ya los descendientes de aquellos antiguos mesenios reducidos a la esclavitud por los espartanos. 
Esparta hacia el año 500 a.C.
Así, la peculiar forma de vida de los ciudadanos de Esparta, consagrados por entero a la milicia, sólo fue posible gracias a esa enorme masa de esclavos que trabajaba las tierras y se ocupaban de todo el trabajo para su sustento. Pero al mismo tiempo, este gran número de esclavos debía ser controlado para evitar revueltas. Esta dualidad fue la que creó aquella Esparta que los autores antiguos comparan con un campamento, siempre en armas. Los ilotas pertenecían al Estado, eran esclavos públicos por lo que no podían ser vendidos fuera de Esparta ni liberados por los particulares. Debían llevar la cabeza afeitada (en contraste con las largas melenas que lucían los espartanos adultos), vestían una tosca prenda de cuero y se cubrían con un gorro de piel de perro (kynê), que era su elemento más distintivo. Si se desprendían por cualquier motivo de esta indumentaria eran castigados con la muerte, y sus dueños, multados. Poder distinguir fácilmente a los ilotas por la apariencia exterior favorecía su control. Los ilotas vivían sobre todo en los campos, donde formaban comunidades y podían hacer una vida familiar.
 
A cada ciudadano espartano adulto el estado le adjudicaba un lote de tierras con sus respectivos ilotas. Por tanto, estaban ligados a un lote de tierra que tenían que cultivar para ofrecer una parte de la cosecha anual a su amo espartano; el resto de la producción quedaba en manos del ilota. El amo estaba obligado a prestar los esclavos de su lote a otros ciudadanos que los necesitaran, del mismo modo que los caballos o los perros. Algunos ilotas, sobre todo mujeres, se empleaban en el servicio doméstico y personal. El concubinato con hombres espartanos debió de ser frecuente, ya que existía una categoría social llamada móthakes, es decir, «bastardos». Es imposible conocer la exacta proporción de ciudadanos y esclavos en la antigua Esparta, pero podemos estar seguros de que el número de ilotas crecía mientras el número de ciudadanos declinaba constantemente debido a las continuas guerras y una estricta política de ciudadanía, que incluía el abandono de los niños nacidos con defectos físicos. Por ello, el Estado tuvo que tomar medidas a fin de controlar el crecimiento de la población de ilotas. Los éforos (los cinco magistrados que ostentaban el poder supremo), al tomar posesión de su cargo a principios de año, declaraban oficialmente la guerra a los ilotas para que no fuese delito matarlos; pues en el pensamiento de la Grecia clásica cualquier crimen injustificado originaba una mancha religiosa que recaía sobre toda la ciudad. Pero el principal instrumento de represión fue la cripteia. Este término se relaciona con el verbo «ocultar», lo que se explica por la principal exigencia de esta prueba: permanecer sin ser visto en los campos y montes de Laconia. Inicialmente fue una prueba de hombría y de endurecimiento para la vida militar que debían superar los jóvenes espartanos, pero se convirtió en una forma de infundir terror y reducir el peligro de las rebeliones de los ilotas, permitiendo controlar mejor a los esclavos, abortar desde el principio una resistencia organizada e impedir el bandidaje. Plutarco describe la cripteia así: «Cada cierto tiempo, los magistrados enviaban por diversas partes a los jóvenes que eran más juiciosos sólo con un puñal y el alimento imprescindible; de día se ocultaban, pero de noche bajaban a los caminos y degollaban a los ilotas que cogían. Muchas veces, llegando hasta los campos, mataban a los más fuertes y mejores«.
 
Los ilotas se pasaban la vida acechando los infortunios de sus amos, mirándolos con el deseo apenas disimulado de «comérselos crudos«, tal como nos narra Jenofonte. Y el miedo a las revueltas de sus ilotas condicionaba de forma absoluta la forma de vida y la política de Esparta, ya que sus ciudadanos, temerosos de que los ilotas se rebelaran en su ausencia, tuvieron que renunciar a largas campañas militares en lugares lejanos, y limitaron su influencia política y militar a la zona del Peloponeso. La mayor rebelión tuvo lugar en 464 a.C., cuando un terremoto asoló Esparta. Fue tal la violencia del seísmo que murieron 20.000 ciudadanos y sólo quedaron en pie cinco casas. Los supervivientes estaban aun escarbando entre las ruinas cuando el prudente rey Arquidamo II mandó dar la señal de combate y todos los hombres acudieron armados a su presencia. Esto fue la salvación de Esparta, porque los ilotas llegaban desde todos los campos a la ciudad dispuestos a acabar con los espartanos que hubieran sobrevivido; al encontrarlos en orden de batalla, se retiraron. Pero los ilotas mesenios aprovecharon el desastre y se alzaron en armas. Muchos se hicieron fuertes en el monte Itome, una fortaleza natural en el centro de Mesenia, donde resistieron diez años hasta llegar a un acuerdo con los espartanos, que incapaces de someterlos, les permitieron salir del país con sus mujeres e hijos. La liberación definitiva de los ilotas llegaría mucho después, en 371 a.C., cuando las tropas de Tebas, al mando del célebre Epaminondas, infligieron una durísima derrota a los espartanos en la batalla de Leuctra. Tras su triunfo, los tebanos invadieron Esparta y los ilotas mesenios aprovecharon su presencia para rebelarse de nuevo. El victorioso Epaminondas les entregó su antigua patria ya liberada y refundó para ellos la ciudad de Mesene, en la falda del monte Itome. Frente a los ilotas mesenios, el comportamiento de los ilotas de Laconia fue distinto; muchos aceptaron el ofrecimiento de alistarse en el ejército espartano para combatir a los invasores (1.000, según Diodoro; 6.000, según Jenofonte). La sumisión de estos esclavos llegaba a tal punto que, cuando algunos ilotas fueron capturados por los tebanos, se les animó a que cantaran canciones y poemas que sus amos les tenían prohibidos, pero se negaron rotundamente a hacerlo. Cuando llegó la dominación romana, este peculiar sistema esclavista, donde una clase servil ligada a la tierra trabajaba para sostener a una clase privilegiada dedicada a las armas, terminó por desaparecer.
 
Con esta compleja situación, no es de extrañar la necesidad, generada a su vez precisamente por el propio sistema, de un ejercito profesional eficaz y disciplinado para los espartanos. Y para lograr este objetivo, la educación de sus ciudadanos era fundamental y de ahí su peculiar sistema educativo. La educación espartana era muy diferente a la que recibían los jóvenes de otras ciudades estado, ya que Esparta militarizaba totalmente la vida de los jóvenes hasta los 30 años. Se atribuye al legendario Licurgo la introducción de la Agogé, literalmente «cría» (como en el caso del ganado), un sistema educativo, de adiestramiento y socialización integral y obligatorio que transformaba a los chicos en hombres preparados para el combate, cuyo valor, disciplina y habilidad alcanzaron una fama sin parangón. Licurgo, al crear un sistema en el que la primera lealtad de los individuos era para con el grupo, y sobre todo el Estado, antes que con la familia o los amigos, introdujo una interpretación novedosa de lo que significaba ser un politês (ciudadano). El objetivo de la Agogé masculina era formar a los jóvenes para ser ciudadanos guerreros, prepararlos para luchar no sólo contra enemigos exteriores sino también contra los ilotas, el enemigo interno. No era el padre, como sería normal en otras sociedades, sino los ancianos del grupo tribal del niño quienes decidían si este debía ser criado o no. Aquellos débiles,cortos de talla o con malformaciones eran arrojados desde el Taigeto o abandonados.Durante sus primeros siete años, un niño espartano era criado en casa, como cualquier otro niño griego aunque se les sometía a durísimas prácticas como método para endurecerlos; se recomendaba criarlos sin pañales que constriñesen su crecimiento o debilitaran su resistencia al frío y al calor y pronto debían perder el miedo a la oscuridad. Una vez endurecidos, tras el séptimo aniversario se le sacaba del entorno familiar, para siempre, y se lo incorporaba al sistema educativo comunitario y obligatorio. Empezaba la verdadera Agogé (la crianza).
 
El Estado espartano asumía la tutela y la educación pública de los futuros soldados, para lo cual eran alojados en barracones y se destinaba a funcionarios especializados para su formación. Así entre los siete y los dieciocho años, los niños y los jóvenes estaban organizados en «manadas» y «rebaños», bajo la supervisión de espartanos adultos jóvenes. Se les alentaba a romper los vínculos exclusivos con sus familias y a considerar que todos los espartanos de la edad de su padre eran in loco parentis. Estos cuidadores incentivaban el liderazgo natural a través de la selección de cabecillas. En cada clase se nombraba paidónomo, al más valeroso, al que mejor había resistido las desolladuras y los latigazos de los instructores y el que más brillantemente había soportado las noches en a la intemperie. Su vida era austera: los jóvenes dormían sobre lechos construidos con juncos, cortados de las orillas del río Eurotas y disponían de un solo manto para todo el año. Con el tiempo se acostumbraban al dolor. De hecho, la mayor parte del tiempo permanecían desnudos (y mugrientos porque raramente se les permitía bañarse) para prepararlos para resistir el frío y el calor extremos y debían permanecer siempre descalzos para endurecer sus pies para la batalla. A los niños se les cortaba el pelo al cero y no se les permitía llevarlo largo y bien cuidado (uno de los rasgos más característicos de los ciudadanos espartanos) hasta que alcanzaban los 15 años. Aprendían el pyrriche, una danza ritual que efectuaban portando sus armas por la cual se entrenaban en los movimientos con estas armas. También debían aprender todas las canciones tradicionales del Tyrtaios, que se cantaban por el ejercito en campaña y se les enseñaba a leer y escribir. Cuando cumplían los 10 años comenzaban a participar en competiciones deportivas, de baile y musicales.
 
Se lavaban poco, ignoraban la existencia del jabón y de los ungüentos, y tenía que procurarse la comida por sus propios medios, robando, pero sin que le descubrieran, porque en tal caso era duramente castigados. Es más, cualquier ciudadano podía castigar a los niños si así mejoraba su disciplina. El método preferente era el apaleamiento, que contaba con una suerte de ritual. El lugar de apaleamiento se encontraba ubicado en un bosque, puesto que era necesario un árbol vigoroso y robusto, al cual se le enganchaba una cadena y a ésta un palo. Lo que hacía el muchacho era agarrar este palo mientras otros dos de sus compañeros lo apaleaban. Si el muchacho desfallecía por efecto del agotamiento o del dolor, otros dos compañeros se encargaban de levantarlo para que pudiesen finalizar su castigo. 
 
El objetivo final de estos castigos no sólo era que aprendieran el valor de trabajar en grupo y de respetar la autoridad ciegamente, sino también conseguir estimular su capacidad de concentración y su entrenamiento psicológico. La lucha, los ejercicios atléticos y el manejo de las armas también eran las materias fundamentales y la educación formal de los jóvenes espartanos era mínima, salvo en materias como la música, gimnasia y juegos relacionados con los principios del arte de la guerra. Aprendían a leer y a escribir, al menos de forma básica, así como a cantar, principalmente letras de marchas. De los hijos de Esparta se esperaba que hablaran de forma sólida y concisa. La única evasión era el canto. Pero estaba prohibido el individual, admitiéndose tan solo el coro, que consolidaba la disciplina. La música ,principalmente de tipo instrumental, ayudaba a la espartanos a ignorar el ruido de la batalla,pero también a tomar al enemigo por sorpresa. Esquilo en su obra «Los persas», describe el efecto que las tropas espartanas producían al llegar al campo de batalla: el sonido de flautas acompañadas de los himnos cantados por el ejército. 
 
Un ejemplo particularmente llamativo de esta paternidad desplazada o vicaria era la institución de la pederastia ritualizada. A partir de los doce años, momento en el que se convertían en jóvenes (meirakion), el ejercicio físico era incrementado y se esperaba que cada adolescente aceptara a un guerrero adulto joven como amante (el término espartano técnico para el compañero activo de más edad era «inspirador», mientras que el joven recibía el nombre de «oidor»). Seguramente, la relación era sexual por lo general, pero el sexo no era siempre el principal objetivo. La dimensión pedagógica se pone claramente de manifiesto en el relato de un joven espartano que cometió el error de gritar de dolor durante uno de los combates despiadadamente duros que salpicaban el desarrollo de la Agogé. No fue el joven quien fue sancionado por esta infracción del código espartano de silencio autodisciplinado: el castigo cayó sobre el amante mayor del chico por no haberle educado como es debido.Se dice que Lisandro llegó a ser amante de uno de los adolescentes espartanos más cotizados que estaban en la Agogé, nada menos que Agesilao, el hijo más joven del rey reinante Arquídamo II. No se esperaba que Agesilao, como hijo del segundo matrimonio de Arquídamo, subiera al trono euripóntida, por lo que no quedó eximido de la Agogé, como sí ocurrió en el caso del príncipe coronado Agis (el futuro Agis II). De hecho, era una especie de sorpresa, en dos sentidos, que Agesilao fuera capaz siquiera de pasar por la Agogé: había nacido cojo, lo cual podía haberlo condenado a ser abandonado como bebé y por tanto a una muerte temprana; no obstante, pese a su cojera llevó a cabo todas las exigentes tareas físicas establecidas por la Agogé con un éxito clamoroso. En algunos casos puntuales y muy excepcionales, que precisamente por ello eran considerados como un gran honor, algunos hijos de dignatarios extranjeros podían ser educados en la Agogé como invitado extranjero de honor. 

Agesilao II, rey de Esparta.
 Agesilao era de pequeña estatura y apariencia corriente, y estaba algo cojo desde que nació. Estos hechos fueron utilizados como argumento contra su sucesión ya que un oráculo había advertido a Esparta contra un reinado «cojo». pero Argesilao era un líder con éxito,cauto, siempre alerta y rápido; un hombre, además, cuya valentía personal era incuestionable. Como estadista ganó tantos partidarios entusiastas como enemigos acérrimos, pero de su patriotismo esta fuera de toda duda. Vivió en el estilo más frugal igual en casa que en el campo, y aunque sus campañas fueron emprendidas en gran parte con botín seguro, se contentaba con enriquecer al estado ya  sus amigos y regresar tan pobre como había partido. El peor rasgo de su carácter era su odio implacable a Tebas, que condujo directamente en la batalla de Leuctra y a la caída de la posición de supremacía de Esparta.

Jenofonte describe de manera magistral los efectos del entrenamiento tanto físico como psicologico de los espartanos, de los niños como futuros soldados: «… cuando sea necesario,los jóvenes espartiatas habrán soportado esfuerzos extraordinarios«; » tenías la impresión de que las estatuas de mármol hablaran, de que las estatuas de bronce te miraran ti, en lugar de esos adolescentes…».  La Agogé duraba hasta los dieciocho años, cuando los muchachos se convertían en ciudadanos adultos (eiren) y durante ese año servían como instructores de los jóvenes. También tenía lugar en este momento un proceso de selección para escoger a los destinados a los puestos superiores de una vida espartana adulta — miembros de la guardia real de élite y máximos cargos militares, a la larga elegidos para la Gerusía—. Estos espartanos selectos formaban lo que se conocía como la Cripteia o krypteia, una especie de unidad de operaciones especiales cuya tarea consistía en controlar a los ilotas amén de demostrar su buena disposición para las responsabilidades de la madurez guerrera. Su selección, como la gestión de la Agogé en su conjunto, estaba probablemente en manos del paidonomos, literalmente el chico-rebaño, que era nombrado por los éforos («supervisores»): este consejo de cinco miembros elegía anualmente dirigentes que representaban el principal poder ejecutivo en el Estado espartano, junto a los dos reyes y de hecho a veces por encima de ellos.

 
Finalizada aquí la Agoge, el requerido apuntalamiento social del estilo militar de vida lo proporcionaba el sistema de mesas comunes (pheiditia, sussitia), también conocidas como tiendas comunes (suskania). Era un derecho y un deber de todos los ciudadanos formar parte de esas mesas comunes y son una supervivencia de la antigua institución de los clanes, la «casa de hombres» atestiguada en muchas sociedades primitivas. La elección para las mismas tenía lugar cuando los candidatos tenían en torno a veinte años, y era competitiva: un simple voto negativo bastaba para rechazar a un candidato. Naturalmente, algunas mesas eran más exclusivas y deseables que otras, sobre todo la mesa real, en la que ambos reyes cenaban con sus asistentes elegidos cuando se hallaban en Esparta. No conseguir la elección a ninguna mesa común equivalía a la exclusión del conjunto de ciudadanos espartanos y, quizá, también del ejército. La principal comida del día se tomaba por la noche. Cuando los comensales entraban o salían del comedor estaban prohibidas las antorchas encendidas, al parecer para acostumbrar a los soldados a los movimientos sigilosos de noche (algo en lo que los ejércitos espartanos eran especialmente hábiles). La asistencia a estas comidas diarias de la mesa común era tan importante que se aceptaban sólo y exclusivamente dos razones para estar ausente: tener que llevar a cabo un sacrificio religioso o formar parte de una expedición de caza (que en Esparta tenía una enorme importancia simbólica). Hasta los sesenta años se comía en la mesa pública, donde la dieta era rigurosa. Quien engordaba hasta rebasar un límite, era confinado. Los príncipes espartanos coronados de cada casa real estaban, de forma excepcional, exentos de la obligación —por lo demás, universal— de todos los espartanos de pasar por la Agogé como condición para alcanzar la ciudadanía. Esta exención era concedida quizás en parte por razones pragmáticas, en el caso de que un príncipe coronado demostrara no estar a la altura de las exigencias físicas y psicológicas de la Agogé, pero seguramente era por razones sobre todo simbólicas, para subrayar lo extraordinarios que eran los reyes espartanos, como «semilla que realmente eran del semidiós hijo de Zeus», Heracles. 

Si después de veintitrés años de esa vida no había muerto aún, podía volver a su casa y tomar esposa. A las chicas espartanas, a diferencia de las del resto de Grecia, se las educaba y socializaba formalmente con el fin de convertirlas en compañeras adecuadas para los hombres y en madres adecuadas de futuros guerreros espartanos. Las chicas que aguardaban no tenían secretos que esconderles porque estaban obligadas a contender desnudas en las palestras, de modo que todos podían escoger la más florida y sana. El celibato era un delito y se castigaba obligando a quien caía en él a la desnudez hasta en invierno y al canto de un himno en el que reconocía haber desobedecido la ley. El ser apto para el combate solo era el primer paso en un proceso para alcanzar la plena ciudadanía y poder acceder a las magistraturas. A los 30 años se les entregaba una hacienda con sus terrenos y su lote de esclavos Ilotas para que formaran su propio hogar. Era en ese momento que adquirían todos los derechos de un ciudadano como uno de los iguales (homoioi). No sabemos nada de sus actividades en tiempos menos tumultuosos, tal vez patrullaban contra pandillas de ladrones, reunían información de inteligencia y mantenían la seguridad en el campo.Cuando no se encontraban en expediciones militares, los espartanos pasaban su tiempo en danzas corales,festivales y banquetes, cazando y ejercitándose físicamente. Todo ciudadano espartano era susceptible de ser movilizado para el servicio de armas fuera del lakedaimon hasta 40 años después de su madurez, teniendo constancia de ciudadanos que murieron en batalla a la increíble edad de 80 años, como es el caso de Hippodamas en el año 364.

 
Así pues como hemos visto ,la sociedad espartana comprendía tres categorías socioprofesionales y cada una de ellas jugaba un papel decisivo: los espartiatas, los ciudadanos o los hombres de igual estatus, homoioi, eran en realidad los únicos componentes reales de la política, dominando Esparta como una aristocracia militar. Tras estos, los periecos, hombres libres  que trabajaban como artesanos y comerciantes y que también podían servir en el ejército como fuerzas auxiliares subordinados a los espartanos. Pueden ser considerados una especie de agentes económicos que proporcionaban los recursos necesarios para los guerreros de Esparta. Por último, Los Ilotas, esclavos que eran considerados propiedad del Estado espartano,totalmente sometidos y cuyo asesinato era una etapa mas en la instrucción militar de sus ciudadanos.

Han sobrevivido gran cantidad de evidencias en relación con la organización militar espartana, pero gran parte de ella son contradictorias. Fragmentos supervivientes de los poemas de Tyrtaios, escritos durante la segunda guerra mesenia ( 670 a 657 a. C), nos cuentan que el ejército de Esparta estaba organizado y luchaba entonces agrupado en tres tribus, a saber: Pamphyloi, Hyllei y Dymanes; estos seguramente no sean los nombres tribales tradicionales ya que parecen una invención de época homérica, donde era la forma normal de organización politico-militar de los ejércitos. Si las leyendas acerca de Licurgo tienen algún valor histórico, las tres tribus pueden haber sido introducidas por este legislador mítico tal vez en la mitad del siglo VIII a.C. y quizás tomadas de Creta, ya que las leyendas sugieren que Licurgo tomo muchas de sus ideas legislativas de la práctica cretense. Si esto es así, la tribu espartana puede haberse dividido a su vez en hetaireiai (bandas de camaradas) como fue el caso en creta hasta el período helenístico. Otra subdivisión de la tribu mencionada en nuestras fuentes es la phratra, o fraternidad, un término relacionado con el latín frater, hermano. Al igual que la tribu, las phratra era un grupo de parentesco falso formado para introducir una organización político-militar más formal en la sociedad aristocrática y aparecen por primera vez con Homero. Los phratrai espartanos eran 27 y presumiblemente fueron asignados 9 a cada tribu; se sabe que sobrevivieron como clubes religiosos y sociales que participaban en el festival religioso de la Karneia o Carneas, un fósil religioso como lo era de su identidad militar original. Era una de las fiestas religiosas más importantes de la antigua Esparta y de muchas otras ciudades dorias, celebradas en honor de Apolo Carneo, al que se rendía culto en varias partes del Peloponeso. Como los phratrai están tan estrechamente relacionados con el festival, es posible que también se hayan introducido al mismo tiempo. Se sabe que en 676-673 a.c. el poeta Terpandro fue el primer vencedor en el concurso de poesía que formaba parte del festival religioso de la Karneia, y por lo tanto,la Karneia debe haberse introducido, o más probablemente reformado, entorno a esta fecha. Como los phratrai están tan estrechamente relacionados con el festival, es posible que también se hayan introducido al mismo tiempo.Del tamaño total de la población guerrera en este momento, todavía no tenemos la mas mínima idea.

Alcmán, que escribió durante la última década del siglo VII a.C., es la primera fuente que menciona el nuevo sistema administrativo de las cinco obai, o pueblos (en el sentido de  asentamientos, villas, poblados, etc..), que reemplazó a las tres tribus. Ahora, cada oba suministraba un lochos  o compañía, al ejercito espartano. Esta reorganización de la ciudadanía espartana en obai puede ser datada en las décadas inmediatamente anteriores a Alcmán. Textos contemporáneos mencionan dos arcaicas estructuras organizativas espartanas que como en el caso de las phratrai, se habían fosilizado en el periodo clásico, la enomotia o «banda jurada», de quizás unos 60 hombres y las triakas o «treintas». Así pues, el sistema espartano de este momento integraba al total de la población guerrera en cinco Lochoi, unos 4500 hombres en total, 30 triadas de 30 hombres por cada lochos.  A medida que aumentaba la población griega a lo largo del periodo arcáico, estos tendieron a a introducir nuevas estructuras políticas y militares. Heródoto nos informa que en la batalla de Platea (479 a.C.), el ejército espartano ascendía a 5.000 hombres y ya que el millar no pude ser dividido entre treinta, debemos asumir que por entonces, las triakas ya habían  sido abandonadas como unidad básica del lochos en algún momento del siglo V a.C. Aparece ahora una unidad conocida como pentekostys de 50. Aunque el lochos se mantenía como la unidad principal del ejército espartano hasta el siglo V a.C. su fuerza fue reducida y su estructura interna, modificada. Tucidides describe la nueva organización de los lochos en su narración de la primera batalla de Mantinea (418 a.C.): el lochos de 512 fue dividido en cuatro pentekostyes de 128 hombres, a su vez divididos en 16 enomotiai de 32 hombres. Así, la fuerza armada espartana habría caído a un total aproximado de 2.560 hombres. 

Hay varios factores que podrían haber influido en este catastrófico descenso de la población espartana, pero sin duda el más importante esta relacionado con el terrible terremoto que sacudió Esparta alrededor del 464 a.C y a las pérdidas causadas por la Tercera Guerra Mesenia que le siguió. La escasez de soldados en este momento fue tan severa, que se desarrolló una nueva estructura organizativa en la que los periecos se mezclaron con los espartiatas. La Mora, la división, es mencionada por primera vez en el 403 a.C. estaba comandada por un polemarchos; el ejército se dividiría ahora en seis morai de 576 hombres cada una a las que se agregaría una unidad de caballería de 100 hombres. El total de soldados ascendería ahora a unos 4.000. A su vez, la mora se subdividía en en cuatro lochoi, 8 pentekostyes y 16 enomotiai. Cada enomotia agrupaba 36 hombres. Además de la escasez de tropas espartanas que hizo imperativa la inclusión de los periecos en las nuevas formaciones militares, la introducción de la mora también se ha visto influenciada por consideraciones estratégicas. Comenzando con la ocupación de la Dekeleia en el Ática en 413 a.C., que finalmente resultó ser una de las causas principales de la victoria de Esparta en la guerra del Peloponeso, las guarniciones de los lacedemonios comenzaron a estacionarse permanentemente fuera de Laconia. La tarea mantener esas guarniciones se rotaba entre las moras. Un ejército organizado en cinco lochoi, reclutado en una aldea particular de Esparta, ya no era deseable, ya que el impacto de un desastre sobre una de las guarniciones, tras las consecuencias demográficas descritas anteriormente, caerían severamente en una sola ciudad y en consecuencia, el oba ya no se usará como base para el reclutamiento del ejército lacedemonio. No volveremos a tener referncias de la mora después de la batalla de Leuctra (371 a.C.); antes de la batalla, había seis lochoi lacedemonios en los seis morai. Descripciones del ejército lacedemonio del 368 a. C. En adelante el ejército se dividió en 12 lochoi pero la organización integral de los lochos es, sin embargo, bastante incierta. Las distintas unidades del ejército espartano eran apropiadas y estaban bien entrenadas para el territorio que debían proteger. Era básicamente un ejercito terrestre, hecho que les venía determinado por su propia orografía, siendo por tanto la infantería la parte del ejército en en el que se centró el militarismo espartano y en realidad, los soldados de Esparta fueron los mejores en casi cualquier situación. La reina del ejército, la infantería, estaba compuesta por hoplitas, cuyo nombre aparentemente se origina en el escudo que portaban,el hoplón,la pieza fundamental de su equipo, el escudo de dos asas que llevaban en una posición inalterablemente fija en el brazo.izquierdo, de modo que la cobertura de su lado desprotegido dependía de su vecino a la derecha en la falange. 

 
La palabra griega hopla, que desde luego incluía el escudo, se usaba para referirse a las armas y la armadura conjuntamente. Una panoplia era un equipo completo de hoplita, que constaba de un gran casco de bronce construido a partir de una sola lámina de metal, que ofrecía buena protección para la cabeza pero volvía al hoplita prácticamente sordo; un peto de bronce o (más adelante) de cuero o tela; un escudo grande y redondo básicamente de madera, recubierto todo de bronce en el caso de los espartanos; protecciones abdominales y grebas de bronce, y posiblemente también protecciones de bronce para brazos y tobillos. La principal arma ofensiva del hoplita espartano era su lanza; el rey Argesilao solía decir que los muros de Esparta eran sus hombres jóvenes y que estaban limitados por las puntas de sus lanzas. En campaña, el hoplita espartano debía portar su lanza en todo momento, realizada en madera de fresno, la madera que mejor combinaba ligereza con fuerza.Con unas dimensiones de 1,5 a 2,5 m, la punta de lanza, en forma de hoja, se confeccionaba en hierro. Posteriormente, se le añadirá una punta trasera en bronce. Junto con la lanza, os espartanos portaban una espada de hierro de refuerzo, inusitadamente corta, más parecida a una daga. Dos elementos más del uniforme son típicamente espartanos: el cabello largo y una capa de color rojo intenso (tan importante que acompañaba al hoplita espartano tanto en la vida como en la muerte). 
Los espartanos llevaban en su aspis, el escudo hoplita, la lambda como emblema de la ciudad de Esparta,equivalente a la «L» de nuestro alfabeto, por lo que este emblema hacía referencia a los lacedemonios, el nombre con que eran conocidos los habitantes de Lacedemonia, es decir todo el territorio que se articulaba en torno a la ciudad de Esparta. No sabemos con certeza la fecha en la que se decidió que la lambda sustituyera a los antiguos blasones individuales que cada soldado o familia llevaba en su escudo, pero se puede situar entre 470-460 a.C. Con anterioridad a la lambda, los hoplitas espartanos portaban sus propios blasones individuales o familiares, por lo que la típica imagen de Leónidas y sus trescientos defendiendo las Termópilas con sus escudos con la lambda, es totalmente farsa. Este cambio en los blasones homogeneizó aún más a los espartanos, que ya llevaban todas las túnicas de color carmesí, haciendo que nadie destacara del grupo, y por supuesto cohesionaba aún más a los ciudadanos con un sentimiento de pertenencia a una misma colectividad. Como en otras muchas cosas, los espartanos causaron tendencia y el resto de las ciudades griegas copiaran este sistema, apareciendo así la alfa en los escudos atenienses, o la sigma en los ciudadanos de Sición.
El hoplita, soldado de infantería con armamento pesado, aparecerá en las pequeñas ciudades-Estado diseminadas por todo el mundo de habla griega. Jenofonte, el historiador del siglo IV a. C., subrayó la conexión entre los pequeños propietarios y el grupo que combatía formando una falange: «El cultivo de la tierra enseña a ayudar a los demás. Así, al luchar contra los enemigos es necesario, lo mismo que al trabajar la tierra, contar con la ayuda de otras personas». En la mayoría de las regiones griegas, sólo los pequeños agricultores, fueron cada vez más quienes hicieron las leyes, cultivaron productos alimenticios y libraron las guerras de sus ciudades durante los siglos VII y VI. quienes no eran hoplitas formaban una minoría despreciada.
 
La práctica bélica griega se mantuvo sin cambios a lo largo de dos siglos (700-500 a. C.), en el sentido de que las batallas entre hoplitas derivaron de unos hábitos agrarios extendidos y generaron un protocolo militar que reducía deliberadamente cualquier conflicto a un choque entre columnas de lanceros revestidos de bronce librado en una sola tarde. Cuando surgía un conflicto —motivado casi siempre antes del siglo V a. C. por algún territorio en disputa, a menudo marginal y fronterizo—, las ciudades-Estado acordaban resolver el problema mediante una colisión súbita entre columnas de hombres acorazados. 
 
Cada terrateniente guerrero compraba su propia armadura, cuyo peso en madera y metal podía alcanzar unos abrumadores 35 kilos: grebas (piezas de bronce para proteger las piernas), yelmo, un escudo cóncavo y redondo, coraza, jabalina de punta doble y una espada corta como arma secundaria. De uno en uno y aisladamente, los hoplitas griegos agrarios constituían un blanco lento e indefenso y si se actuaba con destreza, eran fáciles de vencer.  El guerrero de infantería estaba intrínsecamente mal adaptado al relieve natural y al terreno de Grecia. 
Pero la mayoría de los campesinos griegos no tenían ninguna intención de luchar en solitario ni lejos de sus campos de cultivo llanos, su terreno favorito, y mucho menos contra magnates a caballo o, en las colinas, contra merodeadores sin tierra, claramente inferiores a ellos en rango social. Reunidos en las apretadas filas de la falange, optaban, en cambio, por un tipo de guerra agrícola, en la cual imponían sus condiciones predominantemente agrarias: campesinos que combatían contra otros campesinos por tierras cultivables sobre campos de cultivo. La acumulación de altos escudos a lo largo de columnas acorazadas y las lanzas salientes de las tres primeras filas hacían que las densas líneas de la falange resultaran invencibles frente a unos atacantes provistos de armas ligeras o montados a caballo. Para el hoplita campesino, la clave de esta lucha peculiar consistía en abrir un hueco en la línea del enemigo. Una ruptura así permitiría a sus camaradas acorazados ser empujados tras él, sembrando el desorden en el interior de los beligerantes y causando de ese modo el pánico entre las masas de los hoplitas enemigos, que no podían oír y apenas ver. En el tumulto del campo de batalla, la táctica y la estrategia carecían de significado para los hoplitas. El propósito deliberado de la lucha era prescindir por completo de la necesidad de reservas, articulación, estratagemas y maniobras. La falange era pues la polis en armas, un cuerpo colectivo e igualitario de ciudadanos-guerreros motivados patrióticamente de un modo imposible para cualquier leva o grupo mercenario o profesional, un símbolo físico de la frontera. 
 
Bajo aquel sistema de combate en campo abierto anterior a la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), las luchas intestinas podían ser muy frecuentes entre las ciudades-Estado griegas, pero sus gastos de defensa seguían siendo escasos. Las armas eran iguales, casi uniformes, en todos los bandos, y por tanto reciclables, además de duraderas y reparables. No existía un reducido cuerpo de oficiales. En una batalla campal, las víctimas mortales se situaban en torno al 10 por 100 de los respectivos ejércitos, pues las persecuciones a gran distancia eran impracticables y se solían evitar. La instrucción militar y el tiempo dedicado a las campañas eran igualmente desdeñables. La soldada, los asedios prolongados y las amplias fortificaciones característicos de la guerra griega más tardía eran todavía fenómenos esporádicos. En la época clásica de las batallas entre hoplitas, en los años 700-431 a. C., la prosperidad material generalizada y la constante evolución cultural de las ciudades-Estado griegas se debían en gran parte a las meticulosas limitaciones impuestas a la lucha. la cultura de la polis griega, a diferencia del antiguo Oriente Próximo, floreció precisamente porque las matanzas organizadas y los gastos en defensa se mantuvieron dentro de unos límites «razonables». El siglo V a. C. introdujo un cambio en esta situación.
 
La eficacia en la acción dependía no sólo del mero número de combatientes sino de la coordinación estrecha, la disciplina rígida y la moral alta. Los espartanos aseguraban esto mediante una instrucción constante, que eran capaces de asumir, pues podían permitirse mantener el único ejército profesional de toda Grecia. Los combates hoplíticos eran especialmente feroces y exigían una especie de guerra cuerpo a cuerpo, cara a cara, verdaderamente espeluznante a menos que los soldados se hubieran preparado física y mentalmente según el riguroso estilo espartano. En cuanto a la formación en batalla de estas unidades, el diseño del hoplon significaba que sólo podían cubrir el lado izquierdo del cuerpo; la falange formaba en un orden cerrado con los escudos dispuestos, de modo que cada hombre protegía con el suyo el lado derecho desguarnecido del compañero. Se producía así un fenómeno comentado por Tucídides: «En verdad todos los ejércitos, cuando se ponen en acción, suelen cabecear indebidamente hacia el ala derecha en sus acometidas y, así, dominan con su ala derecha la izquierda del enemigo. Y ello hace que, por temor, cada soldado proteja lo más posible su lado derecho desguarnecido con el escudo del compañero más próximo, al considerar que cuanto más cerca estén los escudos mayor será la seguridad. El problema se inicia en el hombre del extremo derecho de la primera línea que, en su afán de hurtar su lado desnudo al enemigo, extiende esta prevención a los demás, que siguen su ejemplo». Ni siquiera los disciplinados espartanos eran inmunes a este fenómeno: en la batalla de Mantinea, en las guerras del Peloponeso (418 a.C.) el ala derecha espartana fue extendiéndose gradualmente sobre la izquierda ateniense, mientras la derecha de Atenas avanzaba hacia la izquierda de Esparta. La falange espartana en Mantinea presentaba ciertas variantes en el número de filas, pero en conjunto eran de ocho líneas de fondo. Jenofonte refiere que los espartanos modificaban la profundidad de su falange según las circunstancias tácticas: a veces, una enomotia contenía tres de frente y 12 en fondo, a veces seis y seis. La falange era, sin embargo, más que una simple disposición táctica de choque. En concreto, los hoplitas espartanos, con una vida de intensa agitación, eran capaces de una sorprendente maniobrabilidad para una formación de su clase. Jenofonte describe cómo su entrenamiento en la contramarcha les permitía reorientar rápidamente su falange en cualquier dirección; Herodoto relata que en las Termopilas los hoplitas espartanos, tal vez recurriendo a este método, ejecutaron con éxito retiradas fingidas, una táctica más habitual entre las tropas ligeras.En Cunaxa,los Diez Mil, instruidos por el espartano Clearco, rompieron el flanco izquierdo persa, abrieron las filas para dejar pasar indemnes los carros persas de cuchillas, persiguieron a sus enemigos hasta estar a 5 km del campo de batalla, volvieron sobre sus pasos y mantuvieron la posición para repeler una carga de caballería, lo que indica una formación poderosa, flexible y ágil.

Formación de falange hoplítica griega
 
Así pues,el ejercito espartano clásico, se estructuraba en unidades móviles, los morai, batallones, probablemente 6, con 400 hombres divididos en 4 Lochagoi, compañías con 100 hombres, que a su vez se dividían en dos Pentekonteres, pelotones formados por 50 hombres, (Jenofonte los denomina filas). En la base de la estructura estaban los Enomotiai, grupos formados por entre 32 y 36 hombres. La jerarquía era simple, el rey, que lideraba el ejército, desempeñaba el papel de un general; sus subordinados,los polemarchos, lideraban los 6 morai, seguidos por los oficiales que diriginan los lochagoi, que recibían el nombre de las unidades y que eran asistidos por el protostatoi, una especie de vice comandantes; sus subordinados eran los que lideraban los pentekonteres, generalmente llamados del mismo modo; en consonancia con esta estructura, la falange espartana se dividía en seis morai, donde al frente de cada mora se situaba un polemarca-, por debajo había cinco lochagai, ocho pentekostyesy 16 enomotarcas, cada uno de ellos como comandante de un enomotia (pelotón) de 36 hombres. El enomotia se dividía en tres filas de 12, y el enomotarca encabezaba la fila derecha, con el ouragos (el segundo al mando) en la parte de atrás. Las unidades más pequeñas estaban dirigidas por el enomotarchoi, similar a los sargentos de hoy en día. Junto a estos estaban los comandantes de los contingentes aliados y los encargados de los transportes.

 
Los espartanos avanzaban cantando el himno guerrero nacional o peán, que les instaba a reverdecer las hazañas de sus intrépidos ancestros y una falange en movimiento era una visión aterradora..En Cunaxa 700 hoplitas espartanos avanzaron hacia el enemigo entonando el peá y conforme se acercaban, parte de la falange se adelantó al resto y la que quedó atrás empezó a marchar a doble paso. Al mismo tiempo, lanzaron todos el grito del “Eleleu”, que invocaba al dios de la guerra,Ares, sin dejar de correr hacia el enemigo. Algunos pretendieron espantar a los caballos haciendo entrechocar lanzas y escudos. Y los persas, aun antes de estar al alcance de las flechas, flaquearon,salieron despavoridos y huyeron. No está claro lo que sucedía cuando el enemigo no huía. Las pruebas de la época indican que los encuentros entre distintas falanges se resolvían en una mezcla de empellones, escudo contra escudo (el othismos), y alanceamientos, hasta que una se abría paso. La creciente profundidad de la falange culminará en el modelo de 50 en fondo de los tebanos en Leuctra, donde los espartanos fueron literalmente barridos. Dada la longitud de la lanza hoplita, la formación cerrada de los hombres de al menos cuatro filas podían ensartar a los de la primera línea enemiga, ayudando a sus compañeros en su acción de empuje y alanceamiento contra los oponentes con una amenaza múltiple. Como además debían avanzar para ir relevando a los compañeros caídos en las filas delanteras, cuanto más profunda fuera la falange mayor sería la eficacia para mantener una lucha prolongada. Por tanto, aun cuando la falange no superara al contrario en el primer envite, podría derrotarlo por desgaste; en todo caso, la profundidad de la formación, combinada con la determinación de sus individuos, era de importancia sustancial.
 
La doctrina para la defensa de Esparta fue cuidadosamente establecida y confiada en torno a ciertos ejes:
 
1. La movilidad del ejército.
2. La instrucción nunca se detiene, es permanente.
3 La preparación de las campañas hasta el menor detalle; el campamento espartano en campaña tenía que ser circular, supervisado por los propios espartanos y estar en movimiento periódicamente para que el enemigo no tuviese información del mismo y pudiese ser objeto de ataques, engañando así su vigilancia. 
4. Cuidadosa supervisión del movimiento de los aliados de los espartanos; confiar solo en las fuerzas y habilidades de combate espartanas.
5. Los combates se llevarán a cabo solo mientras se enfrenta cara a cara al enemigo y los espartanos desplazaran sus tropas en el campo de batalla siempre que sea necesario para mantener esta posición. Esto cobra aún mas importancia si tenemos en cuenta que las maniobras del ejército espartano solían ser mucho más complicadas que la lucha misma, ya que estaban en una constante alerta máxima.
6. La cohesión de las tropas antes de una batalla era asegurada por ciertas ceremonias religiosas destinadas a atraer la protección de los dioses. 
7. Estricto mantenimiento del orden en la batalla por la aglutinación de los soldados espartanos alrededor del comandante más cercano, incluso si no era su líder directo.
8. El enemigo no era seguido mientras se retiraba, ya que se consideraba un acto deshonroso.
9. Los combates prolongados con el mismo enemigo fueron prohibidos por razones de estrategia, para que no pudieran copiar el modelo de lucha espartana.
10. Evitar un enfrentamiento directo cuando el enemigo estaba en una posición superior, pero atacándolos cuando estaban en una posición inferior.
 
Gracias a la obra de Jenofonte «Constitución de los lacedemonios»,conocemos los procedimientos y maniobras espartanas para el combate; el ejército era movilizado por los Éforos, que ordenaban la movilización de los veteranos. Mientras permanecían en Esparta, los reyes realizaban sacrificios en honor de Zeus Agetor antes de que el ejército abandonase su territorio. En la frontera espartana, nuevamente, realizaban sacrificios, esta vez en honor de Zeus y Atenea; en los sacrificios, el rey era asistido por dos éforos, que lo acompañaban en campaña,los polemarchoi, lochagoi y los pentekosteres, así como por los comandantes de los contingentes de tropas aliadas y mercenarias y del tren de suministros.Una vez terminados los ritos religiosos, el rey daba las órdenes correspondientes a sus comandantes presentes;.estas se transmitían a lo largo de la cadena de mando hacia abajo. Durante la marcha, el rey lideraba, en cabeza, a sus ejército, únicamente precedido por los Skiritai o Esquiritas y por una pantalla avanzada de caballería. Los Esquiritas eran un pueblo perteneciente al estado lacedemonio de estatus comparable al de los periecos que estaba establecido en Esquirítida, región montañosa y salvaje situada al norte de Laconia, en la frontera con Arcadia, entre el Oenos y el Eurotas. Formaban su propio lochos, un cuerpo de élite de infantería ligera y en batalla combatían en la extrema izquierda de la línea de batalla, que era el puesto más amenazado de la falange hoplítica: «de todas las épocas son los únicos de los lacedemonios en tener el privilegio de combatir separadamente y en este sitio«, dice Tucidides. Por la noche, eran puestos de centinelas delante del ejército (Jenofonte, República de los lacedemonios XII.3) y hacen de exploradores para abrir camino al rey, al que son los únicos en preceder (ibid., XIII, 6). Ellos decidían donde debía detenerse el ejército y el lugar donde se levantaría el campamento. Esta unidad también hacía las veces de guardia real del rey espartano que además, tenían variadas funciones: servicio secreto, intervención rápida y guardaespaldas para los altos oficiales espartanos.
 
Músicos espartanos flanquean a un hoplita

Aun en campaña, el ejército debía realizar sus ejercicios atléticos y estos tenían lugar cuando estaban acampados, por la mañana y por la tarde; una vez terminados los ejercicios matinales,el polemarchos principal pasaba revista a las tropas tras lo cual, procedían a desayunar y se relevaba el puesto de avanzada. 

Los heraldos daban la señal para la cena concluida la cual, todo el ejercito entonaba un himno y algunos hombres cantaban partes de las elegías de Tirteo; de gran elevación y tono firme y severo, caracterizaban el elogio del valor guerrero y la vigorosa afirmación del ideal moral de la patria espartana y de las celebraciones de la muerte por ella. Hablan del valor colectivo; la ciudad impone a sus ciudadanos obediencia y sacrificio civil por bien de la patria. El heroísmo que propone no se funda en gestas personales, sino en las acciones disciplinadas de las tropas, acciones requeridas en la guerra hoplítica. Por estos motivos sus cantos de guerra o peanes tuvieron gran éxito en toda Grecia y fueron cantados en escuelas y campamentos. No destaca, en verdad, por sus grandes dones poéticos, pero sus versos elementales suscitan sentimientos de virtud y se usaron para alimentar el patriotismo en la batalla y el sacrificio por la patria. «Para un valiente es hermoso caer muerto en la primera línea de la lucha». El polemarchos hacía de juez y otorgaba un pedazo de carne al ganador. Después, los hombres podían descansar.El ejército dormía en grupos de sistenoi o compañeros de tienda.

 

El ejército espartano había establecido, así mismo, procedimientos para el desarrollo de las batallas campales. Cuando el ejército enemigo estaba a unos pocos cientos de metros, los suficientes para ver al enemigo con claridad, sacrificaban una cabra a Artemisa Agrotera, diosa de la caza. A continuación el rey ordenaba a todos los espartiatas ponerse una corona de flores y a los músicos tocar sus instrumentos para entonar un himno a Castor y seguidamente, entonaba una de las canciones de marcha de Tirteo, acompañado de los músicos, con lo que toda la línea de hoplitas iniciaba el avance, manteniendo el paso al son de la canción. 

Esto no se debía a ningún motivo religioso y únicamente obedecía a la necesidad de mantener uniforme la linea en su avance, sin que se rompiese en ningún punto, como otros muchos ejércitos harán luego a lo largo de la historia. En el ejército espartano, los puestos de heraldo, músico y cocinero, eran hereditarios. En el campamento las órdenes eran transmitidas por el heraldo, pero en el campo de batalla, debido al ruido inherente a la misma, las señales las daba el trompeta.

Normalmente, las dos líneas no se encontraban, tal era la reputación de los lacedemonios y la mayor parte de sus enemigos no se mantenían en su puesto ante su avance. Raramente se mantenían firmes y si lo hacían, seguía una lucha desesperada en la que normalmente, la disciplina espartanta se imponía. Sólo a partir el siglo V a.C., cuando los ejércitos luchaban en grandes alianzas, las victorias lacedemonias apoyadas en su poderosa ala derecha, comenzaron a ser solo locales, por lo que los lacedemonios comenzaron a aplicar nuevas tácticas, girando su línea para mirar a la izquierda y rodear a la línea enemiga atacándola por el flanco. Aquellos que eran acusados de cobardía en combate, tenían prohibido ocupar un cargo y realizar cualquier contrato legalmente vinculante; cualquier ciudadano podía golpearle impunemente, eran forzados a vestir capas con parches coloreados y a afeitarse la mitad de la barba y ningún ciudadano le entregaba una mujer en matrimonio.  También tenían otros castigos por «delitos» mas leves, como por ejemplo, la insubordinación, que se castigaba con guardias de centinela extras, que implicaban cargar con sus pesados escudos durante toda la noche.

Respecto al papel que desempeñaron los ilotas en el ejército espartano, los ilotas también seguían a sus amos en las campañas militares portando las pesadas armas y el bagaje.Se ocupaban de las tareas más pesadas ya que era normal que cada hoplita espartano fuese acompañado de un esclavo ilota que acarreaba su impedimenta y se ocupase de las tareas cotidianas; sabemos que cada hoplita espartano estaba acompañado de un ilota para su exclusivo servicio. Sólo bajo situaciones extraordinariamente excepcionales, los lacedemonios utilizaron ilotas armados en su ejército. Su papel se incrementó con el tiempo, cuando el número de ciudadanos espartanos comenzó a disminuir y así, durante la Guerra del Peloponeso, la necesidad empujó a los espartanos a incrementar progresivamente el uso de ilotas. El general espartano Brásidas se llevó consigo a setecientos ilotas para luchar contra los atenienses en el norte del Egeo en plena guerra del Peloponeso y un grupo de ilotas consiguió romper el cerco y llevar comida a los soldados espartanos rodeados por los atenienses en la isla de Esfacteria, en el año 425 a.C. A principios del siglo IV a.C. participaron tres mil ilotas en la campaña del rey Agesilao contra los persas. Esta política de incorporar los ilotas al ejército también era una forma de alejar del país a grandes grupos de esclavos que podían resultar peligrosos si estallaba una revuelta. Por ese motivo se les destinaba a escenarios de guerra muy alejados de Esparta, como el norte del Egeo, Asia Menor y Sicilia. Los ilotas que demostraban su buena disposición, una vez finalizado el servicio a satisfacción de sus amos, recibían la ansiada libertad y con ella tierras en la frontera con Eleia. Esta creciente importancia militar de los ilotas llevó, a finales del siglo V a.C., a la creación de una nueva categoría social conocida como neodamodeis, «nuevos miembros del demos» (el pueblo), formada por ilotas liberados y entrenados como hoplitas, que se emplearon como tropas de choque en diversas campañas entre los años 421 y 371 a.C. Pero a pesar de su nombre no gozaban de plenitud de derechos como los viejos ciudadanos. Durante toda la guerra del Peloponeso, se estima que no menos de 6.000 hombres. Estos ilotas debieron ser con toda seguridad lacedemonios, ya que los ilotas mesenios eran implacablemente hostiles a los espartanos; no obstante, podemos presumir que los ilotas que sirvieron como hoplitas en el ejército espartano, sin duda tuvieron como motivación su propia libertad antes que ningún sentimiento patriótico.

Peltasta espartano

La infantería ligera estuvo representada por los peltastas, llamados así por los escudos que llevaban. Esta unidad de infantería ligera desempeñó el papel de fuerzas auxiliares principalmente y se usaban comúnmente para misiones de reconocimiento y para intervenciones rápidas. Como el hoplita, el peltasta recibe el nombre del escudo que llevaba, un escudo de mimbre en forma de media luna cubierto con piel de cabra u oveja, que se sostenía por un asa central. Aunque común en el período micénico, hacia el siglo V a.C. el pelta se identificó explícitamente con los escaramuzadores, referidos de modo genérico como «peltastas». 

Sin embargo, el término se aplicaba con más propiedad a la tribu originaria de la Tracia (en la actualidad, al nordeste de Grecia y el sur de Bulgaria), donde pudo haberse ideado el pelta. Las colinas boscosas sobre las que los tracios se acostumbraron a la lucha eran propicias para las incursiones guerreras, las emboscadas y las escaramuzas, lo que hizo de estos hombres los más temidos miembros de la infantería ligera en el mundo clásico. Los peltastas tracios sirvieron en levas en el ejército persa que invadió Grecia en 490 a.C. y como mercenarios en los ejércitos griegos a partir de la guerra del Peloponeso. En esta contienda, la mayor parte de los ejércitos griegos reforzaron sus falanges con escaramuzadores y tropas de armas arrojadizas,y las tácticas se hicieron más complejas cuando la falange se vio obligada a contestar a sus ataques o a cooperar con ellos.Pronto aprendieron el valor de las fuerzas combinadas. A partir de la guerra corintia de los años 395-387 a.C., las tropas ligeras se convirtieron en parte integrante de los ejércitos griegos, y el principal inspirador fue un dotado genio militar, Ifícrates de Atenas. 

El recurso a hoplitas jóvenes como agentes contra los peltastas fue ideado por el general espartano Brásidas hacia el 424 a.C., y a menudo funcionó; por ejemplo, un año después del desastre espartano de Corinto (el comandante espartano intentó contrarrestar a los peltastas atenienses enviando a los hoplitas más jóvenes, rota la formación, a perseguirlos; el intento fue vano, pues los hoplitas eran incapaces de darles alcance y se convertían en presa fácil cuando intentaban regresar a la falange. Los espartanos recibieron pronto el apoyo de la caballería, que fue mal utilizada, al recibir la orden no de cargar contra los peltastas y dispersarlos, sino de mantener un frente continuo con la falange en su avance. Ante las graves pérdidas, los espartanos terminaron por buscar refugio en una pequeña colina fuera de Lequeo, donde una carga de hoplitas atenienses terminó con ellos el; rey Agesilao derrotó a peltastas acarnianos empleando esta táctica;sin embargo, una diferencia crucial fue que dio apoyo a los hoplitas con una carga de caballería) donde el rey Agesilao derrotó a peltastas acarnianos empleando esta táctica. Como los Esquiritas no eran parte integral de los lacedemonios sino tropas provenientes de comunidades alidadas y solo eran movilizados para grandes campañas, en circunstancias normales la caballería lacedemonia debía contar con el apoyo de los peltastas, que habitualmente eran tropas mercenarias. Esto no descarta que contasen con nativos lacedemonios, pero era algo altamente infrecuente.

Batalla de Estaferia 425 a.C.
Los hoplitas espartanos tratan de repeler el ataque de los peltastas y los arqueros atenienses. Al fondo,, al pie de las colinas, los hoplitas atenienses.

Los espartanos despreciaban a los arqueros; ese no era el modo espartano de hacer la guerra, que ellos consideraban una cobardía.  Sin embargo, los utilizaron (arqueros y honderos) principalmente en los barcos y tras la derrota en Esfactería en el 425 a.C, donde los espartanos sufrieron un ataque de peltastas y honderos de los atenienses (rodearon a los espartanos y los sometieron a una infernal lluvia de proyectiles,obligándoles a replegarse manteniendo la formación; casi la mitad de los espartanos cayó en la lenta retirada, de aproximadamente una hora) alistaron una gran fuerza de arqueros. Lo más probable dado el desprecio espartano por este arma, es que se tratase de mercenarios, quizás cretenses.

arquero griego

A primera vista no cabría esperar de los griegos, un pueblo que vivía en una serie de penínsulas e islas montañosas rodeadas por el mar tuviera mucho que ver con la caballería, y lo cierto es que la inmensa mayoría de las ciudades-estado de la región nunca contaron con un cuerpo militar semejante. Incluso estados importantes como Atenas y Esparta no asimilaron los conceptos de la caballería. Aunque Esparta no era famosa por su caballería debido sin duda a sus condicionamientos orográficos y especialmente a los gastos de mantenimiento que ocasionaban los caballos, había una rama del ejército llamada hippies, los caballeros, pero parece que esta era una de las unidades de élite de la infantería. En combate, la caballería griega se desplegaba típicamente en los flancos de sus ejércitos, predominantemente hoplitas. A excepción de Tesalia (y sólo cuando se unió), ningún estado griego contaba con más de 1.000 caballerías, normalmente menos. Era difícil que un número tan reducido tuviera demasiado impacto, pero en más de una batalla la caballería ayudó a desbordar el flanco enemigo o a cubrir la retirada, y hubo acciones en las que la caballería y las tropas de artillería ligera rodearon y aniquilaron cuerpos aislados de hoplitas. La caballería era también eficaz contra tropas ligeras y forrajeadores,y podían obligar a la infantería enemiga a marchar por la zona de batalla en la que ofrecía protección a sus propias filas, limitando así la capacidad de daño enemigo.

caballería espartana

Tras la victoria de Pilos en el 425 a.C., los atenieneses establecieron allí y en otras islas bases; en respuesta los lacedemonios decidieron, contrariamente a sus tradiciones militares, enrolar una fuerza de 400 jinetes y algunos arqueros. Esta decisión, acertada desde el punto de vista militar, afecto a las maltrechas arcas estatales espartanas, nunca boyantes. Según Jenofonte, la caballería espartana en la batalla de Leuctra (371 a.C), donde se enfrentaron a los tebanos, tenía un equipamiento extremadamente pobre ya que los caballos pertenecían a los hombres más ricos, con toda seguridad, periecos. 

A los caballeros espartanos solamente se les entregaban armas y monturas cuando el ejército era movilizado, por lo que la caballería era el cuerpo más débil del ejército y el menos popular para servir. A los ojos de un espartano, el «menos glorioso».  El problema de la escasez de caballos fue superado forzando a los ciudadanos ricos, tanto espartanos como periecos, a contribuir con sus caballos a la movilización del ejército. La tropa para esta nueva formación del ejército provenía de ciudadanos que eran «fisicamente menos adecuados» para el servicio en la infantería hoplítica. Plutarco nos cuenta una anécdota según la cual, el propio rey Argesilao, que era cojo de nacimiento, al ver a un ciudadano cojo pedir un caballo en una movilización exclamó:¡no te das cuenta de que la guerra no es para los que huyen, sino para aquellos que los que se mantienen firmes¡.

Dadas las insuficiencias de su caballería, los espartanos recurrieron a la contratación de mercenarios, quizás desde las campañas de Argesilao en Asia en el 396-5 a.C. Su primera campaña en Asia dejó claro que el ejército, que creían superior en infantería, carecía de ramas de apoyo, especialmente de caballería, que le permitiesen operar con libertad en las llanuras y con ello, alcanzar la victoria sobre los persas. Consecuentemente, ordenó que todos los hombres ricos de las ciudades griegas de Asia Menor, prestasen servicio en la caballería. Para que las fuerzas así reclutadas fuesen de la mayor calidad, estableció que debían suministrara un caballo y las armas adecuadas o un sustituto competente en caso de que ellos mismos no quisiesen servir, a lo que se entregaron con la mayor rapidez que les fue posible. Al recibir la orden de regresar a Europa al año siguiente, Argesilo se vio obligado a cruzar la hostil Tesalia con su ejército formado en cuadro, amenazado por la caballería de Tesalia, considerada como las mejor de Grecia. Pero Argesilao logró vencer a sus adversarios con su propia caballería y obligarlos a cesar en su persecución, tras lo cual levantó un trofeo, extremadamente complacido con su hazaña  al haber derrotado a un enemigo que se enorgullecía de su caballería superior, con la que él mismo había creado. La caballería mercenaria permaneció siendo una rama destacada del ejército espartano y en su campaña beocia del 377-376 a.C.,Argesilao comandaba no menos de 1.500 jinetes. La fuerza original de 400 caballeros fue dividida en 4 lochoi y  cuando el ejército fue reorganizado en 6 morai, la caballería fue aumentada hasta 600 hombres y dividida en 6 morai, comandado cada uno por un hiparmostes. La mora era en realidad una división con su propia caballería, dividida en dos oulamoi, cada una de 50 hombres agrupados en en 10 filas de 5, que recibían el nombre de pempas, comandadas por un pempadarchos. Un dekadarchos comandaba dos filas.

Guerra del Peloponeso
 
La Guerra del Peloponeso (431 a. C.- 404 a. C.) será la «guerra mundial» de la Grecia clásica. Durante más de dos décadas, la Gran Guerra del Peloponeso involucró gran parte de la Grecia continental y del mar Egeo,a Sicilia e Italia al oeste, y a Persia al este. La guerra fue comparativamente diferente a los anteriores conflictos hoplíticos, comunes entre ciudades y estados. Un conflicto que enfrento a los dos poderes colosales del momento, Esparta y Atenas en su intento por imponer la hegemonía sobre el mundo helénico. La oligarquía espartana contra la democracia ateniense, como los historiadores antiguos nos han mostrado el conflicto,una herramienta literaria para el embellecimiento dramático que ha resultado en una realidad mal interpretada. Uno de esos contrastes fue la exageración por parte de Tucídides del papel de potencia estrictamente terrestre de Esparta, frente a una Atenas que dominaba el mar. La marina espartana es un tema poco investigado y mayormente ignorado entre los militares historiadores; esto se debe principalmente a la conocida superioridad de Esparta en la tierra y a la falta de reconocimiento de la marina espartana en la literatura contemporánea. En sus escritos, Tucídides obvió la existencia de una flota efectiva del Peloponeso y utilizó esto como ayuda para explicar cómo lucharon los espartanos y los atenienses: Esparta se centraba en la lucha en tierra y evitaba el mar, mientras que Atenas evitaría a Esparta en tierra y se centraría en combatir en el mar.Muchos historiadores ha seguido manteniendo este dualismo entre potencias terrestres y marítimas de Tucídides. Los estudiosos modernos y los principales expertos de la guerra del Peloponeso, Victor Davis Hanson y Donald Kagan han cambiado sustancialmente esta interpretación.

Se estima que Esparta no tenía más de diez trirremes, una pequeña armada incluso para los estándares antiguos. En las Guerras Persas, Esparta contribuyó con 16 trirremes a la Liga Helénica, minúscula en comparación con los aproximadamente 200 trirremes suministrados por Atenas . La verdadera fuerza de la marina del Peloponeso provino de los aliados marítimos de Esparta. Tucídides menciona siete estados contribuyentes de barcos de la flota del Peloponeso en 431: Corinto, Megara, Sicyon, Pellene, Elis, Ambracia y Leucas, si bien los contribuyentes principales, como Corinto, mantendrían una pequeña porción de los barcos de reserva en casa. El número total el número de buques en la marina del Peloponeso puede estimarse entre 180 y 200 trirremes. Sin embargo, la flota del Peloponeso se considera pequeña y, como resultado, se pasa por alto, ya que se compara con el poder colosal de la flota de la Liga Deliana, que se estima entre 300 y 400 trirremes. Para comprender la verdadera naturaleza de la marina del Peloponeso, es importante establecer desde el principio que a pesar de que Corinto suministró la mayor parte de las unidades de la flota,aproximadamente diez veces más que Esparta, la flota pertenecía a Esparta. Se puede admitir que Corinto, en contraste con Esparta, poseía una marina superior, tenía una experiencia superior en el mar, tenía mayores facilidades para construir trirremes, estaba geográficamente mejor situada en el golfo de Corinto para recibir suministros para fines de construcción naval y, por último, estaba mejor equipada financieramente para financiar una flota. A pesar de todo esto, Esparta se mantenía al mando. La razón de esto se puede comprender al examinar el sistema de alianzas de la Liga Peloponesa y la mentalidad espartana. La etiqueta «Liga del Peloponeso» es engañosa ya que los antiguos griegos no reconocían a la organización de esa manera y se referían a ella como «los lacedemonios y sus aliados». 

Las siete ciudades-estado que aportaron buques a la flota del Peloponeso.
Aunque las fuerzas navales espartanas, durante la mayor parte de su historia, no estaban bien entrenadas ni equipadas, el ataque de Atenas al suministro de madera del Peloponeso mediante el Decreto Megara y el sitio de Potidea sugiere que los atenienses podrían haberse sentido amenazados por la creciente flota del Peloponeso que para el siglo V a.C., había conseguido convertirse en un serio competidor para la marina de guerra ateniense, sobre todo en las últimas fases de la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.). Cuando Esparta y sus aliados fueron a la guerra contra Atenas, confiaban en obtener 500 naves de ciudades griegas amigas en el oeste, contratando marineros mercenarios experimentados de Atenas ofreciendo mejor paga. La verdad era que Esparta tenía pocos barcos y menos dinero. Y la guerra naval era en gran parte una guerra financiera para la que se necesitaba gran cantidad de recursos: construir un trirreme costaba alrededor de un talento de plata y pagar los 200 marineros de un barco oscilaba entre tres a seis obolos por hombre y día, aproximadamente otro talento por barco y por mes. Según un estudio sobre las tasas salariales en 377 a.C., un talento era el equivalente a nueve años de salario de una persona cualificada. Solo un estado con una base financiera muy potente podía esperar mantener una flota de 100 o más trirremes. Atenas tenía un gran fondo de reserva pero Esparta no tenía ningún recurso financiero. Los aliados espartanos en el Peloponeso, estaban en la misma posición; solo Cotinto tenía tradición naval y los recursos adecuados, pero por si sola no era rival para el imperio ateniense en ninguna de las categorías. Cabe recordar que la economía espartana se basaba en la tenencia tradicional de la tierra y que no tenía su propio sistema de acuñación, a diferencia de otras ciudades-estado. Además, la mentalidad espartana dictaba una vida basada en las dificultades y la pobreza, siendo muy críticos con los ricos. Para los espartanos, la riqueza adquirida significaba corrupción y con el tiempo, hacía a los hombres «blandos». Como demostración de su ideología socioeconómica, utilizaban monedas de hierro; no hace falta añadir que la ciudad de Esparta no se consideraba en general atractiva por sus prósperas prácticas comerciales y económicas.
 
trirreme griego aprestado para el combate
Para adquirir fondos para su flota, la xenófoba y tradicionalista Esparta buscó acuerdos diplomáticos con «bárbaros» e incluso adoptó políticas radicales de otorgar libertad a los ilotas a cambio del servicio en la flota. Estas cosas habrían sido absurdas e impensables para los espartanos décadas antes de la guerra.Sólo Persia podría suministrar el dinero que Esparta tan desesperadamente necesitaba para llevar a cabo una guerra naval efectiva. 
 
Los persas acordaron sufragar la construcción de una armada bajo control espartano, una decisión previsible dada la serie de ataques atenienses contra el imperio persa en la primera parte del siglo IV. El punto de inflexión vital para el ascenso de la flota del Peloponeso fue sin duda el gran éxito de Esparta en la defensa de Siracusa contra la expedición siciliana de los atenienses de 415-413 a.C. Como resultado de la terrible derrota ateniense, Persia se había alentado por fin lo suficiente como para hacer una alianza y ayudar a Esparta en la guerra con la esperanza de recuperar el control de Asia Menor del dominio ateniense. El apoyo financiero incluyó, sobre todo, más de quinientos talentos para la flota. Además de la financiación persa, la alianza benefició aún más a la flota que ahora tenía acceso a las instalaciones navales en la costa jónica; la flota podría  ahora anclar, descansar y reagruparse en lugares seguros a lo largo de la costa jónica que no habían sido accesibles con anterioridad. El apoyo militar persa en Asia Menor y una flota del Peloponeso bien financiada permitieron a los espartanos llevar la guerra al extranjero para atacar los intereses vitales de los atenienses. 
 
Pero tan importante como conseguir el dinero para la construcción de su nueva flota, era el dinero necesario para mantenerla, y aquí entra en juego la peculiaridad del sistema espartano. El salario militar no existía dentro del propio Estado espartano; el espíritu militar espartano se basaba en la creencia de que era un deber sagrado luchar en nombre de la ciudad-estado y como tal, no se contemplaba ningún tipo de retribución. La Guerra del Peloponeso introdujo un problema adicional ya que el teatro marítimo de la guerra exigía decenas de miles de marineros y remeros y esta era una profesión muy bien remunerada. Sin embargo, Esparta aprovechó hábilmente el hecho de que tenía una gran abundancia de población esclava que podía obligar a servir en los trirremes del Peloponeso de forma gratuita. El despliegue de Ilotas esclavos como remeros redujo significativa y radicalmente el costo de mantenimiento de la flota. Aunque ciertamente los marineros-esclavos no eran únicos en Grecia,Esparta tenía una ventaja superior sobre otras ciudades-estado porque tenía el mayor grupo de esclavos listos para servir (se estima que más de 200,000 mesenios). De esta manera, se estima que la marina del Peloponeso podría haber estado compuesta entre el 50% y el 80% por esclavos.
 
Pero,además de la financiación de la flota del Peloponeso, es esencial examinar las instalaciones navales de que Esparta disponía al comienzo de la guerra, es decir, los puertos naturales con naves y otras estructuras diseñadas para el propósito principal de la guerra náutica. Para apreciar completamente esto, es necesario comprender algunos factores cruciales sobre las limitaciones de la guerra de trirremes en la antigüedad. La estructura de madera de un trirreme ofrecía poco o ningún espacio adicional de almacenaje, atiborrado en su interior como estaba con alrededor de 170 remeros en el casco,de solo 120 pies de largo por 20 pies de ancho, una autentica pesadilla logística. p No había espacio para almacenar casi nada o para cocinar y, por lo tanto, comer, dormir o incluso «aliviarse» uno mismo. La efectividad del trirreme en la batalla dependía de la velocidad y la maniobrabilidad, lo que significaba que tenía que ser forzosamente liviano. Por lo tanto, el trirreme estaba muy limitado en cualquier capacidad y funciones fuera de su única función pragmática. Debido a esto normalmente no podían viajar por un período de tiempo significativo porque la tripulación tenía que comer y descansar y estas funciones solo podían desarrollarse en tierra, en la orilla. Si un escuadrón de trirremes realizaba largas operaciones en el extranjero, requería múltiples puertos amigables en la ruta, lugares seguros de anclaje y reabastecimiento. Además, el hecho de que los trirremes se construyeran de madera significaba que estas embarcaciones podían ser inundadas. Como consecuencia, las tripulaciones se vieron obligadas a varar sus embarcaciones y secarlas durante largos períodos de tiempo. Se ha estimado que un trirreme debía secarse después de cada cinco días en el mar, lo que hacía que los puertos amigos fueran aún más esenciales. La distancia promedio que un trirreme podría recorrer con buen tiempo, era de entre 80 a 100 km en 6-8 horas,sin embargo, tripulaciones experimentadas podrían impulsar un trirreme 300 km en un solo día. Por último, como consecuencia de las peligrosas condiciones climáticas de otoño e invierno, la navegación prácticamente cesaba durante esos meses. Este factor geográfico, además de la necesidad básica de almacenamiento, exigía el establecimiento de naves en importantes puertos que salpican las costas a lo largo de cualquier expedición.
Gitón era el puerto principal de Esparta; se encuentra a 45 km al sur de Esparta, en el golfo de Laconia, al oeste del río Eurotas, y es adecuado para un anclaje seguro. En 1971 y 1972, el puerto fue inspeccionado por buzos con sonar y reveló una formación masiva, de 220 m x 70 m , que se interpretó como una posible estructura de puerto antiguo ahora bajo el agua. Los antiguos cobertizos de los barcos se encontraban directamente perpendiculares a la costa con el fin de facilitar el arrastre de los barcos fuera del agua o para zarpar. 
 
A diferencia de los atenienses, es posible que los espartanos hayan preferido no tener todos sus trirremes ubicados en un solo lugar, sino que los hayan distribuido estratégicamente entre las bases navales de los aliados, que probablemente estaban mejor equipadas que las suyas. Sin ninguna instalación naval significativa propia, los espartanos preferían usar los puertos de sus aliados y especialmente aquellos aliados que tenían lazos étnicos dóricos. Corinto tenía dos instalaciones navales prácticas en a ambos lados del istmo, Kenchreai en el este y Lechaion en el oeste. También era común en la antigua guerra naval griega que los estados neutrales ofrecieran sus puertos para el anclaje de los estados involucrados en la guerra incluso mientras mantenían su neutralidad. Mientras que Atenas era vulnerable si no tenía el control de sus barcos, Esparta no lo era. ya que al dominar el Peloponeso podría depender de sus propios rendimientos de la tierra para perseverar. Su supervivencia no dependía de una ruta comercial lejana por mar. Por lo tanto, Esparta solo exigió naves en tiempos de emergencia de sus aliados y solo por el tiempo que fueran necesarios. Posteriormente, los barcos eran devueltos a cada ciudad-estado contribuyente respectivamente. Como resultado de esto, Esparta no requirió de una base naval gigantesca al estilo del Pireo, donde pudiera controlar directamente la flota del Peloponeso. Las instalaciones navales del Peloponeso también mejoraron en el país después de la alianza persa. Para el 413 a.C, existe la primera evidencia registrada de la intención espartana de construir una flota «nacional» al ordenar la construcción de veinticinco barcos espartanos, probablemente en Gitón.
 
 
cobertizos para almacenaje y mantenimiento de las trirremes
 
 
La marina del Peloponeso es una institución altamente compleja dentro del estado espartano. Como se mencionó anteriormente, cada trirreme tenía una dotación de entre 170 y 200 marineros; como el salario del marinero era costoso, los espartanos emplearon a sus Ilotas como remeros en su flota para obtener mano de obra gratuita.Sin embargo, el uso de ilotas y otros esclavos en la marina espartana fue ventajoso por otras razones además de la meramente económica. Al estallar la guerra, la jerarquía social tradicional de Esparta, con los hoplitas espartiatas ciudadanos que ocupaban las tierras en la cúspide de la pirámide social, se estaba deteriorando. La población espartiata había disminuido seriamente desde fines del siglo VI y principios del siglo V a.C. y como esto tuvo como resultado tensiones en la integridad de la estructura social de la que dependía Esparta.Esta posición hizo que el empleo de los ilotas en la marina fuera especialmente atractivo porque se conservaba la población de espartiatas al mismo tiempo que se aliviaba la amenaza de rebelión interior. Se puede argumentar que el uso de los ilotas en la marina de guerra fue una idea peligrosa debido a la posibilidad de motines en el mar y ciertamente, eran posibles. Sin embargo, ni Tucídides ni Jenofonte mencionan un ejemplo de que esto haya sucedido y el uso de esclavos como remeros en la marina se consideraba seguro porque su posición en los remos significaba que no tenían acceso a las armas y, por lo tanto, no representaban una amenaza, mientras que los marineros y los soldados podían comandar de manera segura a los que estaban abajo, con las armas. Pero por contra, tenía una desventaja: la falta de moral en relación con su desempeño. Mientras que en la marina del Peloponeso los remeros esclavos se vieron obligados a luchar contra su voluntad por las personas que los habían subyugado, en la marina atenienses, sus remeros eran ciudadanos votantes que compartían un interés común por su ciudad, lo que los motivaba a alistarse y a defender sus hogares, con la bonificación extra de ser bien pagados. Es probable que los espartanos reconociesen este problema y el efecto negativo que podía tener en la marina del Peloponeso porque idearon una política radical que dio a los Ilotas algo por lo que luchar: su libertad. Hay evidencias de que Ilotas y otros esclavos llamados despoionautai, “marineros esclavos” fueron liberados posteriormente a su servicio en las armadas peloponesas. Por lo tanto, los espartanos pudieron incorporar a los ilotas y otros esclavos de manera segura y efectiva en su flota.
Los periecos, personas libres que, pese a estar sometidos a la autoridad espartana, gozaban de ciertos derechos y tenían una importancia destacada al formar parte del ejército y realizar actividades comerciales; los territorios que habitaban estaban bajo el dominio de los espartanos, pero sus habitantes no habían sido reducidos a la condición de ilotas y ocupaban una posición en la sociedad justo por debajo de los ciudadanos espartanos. Los periecos se alistaron en gran medida para servir en la flota del Peloponeso para servir como marineros o capitanes de barcos aliados.Su empleo en la marina era atractivo por otras razones además de su superioridad numérica sobre las élites. Si bien la función principal de los espartiatas era el servicio militar profesional en tierra, la función principal de los periecos se centraba principalmente en las actividades económicas y comerciales. La mayoría de los recursos marinos se encontraban en las costas de sus territorios y las relaciones comerciales con el mundo exterior llegaban a Esparta a través de los periecos, destacados artesanos y comerciantes. Así pues eran los marineros más experimentados dentro de Laconia y habrían sido los constructores de barcos para Esparta. El propio puerto de Gitón era una ciudad de periecos. Los periecos ocuparon cargos de liderazgo en la marina como capitanes, trierarcas y, finalmente, el mando como navarca en la flota jónica. 
 
Pero además de los periecos, la marina también atrajo a hombres ambiciosos de Esparta que eran de menor prestigio social que sus supuestos iguales. Espartanos famosos, como Lisandro, Gilipo y Calicratidas, todos sirvieron como comandantes en la marina, pero también fueron considerados como «μόθακες», Mothakes, espartanos de baja posición sociopolítica porque eran hijos de un padre espartano y una madre ilota o eran hijos de espartanos empobrecidos y no como tales no podían contribuir a la Sistia. A los Mothakes ni siquiera se les permitía pelear junto a otros espartanos en  el ejército,viendose obligados a luchar junto a los periecos. Mothakes como Lisandro ganaron tanto dominio durante su liderazgo en la marina del Peloponeso que llegaron a ser influyentes y poderosos. La influencia de Lisandro será tan grande que incluso le permitió ostentar mandos sucesivos como navarca, algo que estaba prohibido por la constitución espartana. Para la élite espartana, conceder el poder a sus inferiores revela cuán lejos estaban dispuestos a llegar para salir victoriosos de esta guerra, al tiempo que revela cómo la institución de la marina contribuyó en detrimento del sistema sociopolítico de Esparta.
 
Por su parte, los espartanos, reproduciendo en la marina su propia estructura social, retenían la posición de mando más importante: los almirantes, conocidos como navarcas, al mando de las flotas. Pero  en realidad,por importante que fuera la función de los almirantes, el papel de los espartanos dentro de la marina era limitado. De los 200 tripulantes por barco,unos 170 eran esclavos ilotas, 30 periecos o ciudadanos aliados, frente a un solo uno o posiblemente ningún espartano a bordo. Como ya hemos visto, la estructura social de esparta exigía que los espartanos se centraran en la guerra de hoplitas profesionales. Al estallar la guerra del Peloponeso, se estimó que la población de espartanos era de alrededor de 2.000 hombres por lo que habría sido muy peligroso para Esparta desplazar a muchos de sus hombres al extranjero en la marina,lejos de casa. Además, el alto porcentaje de bajas en la guerra naval era en si mismo una amenaza de colapso social en en el hogar.  La marina del Peloponeso fue una oportunidad para aquellos de rango inferior en la sociedad espartana de ser promovidos en una ciudad-estado que hizo que de otro modo fuera prácticamente imposible hacerlo. 
 
El nuevo escuadrón espartano bajo el mando del almirante Calicrátidas, logró destruir a un menguado escuadrón ateniense frente a Eretria en el año 411 a.C., pero tuvo un encuentro desastroso frente a una flota ateniense reconstruida en Arginusas en el 406; Calicrátidas murió ahogado. Esparta relevó a su almirante caído por Lisandro, un hombre brillante, oportunista y sin escrúpulos.La competencia y las aptitudes diplomáticas de Lisandro consiguieron un creciente apoyo financiero de Persia, que se plasmó en una flota del Peloponeso reconstruida y peligrosa.Remiso a encontrarse con la flota ateniense Lisandro optó por la táctica del seguimiento y la vigilancia mientras se desplazaba a un nuevo lugar de anclaje cerca del vital estrechamiento de la ruta de suministros ateniense creado por el Helesponto. En septiembre del año 405, la armada ateniense al completo, con 180 naves (construidas de nuevo después del desastre de la expedición a Siracusa donde Atenas perdió más de 200 barcos y sus tripulaciones) fue enviada a los Dardanelos para proteger a los mercantes de grano. La fuerza ateniense se dirigió a Sesto donde desembarcó para aprovisionarse; los trirremes tenían dificultades para transportar suministros y no podían navegar durante demasiado tiempo. Como no había ninguna población cerca, las tripulaciones tuvieron que caminar 3,2 km para conseguir comida en un mercado. Entre tanto, los barcos quedaron en gran medida abandonados, un momento que aprovechó el rey espartano Lisandro para lanzar su flota sobre ellos a gran velocidad y tomar 171 barcos. En un ataque sincronizado por una señal óptica (el destello de un escudo lustrado) lanzada desde un barco espartano de reconocimiento. Los barcos espartanos arremetieron contra el fondeadero ateniense y remolcaron los barcos sin gobierno. Lo que siguió fue una matanza.Los marinos espartanos tomaron tierra, rodearon a los 3.000 tripulantes y oficiales atenienses, los apresaron y los masacraron. Sólo nueve escaparon para informar a Atenas del desastre. Sin una flota que les protegiera, Atenas cayó pronto ante el asedio espartano. Lisandro sometió a un bloqueo metódico a la ciudad hasta que Atenas hubo de someterse y rendirse a la autoridad y ocupación de Esparta. Después de su victoria decisiva, Lisandro barrió a las ciudades griegas del Egeo y de la costa de Asia Menor con su flota, permitiendo a que las aisladas guarniciones atenienses regresan a casa bajo tregua e instalando en sus lugares tropas espartanas. Una vez Esparta aceptó el papel de talasócracia y durante la siguiente década intentó con esfuerzo y éxito variable mantener su recién conquistado imperio naval en el Egeo.
A diferencia de los atenienses, Esparta usó las instalaciones navales de sus aliados y no se obsesionó con el control de la flota en un puerto espartano «nacional». La rápida expansión de la flota del Peloponeso, debido a la ubicación rentable de Corinto en el Golfo de Corinto y el acceso a la madera de Iliria, amenazó la supremacía de Atenas en el mar. El compromiso de Esparta con la flota encontró formas de sortear los problemas financieros para financiar la flota. La determinación de Esparta de adquirir madera para la flota resultó en una campaña audaz y sin paralelo en el norte. Finalmente, la institución misma de la flota desafió el sistema sociopolítico de Esparta porque desafió la estructura tradicional de la aristocracia terrateniente. Por lo tanto, la dedicación y el avance de la flota del Peloponeso revela que Esparta estaba dispuesta a adaptarse e innovar durante la Guerra del Peloponeso. Además, desafía la idea preconcebida de Tucídides de un estado tradicional, terrestre y cauteloso. Examinar los esfuerzos navales de Esparta es clave para comprender el alcance de su evolución hacia un estado liberal, atrevido y adaptable.

Cuando vemos representaciones de espartanos luchando sin túnica, no debemos rechazarlas como simplemente muestras artísticas o exaltaciones heroicas, aunque sin duda también lo son, ya que se trata de descripciones de la realidad. Según nos cuenta Jenofonte, el mítico Licurgo había ordenado a los espartanos lucir una túnica carmesí y un escudo de bronce, ya que la túnica se parecía menos a la ropa de las mujeres y era mas apropiada para la guerra, y el escudo podía ser pulido rápido pero era empañado lentamente. Plutarco añade que el color escarlata de la túnica causaba terror en oponentes bisoños o con poco entrenamiento y ayudaba a disimular las heridas en combate. Sin embargo, las razones eran otras;  la uniformidad a base de túnicas carmesí se fue extendiendo como una práctica común ( en la antigüedad, la producción de prendas de vestir era lenta y costosa y la mayoría de las prendas eran confeccionadas en casa ) y sólo con el tiempo sería sancionado por el Estado. No podemos establecer en que punto exactamente se dió este paso; los bronces conservados del siglo V a.C. nos muestran guerreros portando túnicas ricamente decoradas. Jenofonte nos cuenta que llevaba sus mejores ropas para la batalla, ya que, si los dioses le concedían la victoria, era apropiado llevar las mejores ropas para celebrar la ocasión y si por el contrario debía morir, también era apropiado encontrarse con el destino bien vestido. Estos sentimientos parecen haber estado ampliamente difundidos entre los griegos. Pero ya en el siglo IV a.C., el ejército de Argesilao estaba enteramente equipado con túnicas carmesí y en este momento ya podríamos hablar de esta túnica como una autentica uniformidad y el color carmesí, muy frecuente entre los soldados, y característico de los Espartanos.

Soldados espartanos descansando. Puede apreciarse claramente su icónica túnica (exomis) carmesí

Estas túnicas, que en el periodo arcaico eran prendas de lana gruesa, para el periodo clásico se habían vuelto más ligeras y en muchas ocasiones el lino reemplazo a la lana. Durante el siglo V a.C., los espartanos adoptarán un nuevo tipo de túnica, llamada exomis, al permitir el movimiento libre del brazo derecho: tenia dos mangas, pero la manga derecha podía bajarse para dejar el hombro y el brazo derecho libres para manejar las armas cuando estaban en combate. Con el tiempo, la exomis se hizo muy popular y otros ejercitos imitaron a los espartanos, incluso llegó a convertirse en un símbolo de aquellos que imitaban el modo de vida espartano en general.

 
Exomis espartana

Los griegos distinguían entre dos tipos de capas, el himation y el chlamys, ambos rectangulares; el primero mucho más largo se envolvía alrededor del cuerpo, mientras que el chlamys cubría el hombro izquierdo, sujeto por un broche sobre el hombro derecho. El himation, mucho mas extendido durante el periodo arcaico, será reemplazado en el clásico por el chlamys, mucho mas ancho, flojo y cómo para viajar, cazar y otras actividades que requiriesen gran libertad de movimientos. El chlamys, normalmente se llevaba sobre una túnica y el himation sin ninguna prenda debajo. Los espartanos mantuvieron el arcaismo, otro más, del uso del himation, durante el periodo clásico y nunca será reemplazado por el chlamys. Los espartanos no utilizaban esta prenda normalmente en combate, pero si cuando estaban libres de servicio o durante los periodos de paz. Como el resto de sus prendas, era de un color carmesí.  El himation lacedemonio, llamado tribon. Incluso llegará a ser muy popular no lavar el tribon como muestra de que era la prenda que portaban todo el año, con frió y con calor, un símbolo más de la austeridad espartana. Y como en el caso de otras prendas distintivas de los lacedemonios, el tribon se convirtió a su vez en un icono a imitar por los admiradores de su modo de vida, en particular por algunos filósofos y sus discípulos. Jenofonte nos describe al mismísimo Socrates vistiendo esta prenda, tanto en verano como en invierno.

Como ya hemos comentado, el soldado medio griego era un campesino que trabajaba descalzo en los campos, efectuaba sus ejercicios físicos descalzo y por lo tanto, no tenía ninguna necesidad de ponerse calzado cuando era movilizado para el ejército. Los soldados solo portaban botas (una prenda utilizada normalmente para cazar) en invierno, pero más como una forma de calentar los pies que de protegerlos;excepto los lacecemonios que debían permanecer descalzos también en invierno cuando servían en la krypteia (los chicos lo tenían prohibido para evitar que sus pies se «volviesen débiles»). No obstante, las fuentes nos describen un tipo de calzado espartano de una sola suela llamado haplai.

 
Bibliografía consultada
 
 
Oliva,Pavel. «Esparta y sus problemas sociales». Akal. 1983
 
Lazenby, J.F. «The spartan army». Stackpole Book. 1985.
 
Rusch, Scott M. «Sparta At War: Strategy, Tactics and Campaigns, 950–362 BC.» Frontline Books. 2011.

Sekunda,Nick y Hook,Richard. «The Spartan Army». Osprey military. Elite Series n° 66.1999

Simon Anglim Phyllis G , Jestice Rob S.Rice, Scott M. Rusch John Serrat. «Técnicas bélicas del mundo antiguo 3000 a.C al 500 d.C.Equipamiento, técnicas y tácticas de combate».Lisba. 2009.

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