Los romanos utilizaban varios tipos de soportes para escribir textos de todo tipo y en el trabajo cotidiano, que podemos agrupar fundamentalmente en tres grandes tipos: pergaminos, papiros y tablillas de cera. El pergamino se caracteriza por estar realizado en piel de res joven, cabrito o ternero, recibiendo su nombre por la relevancia que adquirireron los artesanos de Pérgamo. La piel sigue un proceso de eliminación de la epidermis, de la hipodermis, dejando sólo la dermis y de estiramiento, al final del cual se consiguen las hojas con las que se elabora un libro, una filacteria o los rollos que se conocían de la Antigüedad. Siendo un material duro y resistente fue ampliamente utilizado para aquellos escritos que debían preservarse durante largo tiempo, como escritos literarios o manuales de consulta y sobre todo, mapas de todo tipo. Era un material caro, pero podía ser escrito por ambas caras e incluso lavarse la tinta y reutilizarse, sirviendo para otros usos con posterioridad.
El pergamino destinado a la confección de libros y documentos se fabricaba con pieles de animales jóvenes (cordero, ternero o cabrito) porque los individuos adultos proporcionaban una membrana recia y basta que dificultaba el cosido de los cuadernos. De las tres partes que componen una piel, el pergamino se fabrica solo con la dermis; se debía eliminar la epidermis y el hipo para que sólo quedara la dermis durante el proceso de manufactura. Para facilitar su separación, las pieles se sumergían en una solución de cal que permitirá efectuar el pelado y el descarnado. A continuación, se tensaban en un caballete para su estiramiento y acabado, mientras con la ayuda de una piedra pómez se frota la superficie resultante a fin de eliminar las últimas impurezas y pulir la superficie de escritura. El pergamino de mayor calidad era la vitela, fabricada con pieles de animales nonatos o recién nacidos que se reservaba para los códices más lujosos. En cambio, el pergamino más basto se solía utilizar para hacer tambores, panderetas o instrumentos similares.
Los rollos de papiro se utilizaban para escribir textos de todo tipo, desde documentos oficiales y textos literarios, hasta poesía. El papiro tenía algunas características del posterior papel que le hacían superior al pergamino, como su ligereza, aspecto exterior, mayor flexibilidad y mejor capacidad de absorción de la tinta. La planta de la que se obtenía el papiro (Cyperus papyrus) era cortada en pequeñas tiras que maceradas y engomadas formaban los famosos rollos de papiro. El tallo de esta planta se cortaba en tiras finas que se disponían en capas que se iban superponiendo, se encolaban, se secaban al sol y se pulían hasta formar una especie de tejido. Después se pegaban en largas fajas con las que se formaban los rollos. La adherencia entre las capas era sumamente resistente, como lo demuestran las hojas de papiro que se conservan en la actualidad y que todavía permanecen unidas. La ventaja de los rollos de papiro en relación con las hojas de papiro simple estribaba en que se podían escribir textos largos y asegurarse la integridad de la obra. Es la misma idea de nuestros libros en los que podemos seguir ordenadamente los textos escritos, sin perder ninguna de las partes. El volumen más largo conocido, el papiro Harris I mide más de 41 metros. En la mayoría de la películas y series que podemos ver en televisión, los romanos aparecen leyendo textos en volúmenes que desenrollan de forma vertical, cosa que ha creado una falsa idea de cómo se leían realmente: se tenía que desenrollar con la mano izquierda, mientras se sujetaba con la derecha. Para manejar mejor los rollos y facilitar su almacenamiento y preservación se les pegaba al final de la última hoja un cilindro de madera, hueso o marfil y alrededor de él se envolvía la tira. La escritura se realizaba en columnas paralelas en sentido horizontal, por lo que el rollo se tenía que desenrollar en ese sentido para poder leer los textos escritos en él. Las hojas se colocaban por la parte donde las tiras de papiro estaban de forma horizontal. De esta forma, se podía escribir cómodamente y el papel no ofrecía resistencia a las plumas o cálamos. Esta parte era el “recto” y la parte trasera, con las tiras en vertical era el “verso” o reverso.
Un volumen se divide en varias partes:
-. “plágulas”o “kollemata”: láminas u hojas de papiro. Normalmente se usaban unas 20 hojas para formar el rollo en sí, que se llamaba “Scapus”.
-. “umbilicus” que serían los cilindros de madera sobre los que se enrollaba el papiro para facilitar su lectura. Estos cilindros podían ser de madera o marfil. En los extremos del umbilicus, podían existir unos extremos torneados (como los que existen ahora para las barras de las cortinas de madera) conocidos como “cornua”.
-.»Index» o «titulus»: etiqueta que colgaba del volumen en la que se escribía el título del documento para así facilitar su búsqueda cuando estaba almacenado. Similar a los lomos de los libros, gracias a los cuales podemos identificar de que libro se trata. Esta etiqueta podía ser también de papiro o de piel.
-. «Protocolo»: Era la primera hoja del rollo o Scapus y no se escribía sobre ella ya que servía de “protección” al ser la hoja que estaba más expuesta al exterior. Por contra, la última era el escatocolo. El protocolo siempre se ponía con la parte en verso.
La gran desventaja del volumen estribaba que para buscar un párrafo en concreto se tenía que desenvolver todo el rollo, lo que resultaba bastante incómodo. Su almacenamiento se hacía en estanterías, con el Tituli hacia afuera o bien se podía guardar en cestos para volúmenes, normalmente fabricados en mimbre, o en otro tipo de bolsas cerradas de piel llamadas “capsae” si se querían transportar de un lado a otro ( a modo de mochila) naturalmente también había de otros materiales como madera o cerámica.
Pero la conservación del papiro requería un cuidado especial. Como hemos comentado,los rollos se guardaban en recipientes de madera o de arcilla, para preservarlos de los insectos y se impregnaban de aceite, con lo que adquirían el tono amarillento característico. Sin embargo, la humedad y el calor eran sus enemigos fatales, de ahí su escasa conservación. Otra de las causas de la progresiva desaparición de textos escritos en papiro fue que, debido al deterioro e incluso, a la evolución de la escritura que convertía los antiguos textos en poco legibles, éstos se copiaron en pergamino, desapareciendo los primitivos escritos “originales” en papiro. El papiro y el pergamino convivieron durante muchos siglos pero el uso del papiro fue disminuyendo progresivamente, especialmente a partir de los siglos III y IV d.C, en favor del pergamino, cuando empezó a utilizarse para copiar libros de buena factura al difundirse el nuevo formato de codex o códice a partir del siglo IV de nuestra era.
Las tablillas de cera, eran una serie de hojas de madera cubiertas por una estrecha capa de cera, que permitía corregir los posibles errores en aquellas tareas que precisaran de correcciones o cambios habituales, desde el control de mercancías diarias hasta un registro de almacenaje comercial. La cera quedaba marcada por la punta de un punzón o «Stilus» afilado que disponía de una sección plana en la parte superior con la que se raspaba la cera, se aplastaba y alisaba, reutilizándose simplemente escribiendo de nuevo sobre este espacio liso cuando había un error o era necesario un cambio. Las tablillas, si eran más de una, iban sujetas a modo de libro, a través de unos orificios que se realizaban en el lomo, si eran pocas láminas con dos orificios era suficiente, si había más cantidad se agujereaban con 4 o más orificios por los que se insertaban cintas, cuerda o tiras de piel anudadas.
Con las tablillas los romanos podían formar dípticos, trípticos y hasta polípticos, denominados caudices, de donde se pasaría después a la designación de los libros, en el sentido que universalmente tienen, cuando surgieron en los primeros siglos de la era cristiana, es decir, los códices. Estos polípticos, provistos de asas, se colgaban por medio de alambres tensados y se guardaban en los tablinia o tabularia, esto es, los archivos romanos.
Y ¿con que escribían los romanos sobre estos soportes?. El Calamus scriptorium, Calamus o cálamo en castellano, la auténtica estilográfica romana, era un trozo de caña procedente de un junco que se utilizaba para escribir sobre papiros y pergaminos. A los romanos les gustaba por su gran flexibilidad frente a las plumillas de otros materiales como marfil o bronce, que también utilizaban.
Plinio el viejo en Historia Natural asegura que las mejores cañas procedían de Egipto y de Gnido, ciudad de Asia menor. Para poder trabajar con ellas, se cortaba un extremo en forma oblicua mediante una especie de cortaplumas conocido como culter o scalprum librarium. Para escribir, simplemente se mojaba la punta en tinta que se guardaba en un Atramentarium o tintero, los cuales al igual que el propio cálamo podían ser de muchos materiales, como bronce o el barro,los más comunes y de diferentes formas y decoraciones.
excelente información. Gracias. Me sirve como investigación para mi novela.
Muchas gracias a ti por haber leido este articulo¡ un saludo
Estoy aquí con exactamente el mismo objeto. Vaya coincidencia jajaja
Gracias por leer nuestro articulo y por comentarlo¡ ojala te sea de utilidad y ambos dos, cuéntenos por aqui sus correspondientes novelas¡ titulo, editorial, breve reseña quizá…..