Hacia el año 270,nacía en la ciudad de Patara, en la provincia de Lycia (ruinas de Celemiç, junto a Kalkán, Turquía), un niño llamado Nicolás. Hijo de padres cristianos, de posición económica desahogada, fue educado en el credo de sus mayores, recibiendo una buena formación, seguramente la misma que tenía cualquier otro párvulo romano cuya familia dispusiera de medios para permitírsela.
La vocación religiosa debió de surgir muy pronto en él, pues tras entregar todo su patrimonio a los pobres, ingresó en el monasterio de Sion, y fue ordenado sacerdote a los diecinueve años por su propio tío, el arzobispo de la ciudad de Myra (Demre, Turquía). No había pasado mucho tiempo cuando este falleció, viéndose Nicolás elevado al cargo vacante, según la tradición, de forma providencial. Entre los años 303 y 305 los cristianos del Mediterráneo oriental fueron perseguidos por orden del emperador Diocleciano. Nicolás fue detenido, encarcelado y atormentado, quemándosele la barba. Llegado al trono imperial Constantino mandó liberar a estos cautivos, y con ellos al obispo de Myra. En el 325, la tradición le ubica en Nicea (Iznik, Turquía), participando en el trascendental concilio que tuvo allí lugar para el cristianismo. Doctrinalmente Nicolás se distinguió por su defensa de la divinidad de Cristo frente a la herejía arriana, y por su acoso al todavía dinámico paganismo romano, muy activo en la región en torno a los cultos de Artemisa y Apolo. Hasta aquí llega lo que sabemos históricamente del que habría de ser el futuro san Nicolás, unos pocos datos teñidos ocasionalmente de leyendas que no podemos contrastar totalmente.
Según nos narran las historias recogidas en el siglo IX, san Nicolás, a lo largo de su vida, destacó por su caridad para con los necesitados y por su preocupación por los más pequeños, hasta el punto de ser conocido como episcopus puerorum, el «obispo de los niños».En coherencia con esta actitud compasiva, principalmente para con infantes y menesterosos, se le atribuyen múltiples milagros. Uno de los más célebres es el denominado de «los tres hermanos». Algunos otros portentos, tales como resucitar a un marinero egipcio ahogado durante un viaje que hizo a Tierra Santa o calmar una galerna, por su intercesión, ante las oraciones de unos marineros temerosos de perder la vida, también se atribuyen al santo, cuya vida piadosa y desprendida, y numerosos milagros, le hicieron ganar gran fama.
Murió el 6 de diciembre del año 342 o 343 ;enterrado en la isla de Genile (Turquía), a cuarenta kilómetros del mar, su tumba muy pronto pasó a ser lugar de peregrinación.Fue ampliamente venerado, como remedio universal, en el Imperio bizantino al poco de su muerte. Sólo en Constantinopla tenía veinticinco templos dedicados, y en toda Grecia más de trescientos. De hecho, fue el primer santo, no mártir, que gozó de fama en Oriente y Occidente, tal y como lo prueba el que, en un plazo muy breve, se convirtiese en patrono de la infancia, de los marineros, de las muchachas en general, de las chicas casaderas en particular, de los boticarios, de los constructores de puentes y de los comerciantes, entre otros colectivos más. Roma, por su parte, contaba con un templo en su honor ya en el año 550. Sin embargo, el mayor de los monumentos y recordatorios que se hicieron al santo fue el hecho de que la fecha de su fallecimiento se convirtiese, en muy pocos años después de su muerte, en un día muy celebrado, al popularizarse la costumbre de mostrar amor a los niños haciendo lo que él mismo hizo en su ciudad: entregarles regalos.
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