Hija de faraones, hermana de faraones, madre de faraones y esposa de faraones.Y, sin embargo, ella misma fue también faraón de Egipto: Hatshepsut (1507 a.C.-1456 a.C.) una de las escasas reinas que la extensa historia egipcia recoge en sus páginas. Fue la primera mujer importante en la historia que llegó a gobernar, cuyo nombre conocemos. La inteligencia, la madurez y la ambición son los rasgos de carácter que cincelan la personalidad de esta mujer extraordinaria que gobernó sobre las Dos Tierras durante 22 años. Hatshepsut suele ser recordada como una de las contadas mujeres (tres) que alcanzaron el rango de faraón. Lo hizo en contra de todas las leyes y costumbres del Estado egipcio, aprovechando una serie de circunstancias dinásticas que le permitieron dar cauce a su ambición de poder.
Hija de Tutmosis I y su esposa principal, la reina Ahmose Nefertari, su matrimonio con su hermanastro Tutmosis II la convirtió en reina consorte y, tras quedar pronto viuda, asumió la regencia hasta que su hijastro Tutmosis III –hijo de Tutmosis II y de una de sus esposas secundarias– alcanzase la edad necesaria para gobernar. Así pues, a Tutmosis I le sucedió un monarca aún más notable ( no fue Tutmosis II, su hijo y sucesor). Tutmosis II gobernó en unión de su padre hasta el fin del reinado de este último y en nombre propio durante muy corto tiempo, si es que lo llegó a hacer. El verdadero sucesor fue, más bien, una mujer, hija de Tutmosis I y esposa de Tutmosis II. En el Antiguo Egipto, el matrimonio entre hermanos se daba frecuentemente, sobre todo en la realeza y esto no se consideraba incesto. Es una forma de preservar la sangre real y asegurar la sucesión dinástica dentro de la misma familia.Los matrimonios reales europeos se realizaban frecuentemente entre primos hermanos, o entre tíos y sobrinas. El dogma de la Iglesia no permitía tales alianzas entre las personas corrientes, pero el escaso número de individuos de sangre real las hacían, en este caso, necesarias, por lo que la Iglesia concedía dispensas especiales.Sin embargo, para la casa real egipcia no existía otra de igual rango.
Ineni, consejero y arquitecto real, frustró en dos ocasiones el intento de Hatshepsut por acceder al poder en solitario. La primera ocasión en que Ineni se interpuso en su futuro se dio al fallecer su padre, momento en que el consejero logró que Tutmosis II fuera nombrado faraón y Hatshepsut se vio relegada a gran esposa real de su hermanastro. La segunda ocasión llegó con la muerte de Tutmosis II, cuando Hatshepsut fue de nuevo arrinconada y nombrada mera regente de Tutmosis III. Durante sus primeros años de regencia planificó los pasos que debían darse para cambiar a la tradicional sociedad egipcia. Hatshepsut fue una mujer enérgica y esta situación no se alargó demasiado en el tiempo; así, en 1472 a.C logró deshacerse de Ineni y se erigió en reina absoluta. Cambió su nombre por el de Maatkare Hatshepsut y empezó a mostrarse como único soberano de Egipto, adoptando los atributos de un faraón, la barba postiza y el tocado nemes, y los epítetos reales masculinos de Rey del Alto y el Bajo Egipto y Señor de las Dos Tierras. En los monumentos que construyó, se representa a sí misma con vestiduras masculinas y con forma de varón omitiendo incluso los pechos.
Inmediatamente, ascendió al poder político a sus fieles seguidores Hapuseneb y Senenmut y unificó los cargos de Visir y de Sumo Sacerdote de Amón. Como faraón, Hatshsepsut (“la primera de las nobles damas”) ocupó el centro de una brillante corte radicada en la capital del país, Tebas. El cargo más importante en la administración egipcia era el de visir. Equivalente a un jefe de gobierno actual, el visir despachaba directamente con el rey y todos los demás cargos se hallaban bajo su responsabilidad. Sabemos que Hatshepsut tuvo varios visires a lo largo de su reinado. Heredó el que ya tenía Tutmosis II, Ineni, también arquitecto real, al que no tardó en relegar. Useramum, por su parte, al parecer estuvo más próximo a Tutmosis III. El que tuvo un papel más destacado durante el reinado de Hatshepsut fue sin duda Hapuseneb. Como gran sacerdote de Amón, administrador de los templos y jefe de los profetas del Alto y Bajo Egipto, le aseguró el apoyo del poderoso clero de Amón. Fue también responsable de la construcción de la tumba de la soberana en el Valle de los Reyes. Hapuseneb concentró en su persona el máximo poder judicial, administrativo y religioso, algo excepcional para un personaje que no tenía sangre real.
El otro gran pilar del gobierno de la reina fue Senenmut, que acaparó numerosos títulos: gran arquitecto real, jefe de los aposentos reales, superintendente de palacio, mayordomo de la esposa del Dios, responsable de los sellos reales…Senenmut fue incluso tutor de la princesa Neferure, hija de Hatshepsut, que la pretendió casar con Tutmosis III, proyecto que se frustró por la prematura muerte de la joven. No sólo fue el artífice de la mayor parte de la espectacular obra constructiva que desarrolló la faraona, sino que, hasta se ha especulado con que Senenmut fuese amante de Hatshepsut y padre de su hija, lo que explicaría las esculturas de granito en las que aparece acompañado de la princesa. Éste se mantuvo soltero, hecho que en el antiguo Egipto era algo inusual, y fue el único plebeyo que fue enterrado en sarcófago real. Sin embargo, a partir del año 19 del reinado de Hatshepsut, el nombre de Senenmut desaparece de los textos; tal vez había fallecido o cayó en desgracia al apoyar a Tutmosis III en la fase final del reinado de la soberana.
Ni siquiera cuando Tutmosis III alcanzó la mayoría de edad renunció Hatshepsut al poder. Así, durante casi dos décadas Egipto tuvo dos faraones, la madre y el hijastro, que reinaron conjuntamente sin aparentes conflictos, aunque fue la soberana quien llevó las riendas del país. Durante sus 22 años en el poder, apenas se libraron batallas y las Dos Tierras de Egipto vivieron uno de sus más extensos periodos de prosperidad y pacificación. Hatshepsut era una mujer y en el Egipto antiguo no podía mandar adecuadamente un ejército ni esperar que los generales (e incluso aún más quizá los soldados comunes) la obedeciesen. También puede deberse simplemente a que no tuvo especiales deseos de hacerlo. Sea como fuere,su reinado representa un intervalo de paz en la belicosa historia de la dinastía, y Hatshepsut se dedicó a enriquecer el país mediante la industria en vez de hacerlo mediante el saqueo. Por ejemplo, estuvo especialmente interesada en las minas del Sinaí y trató de expandir el comercio egipcio. Fueron dos los objetivos en los que Hatshepsut concentró sus esfuerzos políticos y económicos: la actividad constructora y la expedición al País de Punt. Ordeno la construcción de espectaculares trabajos arquitectónicos por todo Egipto, especialmente en Tebas y Karnak, pero la obra que alzó al olimpo histórico a arquitecto y reina fue Deir el Bahari: un templo funerario incrustado en la roca, formado por terrazas y rampas, que aún hoy puede contemplarse en todo su esplendor. Supo ganarse el apoyo de todos los que le rodeaban, comenzando por la importantísima casta sacerdotal de Karnak, gracias a grandes donaciones económicas y los privilegios que les fue otorgando. Única y exclusivamente tres de todos los obeliscos que fueron construidos quedan hoy en Egipto, uno en Heliópolis y dos en el antiguo emplazamiento de Tebas. De estos últimos uno es del tiempo de Tutmosis I y el otro del de Hatshepsut.
La luz de Hatshepsut comenzó a apagarse con la muerte de Senenmut y la adolescencia de Tutmosis III, que comenzó a reclamar su derecho al trono. La reina Hatshepsut murió en 1469 a. C, durante el año 22 de sun reinado y por aquella época Tutmosis III contaba unos veinticinco años. Considerando lo que luego llevaría a cabo este faraón,podemos hacernos una idea de qué clase de mujer debió de haber sido para poder dominar al tipo de hombre que Tutmosis III demostró ser una vez libre de ella. Se desconoce cómo murió la reina, pero lo que sí ha quedado claro es el odio que le dedicó Tutmosis III. No hay ninguna duda sobre el amargo resentimiento del nuevo faraón y sobre su larga opresión por ella, ya que éste le pagó con la misma moneda, mediante una profanación sistemática de los monumentos dejados por Hatshepsut. Su nombre fue borrado de todos aquellos lugares en que fue posible, y el faraón lo sustituyó por el suyo propio, o por el de uno de los primeros Tutmosis. Incluso dejó su tumba incompleta, el mayor acto de venganza que cabría tomar contra ella según la mentalidad egipcia. Tutmosis tomó la determinación de brillar en un área que Hatshepsut había descuidado, la militar. No fue una simple cuestión de vanidad, sino una necesidad. La situación de Siria se había deteriorado mucho desde los grandes días de su abuelo Tutmosis I. Sin embargo, su reinado y su legado dejaron una impronta indeleble. Serían los estudiosos europeos de los siglos XIX y XX, como Champollion, Naville, o Carter, quienes rescatarían la memoria de la gran reina del Imperio Nuevo.
En 1903, el renombrado arqueólogo Howard Carter había hallado el sarcófago de Hatshepsut en la vigésima tumba descubierta en el Valle de los Reyes -la KV20-. El sarcófago, uno de los tres que Hatshepsut había preparado, estaba vacío.Nadie sabía dónde se encontraba la momia o si había sobrevivido la campaña que, con el fin de erradicar todo registro de su reinado, se llevó a cabo durante el gobierno de su corregidor y sucesor, Tutmosis III, cuando casi todas las imágenes de ella como rey fueron retiradas sistemáticamente de templos, monumentos y obeliscos. En 2005, un equipo de científicos estudiaron una momia llamada KV60a, la cual, a pesar de haber sido descubierta más de un siglo antes, no se creyó tan importante como para retirarla del suelo de una tumba menor en el Valle de los Reyes.Había navegado por la eternidad sin el amparo de un ataúd, mucho menos con un séquito de figurillas que desempeñaran tareas reales. Tampoco tenía qué usar: ni tocado, ni joyería, ni sandalias de oro, ni cubiertas de oro para los dedos de las manos y los pies; ninguno de los tesoros que se le habían dado al faraón Tutankamon, quien no era nadie comparado con Hatshepsut. Esta momia fue identificada en 2007 como Hatshepsut, gracias a una tomografía computarizada de un solo diente en una caja con el nombre de Hatshepsut coincidente con un alvéolo de la mandíbula. Tenía alrededor de 50 años cuando murió, se quedó calva,sufría de diabetes y padecía una avanzada osteoporosis.
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