El teniente coronel Paul Emil von Lettow-Vorbeck, el “Lawrence de Arabia alemán”, en realidad mucho más capaz militarmente que el propio Lawrence de Arabia, durante los cuatro años en los que se desarrolló la Primera Guerra Mundial, se convirtió en la mayor pesadilla para los aliados, en especial para las colonias británicas en el continente africano, que silenciaron convenientemente sus brillantes acciones. El nuevo y pujante Imperio Alemán había llegado tarde al reparto colonial y tan solo había conseguido un puñado de posesiones de segundo orden; desde hacía unos veinticinco años, Alemania había ido forjando su imperio en Asia y en África, donde obtuvo el control de cuatro grandes territorios separados entre sí.
En el África alemana, las Schutztruppe o “tropas de protección”, constituían su Ejército colonial, que se mantuvo en funcionamiento desde 1891 hasta 1918,cuando Alemania perdió sus colonias. Estas tropas eran las responsables de garantizar el orden público y la seguridad en las colonias y no tenían una misión ofensiva, no fue concebida ni equipada para la defensa contra agresiones externas, por lo que en rigor no podía calificarse oficialmente de «ejército». La Schutztruppe era independiente, bajo la supervisión directa del emperador, sin relación con el Ejército Imperial ni la Marina de Guerra Imperial y su control era ejercido por la Oficina Colonial Alemana. Estaba formada por alemanes que se ofrecían voluntariamente para el servicio colonial como oficiales y por nativos a los que se denominaba askaris, en los puestos de suboficiales y tropa. Al igual que otros cuerpos coloniales, la Schutztruppe incluía hombres de las etnias locales, principalmente entre las tribus wahehe y angoni. El propio Von Lettow-Vorbeck era un firme partidario de esta política. Aunque colaboró con la represión de los pueblos aborígenes de Namibia, sentía una gran consideración por los africanos y mientras que la mayoría de oficiales occidentales los menospreciaban, Von Lettow fue consciente desde el principio de la necesidad de integrarlos en la Schutztruppe, puesto que conocían el terreno mejor que nadie: sabían dónde encontrar agua, cómo hacer desaparecer el propio rastro o como detectar el del enemigo… Von Lettow trató duramente a estos askaris, “soldados” en swahili, pero no más que a los germanos bajo su mando, ganándose por ello su respeto.
Además del orden público, normalmente se encargaban de tareas que iban desde el sofocamiento de rebeliones nativas a labores de seguridad fronteriza, pasando por trabajos de escolta a las expediciones. En vísperas del estallido de la Gran Guerra, la Schutztruppe contaba con tres Comandos principales:
África del Sudoeste Alemana (Deutsch-Südwestafrika o DS) : Formado por 12 escuadrones de caballería, que sumaban 1500 hombres, en su gran mayoría alemanes. El 7.º Escuadrón, estacionado en la región norte de la colonia, utilizaba camellos. En las unidades de este territorio las relaciones entre alemanes y africanos se deterioraron hasta el punto de que alguna unidad completa se sublevó y tuvo que ser relevada. Contaba con dos cuarteles generales: el Comando de los distritos del norte, situado en Windhoek y el Comando de los distritos del sur, situado en Keetmanshoop.
África Occidental Alemana (Deutsch Westafrika o DW) Se encontraba a su vez dividida en dos secciones:
- La del Camerún Alemán, (Kamerun) formada por 11 compañías, que sumaban 1600 hombres, con cuartel general en Soppo.
- Togolandia. (Togo) Sin tropas estacionadas en el territorio. Pese a ello, más de 1000 hombres fueron movilizados durante la Primera Guerra Mundial, hasta que en agosto de 1914 se rindieron a las tropas francesas y británicas.
África Oriental Alemana (Deutsch-Ostafrika o DO): Formado por 14 compañías con un total de 216 oficiales, 1.700 soldados alemanes y unos 2.500 askaris. Su cuartel general estaba en Dar es Salaam y llegó a alcanzar los 14 000 efectivos, a los que habría que sumar porteadores y otros trabajadores.
El África Oriental Alemana (Deutsch-Ostafrika en alemán, DO) era la única de esas colonias que lindaba con el océano Índico, su extensión doblaba la de la metrópoli, y la población ascendía a unos ocho millones de personas. Berlín consideraba que la defensa de la DO era inadecuada y por tanto, necesitaba ser reforzada ante la posibilidad de un enfrentamiento con los británicos. El teniente coronel Paul Emil von Lettow-Vorbeck llegó al África Oriental Alemana en enero de 1914. Había nació en Saarlouis en 1870 como vástago de un viejo linaje de la nobleza prusiana que había numerosos militares. Participó en la represión de la rebelión de los boxers en China (1900/01) y del levantamiento herero en el África del Suroeste alemana entre 1904-1907. Como teniente coronel sirvió en la Schutztruppe en Camerún, antes de comandar el contingente en África Oriental Alemana desde 1914. Las autoridades alemanas destinaron a Von Lettow-Vorbeck a la ciudad de Dar es Salaam con el fin de levantar y poner en operación un cuerpo militar eficiente. Con la experiencia de haber servido en las colonias y reputación de extremadamente severo, Von Lettow-Vorbeck era el arquetipo del oficial prusiano. Cuando en agosto de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, Von Lettow era plenamente consciente de la delicada situación en la que se encontraba la DO completamente rodeada por el enemigo. Aislada de la madre patria (los británicos controlaban el cabo de Buena Esperanza y el canal de Suez), no podía esperar gran ayuda de ella. Su único contacto lo conformaban algunos buques destinados en el Índico o el Pacífico y del resto de colonias alemanas tampoco podía esperar mucho, ya que se encontraban muy alejadas unas de otras en el continente africano. El gobernador alemán de la DO, Heinrich Schnee, abogaba por mantener la neutralidad y pedir a Gran Bretaña que respetara la soberanía alemana, pero Von Lettow-Vorbeck entendió rápidamente que debía atacar antes de que lo hicieran los británicos.
Su primera acción ofensiva se centró en expulsar a los británicos de Dar es Salaam, que estos habían ocupado ante la tibieza del gobernador Schnee. Luego se encaminó al África Oriental Británica para expulsar a los ingleses de la región fronteriza del Kilimanjaro con el fin de controlar la línea Norte del ferrocarril. Al mismo tiempo, varias unidades alemanas se dirigían contra el Congo Belga. En la batalla de Tanga entre el 3 y el 5 de noviembre de 1914 (ciudad fronteriza entre Kenia y Tanzania), con solo mil soldados destrozó a un cuerpo de 8.000 fusileros indios tras hacerles caer en una emboscada. La derrota de Tanga dejó desprotegida la ciudad portuaria de Mombasa, y solo el desinterés de Von Lettow, ascendido a coronel por el káiser por dicha acción, la salvó de caer en manos alemanas. El comandante británico, general Aitken, fue destituido y degradado, circunstancia por la que pasarían otros mandos durante británicos durante el siguiente año y medio. Entre los británicos de África Oriental, el nombre de Von Lettow se hizo famoso, y su sola mención despertaba respeto y hacia palidecer a los oficiales y soldados del imperio británico.
Von Lettow pondrá entonces en marcha una guerra de guerrillas que marcaría la guerra en esta zona de África hasta finales de 1918. Efectuando ataques cortos y rápidos, rompía las comunicaciones de los ingleses y de sus aliados belgas aprovechando las características ortográficas del terreno para asestar terribles golpes al enemigo. Su objetivo, además era de destrozar las vías de comunicación aliadas era capturar todo el material que fuese posible con el que la Schutztruppe de Lettow se dotaba de equipo bélico,municiones, alimentos y recursos necesarios para continuar la lucha, incrementando de paso su número de tropas. Se trataba de golpear allí donde se pudiera, en especial en los centros de suministro enemigos mientas la DO se convertía en un centro de producción donde todo era aprovechaba en favor de la Schutztruppe.
1915 continuó con las victorias de Von Lettow: derrotó a los británicos en Jassin, lo que le permitió amenazar la vía del ferrocarril de Uganda que conectaba Mombasa con Nairobi, la capital del África Oriental Británica. Esta quedó paralizada durante la primavera en diversas ocasiones tras volar los alemanes una locomotora, las vías del tren e incluso un puente. La osadía de Von Lettow no conocía límites y para comienzos de 1916, la situación de los británicos en África Oriental era realmente desastrosa.Con solo 3.000 alemanes y los 11.000 askaris que había ido reclutando, Von Lettow había causado el caos en toda el África oriental y los británicos sufrían pérdidas millonarias en los saqueos de la Schutztruppe, aparte de tener que sostener la movilización de centenares de miles de hombres y gastar millones de libras en su persecución. Por ellos, Londres decidió nombrar un nuevo comandante, el general Jan C. Smuts, con la misión de derrotar a la Schutztruppe de una vez por todas. Era un afrikáner (colono de origen holandés) de Sudáfrica que más tarde sería primer ministro de este país; uno de los militares que había dirigido la ocupación del África Sudoccidental Alemana. Para cumplir su misión, contaba con un poderoso ejército formado por sudafricanos (británicos y afrikáneres), rodesios e indios, y con el apoyo de las unidades belgas de la región.
Pero el coronel alemán contaba con un mejor conocimiento del terreno y con una oficialidad y unos soldados altamente motivados y preparados, lo que garantizaba unas pérdidas mínimas en sus ofensivas. Smuts no logró derrotar a la Schutztruppe, pero sí conquistar poco a poco territorio de la DO mediante ofensivas desde diferentes puntos, a un coste muy elevado. Y la causa principal de esto no fueron los alemanes, sino las enfermedades tropicales. Rehusando el enfrentamiento directo contra un enemigo mucho más numeroso, von Lettow continuaba asestando golpes a los aliados. A comienzos de 1917 su área de operaciones quedó reducida a la parte sur de la DO y Smuts abandonó África en esas fechas para trasladarse a Londres, al ser elegido miembro del gabinete de Guerra británico. Con la marcha de Smuts las operaciones aliadas contra la Schutztruppe serán menos «exitosas». Y es que a pesar de la enorme superioridad de las fuerzas enemigas, el militar alemán consiguió hostigar a sus adversarios de tal manera que les obligó a mantener un importante contingente permanente de unos 50 000 soldados en sus territorios coloniales africanos del Este hasta finales de 1917. En contraste con la situación en el DO, el resto de las colonias africanas de Alemania cayeron muy pronto en manos de los aliados.
En la batalla de Mahiwa los alemanes causaron a las fuerzas aliadas 1.600 muertos por tan solo un centenar de bajas propias. Aunque este éxito le valió a von Lettow el ascenso al generalato, pero las consecuencias de aquella victoria serían desastrosas para su ejército que se quedó sin municiones. El general necesitaba con urgencia, balas y ametralladoras, porque no podría resistir otro ataque británico. La decisión que se tomó en Berlín para auxiliar a las tropas africanas no tenía precedentes. El plan consistía en enviar al corazón de África, uno de aquellos gigantescos zepelines de la Armada Imperial, cargado de provisiones, en un viaje sin retorno. La idea de enviar ayuda a Lettow-Vorbeck había surgido de la mente de un alemán, prisionero de guerra en África y repatriado por la Cruz Roja, el doctor Zupitza, que venía insistiendo en los círculos políticos, desde hacía tiempo, acerca de la necesidad de socorrer a las tropas alemanas que aún luchaban en África. Los militares llegaron a la conclusión de que el único modo de abastecer al ejército de Lettow-Vorbeck era enviando un Zeppelin desde Europa. El 21 de noviembre de 1917 partía de Yambol (Bulgaria) el dirigible militar alemán Zeppelin LZ-104 en una misión sin regreso para abastecer a las exhaustas fuerzas del Africa Oriental alemana. El LZ-104 se cargó con fusiles, ametralladoras, cartuchos, medicinas, equipamiento médico y de comunicaciones, material de repuesto, ropa, víveres y agua potable, a lo que hubo que añadir el peso del lubricante y combustible para el viaje que ascendía a unas 23 toneladas y otras 9 toneladas de agua. Como el dirigible no regresaría a Alemania, la envoltura del zepelín se emplearía para hacer tiendas de campaña y prendas de abrigo, con las bolsas que almacenaban el hidrógeno se podrían confeccionar sacos de dormir, los motores servirían para alimentar los generadores eléctricos y la estructura de duraluminio para construir edificaciones: un hospital y barracas. Todo podría ser de utilidad para las tropas de aquel general que luchaban en solitario.
Tras no pocos problemas y recorrer más de la mitad de su viaje (6800 km), a la altura de Jartum, en Sudán, la tripulación recibe un mensaje cifrado del comando naval alemán para que abortasen la misión y regresasen a su base debido a que las tropas coloniales que iba a abastecer se habían rendido. Lo que desconocía el comandante del aparato es que los ingleses habían roto hace tiempo los códigos navales secretos alemanes, emitiendo un falso mensaje sobre la capitulación de Lettow-Vorbeck. Y es que esa rendición nunca llegó a producirse ya que fue este el único frente de batalla en las colonias donde Alemania no sería derrotada.
Ante la imposibilidad de dirigirse al norte, los alemanes se encaminaron en dirección contraria, penetrando en el África Oriental Portuguesa con el objetivo de arrebatar sus provisiones a las débiles guarniciones lusas. En agosto de 1918, von Lettow centró su atención en Rodesia, colonia británica que no esperaba ningún ataque. Los británicos, sorprendidos y desconcertados, enviaron tropas para hacer frente al avance alemán por el este, pero no pudieron evitar la conquista y el saqueo de varias ciudades. El 9 de noviembre la Schutztruppe conquistaba Kasama, en el norte de Rodesia, donde conseguía hacerse con un gran botín. Las ofensivas podrían, pues, continuar, aunque en las últimas semanas las pérdidas humanas habían sido más importantes de lo habitual.
Dos días más tarde se firmaba el armisticio por el que Alemania reconocía su derrota en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la situación de Von Lettow-Vorbeck le mantenía lejos de las noticias y el 12 de noviembre de 1918 mantenía un enfrentamiento armado con tropas inglesas; al día siguiente le llegó el comunicado del armisticio. El 25 de noviembre la Schutztruppe entraba en la ciudad de Abercorn. Ante las autoridades militares allí presentes, Von Lettow-Vorbeck leyó una nota en que declaraba oficialmente su rendición y ordenaba a sus tropas deponer las armas. Los británicos quedaron estupefactos al comprobar cómo un número tan bajo de hombres había logrado poner en jaque a al imperio en esa parte de África.
Es difícil no sentir cierta simpatía por Von Lettow-Vorbeck; con sus escasas tropas, nunca más de tres mil alemanes y 11.000 africanos (askaris y ruga-ruga, mercenarios), tuvo en jaque a 137 generales y 300.000 soldados enemigos (británicos, indios, sudafricanos, belgas y portugueses) desplegados para eliminarle. No tuvieron éxito hasta el final de la guerra. El 25 de noviembre de 1918, dos semanas después del Armisticio en Europa,von Lettow, que había recibido la Pour le Mérite y ascendido a mayor general, se entregó a los ingleses con el resto de sus tropas, sin haber sido derrotado decisivamente nunca. Era un maestro de la finura táctica y la improvisación. Cuando dejó de pelear dos días después de la tregua, su escuadrón todavía contaba con 155 blancos, 1200 askaris y 2,000 portadores. En ese momento, von Lettow aseguró que podría haber luchado durante años y sus adversarios no lo dudaron ni por un momento.
Fue admirado por sus contrincantes a la manera que lo sería luego Rommel: si este era el “zorro del desierto”, al jefe de la Schutztruppe (Fuerza de Protección) se le conocía como Der Löwe von Afrika, “el león de África”. Muchos alemanes todavía recuerdan la canción de su tropa de protección de África Oriental «¡Heia, heia, Safari!» . En 1919, los soldados africanos alemanes, con su general, fueron aclamados por la población en un desfile que recorrió las calles de Berlín.
De vuelta a Alemania, tras la guerra se opuso a los grupos de izquierda y debido a su participación en el Putsch de Kapp, tuvo que abandonar la nueva Reichswehr en 1920, siendo encarcelado brevemente por ello. Cercano ya a la cincuentena, se casó con su prometida, a la había dejado para ir al frente en 1914. Describió sus hazañas en dos libros, de los cuales «¡Heia Safari!» de inmediato se convirtió en un éxito de ventas. Durante la República de Weimar, se comprometió vehementemente en recuperar el salario y anualidades pendientes de la gran guerra de sus Askaris. Promovió el regreso de los prisioneros alemanes de África y defendió el respeto por los askaris ante el racismo latente de los colonialistas británicos en el continente negro. Tras ser elegido diputado,renunció a su escaño en el Parlamento en 1930; el ascenso de los nazis al poder marcó la retirada definitiva de Von Lettow de la política. La hostilidad del general hacia Adolf Hitler siempre fue manifiesta y la demostración más clara la constituyó su rechazo al cargo de embajador en Londres, en 1935, lo que le valió ser objeto de vigilancia por la Gestapo y figurar en la lista negra del régimen nazi. No obstante, en ningún momento se le detuvo, dado su prestigio como único mando que había derrotado al enemigo durante la Gran Guerra. No obstante, su avanzada edad y la muerte de sus dos hijos en el frente oriental le mantuvieron alejado de la escena pública.
En 1953 viajó a la antigua colonia alemana de África Oriental, entonces bajo soberanía británica con el nombre de Tanganyka (más adelante, la independiente Tanzania), siendo recibido por las autoridades británicas con honores militares. Más emotivo resultó el encuentro con sus antiguos askaris, que sentían auténtica devoción por el general, al que llamaban “león de leones”. Los askaris le recibieron con el Heia Safari, la antigua canción con que marchaba la Schutztruppe durante la Gran Guerra.
Completamente empobrecido, tuvo que establecerse después de la Segunda Guerra Mundial en Hamburgo como jardinero. Allí murió el 9 de marzo de 1964. El respeto de sus antiguos oponentes fue tan grande que lo apoyaron en sus últimos años con donaciones. Algunos de sus antiguos askaris acudieron al funeral en Pronstorf, cerca de Bad Segeberg. El discurso del funeral fue pronunciado por el entonces Ministro de Defensa Kai-Uwe von Hassel.
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