William Wallace fue un personaje histórico que luchó contra el rey inglés Eduardo I para «defender las libertades de los escoceses». Desconocemos muchos de los detalles de su vida por la falta de fuentes contemporáneas a los hechos y es por ello que la leyenda ha contribuido a magnificar sus gestas y su resistencia lo elevó a la categoría de héroe nacional en Escocia.
Eduardo I de Inglaterra, llamado Longshanks o el Zanquilargo por su estatura, fue el primer rey de la dinastía de los Plantagenêt que intentó terminar la conquista inglesa de las islas Británicas. A partir de 1301 Eduardo I concedió a su primogénito el título de príncipe de Gales, honor que los reyes de Inglaterra han conservado hasta la actualidad. Cuando murió el rey de Escocia Alejandro III (al precipitarse su caballo por un acantilado) dejando como única heredera a su nieta, que vivía en Noruega, el rey inglés propuso un matrimonio entre su hijo y la princesa de dos años de edad, conocida como Margarita «hija de Noruega». Pero la niña no superó las dificultades del viaje a Inglaterra y murió en alta mar. Inmediatamente, la nobleza escocesa empezó a disputarse la corona y Eduardo I tomó partido por el candidato John Balliol, (pensando que se convertiría en un rey títere a su servicio, aunque pronto hubo de desengañarse) que fue coronado en la abadía escocesa de Scone. Tras descubrir los pactos de John Balliol con el rey Felipe IV de Francia, y la negativa de aquel a prestar sus ejércitos para combatir a los franceses, Eduardo I decidió invadir Escocia. Derrotó a los escoceses en la batalla de Dunbar en 1296 apoderándose de la Piedra del Destino, la roca sagrada de Scone donde los reyes escoceses eran coronados. Mandó a sus tropas ocupar el reino y envió a funcionarios ingleses para gobernar el país. Escocia era un país subyugado por el monarca inglés, a quien más de dos mil notables escoceses juraron lealtad.
El rey inglés había acabado con la oposición de los barones, pero un líder imprevisto surgió en escena liderando la revuelta del pueblo escocés: William Wallace. El poema Blind Harry o Harry el Ciego (muy posterior a los hechos, pues data de la década de 1470) cuenta cómo el alguacil inglés Lanark mató a la esposa de William Wallace y este se rebeló contra la autoridad del rey matando al asesino de su mujer y liderando la revuelta escocesa. William Wallace había jurado lealtad a Balliol, por lo que se negó a someterse a Eduardo I.se sumó a una campaña liderada por Robert Wishart, obispo de Glasgow, contra los sheriffs ingleses, que imponían el pago de elevados impuestos a la población escocesa. En 1297, William Wallace asaltó Lanark al frente de una banda de 30 hombres y dio muerte a su sheriff en el castillo de la ciudad; este será el origen de la leyenda de la muerte de su esposa, aunque como vemos, los motivos no son tan heroicos. A continuación, Wallace organizó un ejército campesino que obtuvo varios éxitos notables en su lucha contra las autoridades inglesas. Los demás nobles escoceses intentaron sumar sus fuerzas para combatir al ejército de ocupación, pero pronto se vieron forzados a rendirse. El único otro líder escocés que hizo avances en la resistencia fue Andrew de Moray, que arrebató a los ingleses los castillos del noreste de Escocia.
Wallace y Moray unieron sus tropas cerca de Stirling para vencer al grueso del ejército invasor, sorprendiéndolo cuando atravesaba un estrecho puente de madera sobre el río Forth. Las tropas inglesas sufrieron una espectacular y dolorosa derrota el 11 de septiembre de 1297 en la batalla del puente de Stirling. Los ingleses, dirigidos por John de Warenne y Hugh de Cressingham, se confiaron por su superioridad numérica y la reciente victoria en Dunbar.Las crónicas aseguran que murieron 5.000 ingleses. En el invierno de 1297 William Wallace dirigió sus ejércitos al norte de Inglaterra para dinamitar el prestigio del rey.
Los Wallace –nombre que deriva del francés le Waleis, «el galés»– eran un linaje vasallo de la dinastía de los Steward o Stuart –en castellano, Estuardo–, que pocos años después se alzaría con el trono escocés. William Wallace pertenecía pues a una familia localmente influyente, puesto que su padre era un caballero y pequeño propietario rural y su madre la hija del sheriff del condado de Ayr. Pero William no era el primogénito de este matrimonio, lo que significaba que debía buscar su propio lugar en el mundo. Se cree que hacia 1289 pasó un tiempo en el condado de Stirling con un tío suyo clérigo, quizá porque el destino natural de un hijo menor sin tierra y con capacidades intelectuales era la Iglesia.
Tras dirigir una campaña de saqueo por el norte de Inglaterra, Wallace retornó para ser armado caballero y único Guardián de Escocia, un puesto insólito para alguien no perteneciente a la nobleza, llegando a gobernar una extensa parte de Escocia reconquistada a los ingleses, aunque no por mucho tiempo. En 1298, Wallace se apostó con sus hombres cerca de Falkirk para enfrentarse al ejército inglés comandado por el propio rey Eduardo. Los escoceses se situaron frente a un terreno cenagoso y con un bosque detrás, agrupados en tres schiltroms (formaciones defensivas que actuaban a modo de erizos gigantes con sus lanzas de más de tres metros frente a la caballería). Pero había cometido el error de ceder la iniciativa al enemigo. La caballería inglesa atacó por los flancos, evitando la ciénaga, aunque tuvo que retroceder frente a los schiltroms. Entonces empezaron a llover las flechas de los arcos largos galeses que Eduardo había incorporado a su ejército (los mismos arcos largos que reportarían a Inglaterra sus mayores victorias en la guerra de los Cien Años). Los lanceros fueron cayendo en el sitio, hasta que los pocos que quedaban, incluyendo a Wallace, optaron por huir.
Uno tras otro los nobles escoceses hicieron la paz con Eduardo y renovaron sus juramentos, mientras Wallace se daba a la fuga. El cargo de Guardián de Escocia recayó ahora en los dos nobles más influyentes, Robert Bruce y John Comyn. Wallace encabezó una guerrilla durante un año, y luego viajó a Francia, Noruega y Roma en busca de apoyos, pero al ver que sus esfuerzos eran vanos volvió a Escocia para continuar la lucha con sus propios medios.Tras obtener algún éxito contra las tropas inglesas, en 1304 el pequeño grupo de Wallace fue aniquilado y él se quedó solo, reducido a la condición de fugitivo. Al año siguiente, un caballero escocés al servicio de Eduardo lo delató cuando iba a entrevistarse con Bruce, quien a la sazón también estaba del lado de Eduardo para contrarrestar las ambiciones de Comyn, su rival por el trono escocés. Tras ser arrestado, Wallace fue trasladado a Londres. Durante el posterior proceso, cuando pronunciaban la palabra «traidor» este les replicaba que él siempre había sido un súbdito del rey escocés John Balliol (exiliado en Francia desde 1299), nunca de Eduardo.
Fue condenado a muerte por por bandidaje y traición. arrastraron al prisionero con caballos a lo largo de más de seis kilómetros a través de Londres, envuelto en una piel de buey para no desgarrar su cuerpo antes de tiempo. En el campo de ejecución en Smithfield, primero lo ahorcaron como asesino y ladrón, cortando la cuerda antes de que muriera. Luego lo mutilaron y le sacaron las tripas, todavía vivo, por traidor a Inglaterra. Echaron al fuego su corazón, hígado, pulmones e intestinos, en castigo por los sacrilegios que había cometido al saquear bienes eclesiásticos ingleses, y por fin lo decapitaron. Su cabeza quedó ensartada en un poste en el puente de Londres y el resto de su cuerpo fue descuartizado: una parte se envió para que se exhibiera en Newcastle, región inglesa del norte que Wallace asoló entre 1297 y 1298, y los otros tres cuartos como advertencia a tres ciudades de Escocia: Berwick, Perth y Stirling.
Para la aristocracia escocesa, la ejecución de Wallace –y algún otro compañero suyo– era un preliminar al acuerdo de paz y perdón (bastante generoso) que les ofrecía Eduardo. No se produjo tampoco ninguna protesta popular, quizá porque los escocese
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