Decébalo y la conquista romana de la Dacia
El pueblo de Dacia era conocido desde hacía mucho tiempo por las civilizaciones del Mediterráneo.Los griegos los llamaban getas, y habían combatido y comerciado con ellos desde el siglo VII a. C. La constante interacción entre los diferentes pueblos favoreció en gran medida la vitalidad de la cultura dacia, aunque también significó que las guerras fueran tan frecuentes que se casi convirtieron en una característica endémica.Cuando no se enfrentaba al ataque de alguno de sus vecinos, Dacia solía estar inmersa en una guerra civil. No obstante, los dacios no merecían en ningún caso la consideración de bárbaros que los romanos empleaban con tanta frecuencia para describir a los pueblos no conquistados que vivían fuera del Imperio. Los dacios poseían un sofisticado concepto de la arquitectura y el trabajo del metal, y sus mercaderes eran suficientemente hábiles como para comerciar en pie de igualdad con los griegos.Los dacios combatían constantemente con la tribu de los llamados bastarnas, que habían emigrado desde la región del Báltico aproximadamente en el año 200 a. C. Sus guerras también alcanzaron a los dárdanos y otras tribus del sur, y acabaron por provocar varios encontronazos desagradables con los romanos una vez que éstos extendieron su influencia a través del mar Adriático a fines del siglo II a. C. Ya en aquella época Dacia estaba bastante civilizada, aunque sabemos muy poco del estado en aquel tiempo salvo que su gobierno central tenía a la cabeza a un rey llamado posiblemente Oroles.
El Imperio Romano estaba alcanzando su límite al final del siglo I de nuestra era, en parte debido a que los pueblos del norte de Europa resultaron demasiado difíciles de conquistar, complicados de controlar una vez conquistados, y pocas veces merecedores de realizar un esfuerzo económico. Roma era una sociedad militar, de manera que sus senadores eran perfectamente capaces de juzgar el peligro que suponía Dacia para sus provincias de Moesia y Dalmacia. Doloridos por su contacto con Roma, los dacios retrocedieron, recayendo probablemente en sus tradicionales luchas intestinas.El rey Burebista reorganizó el ejército, y durante su largo reinado expandió las fronteras dacias hasta su mayor extensión conocida. Subyugó a los bastarnas y los boios así como las colonias griegas que rodeaban el Mar Negro, llegando al final hasta Odessus (Odessa).Por el norte, el reino se extendió hasta los montes Cárpatos, y por el este hasta el río Dniéster, que constituye actualmente la frontera entre Moldavia y Ucrania.
El movimiento hacia el este renovó el conflicto entre dacios y romanos. A comienzos de la década de los 60 a. C, un ejército comandado por Antonio Hybrida fue derrotado por los dacios cerca de Histria, lo que hizo que Burebista adquiriese un mayor interés por los asuntos de Roma, y así, apoyó con entusiasmo a Pompeyo en su guerra civil contra César en el 48 a. C, lo que César vengó invadiendo Dacia una vez se hizo con el poder en Roma.Los planes de César fueron cortados de raíz por su asesinato en el 44 a. C. Burebista no pudo explotar el caos en el que se sumergió Roma, pues también él fue asesinado poco después. Marco Craso, de la gran familia romana de los Licinios, condujo una campaña contra los dacios en el año 29 a. C, pero no consiguió someterlos y durante la mayor parte del siglo I d. C,asaltando la Moesia romana siempre que las congeladas aguas del Danubio se lo permitían.Durante el reinado de los emperadores Flavios, la frontera del Danubio se hizo cada vez más peligrosa con los dacios lanzaban ataques cada vez más feroces e importantes. Vespasiano fortificó las fronteras y envió más tropas a la región, pero sólo consiguió un breve respiro. La tormenta se desató en el 85 d. C, durante el reinado de su hijo Domiciano. Cornelio Fusco expulsó rápidamente a los dacios fuera de Moesia; sin embargo, puesto que éstos se dedicaban más al saqueo que a la conquista, probablemente estaban dispuestos a marcharse al menor contratiempo. Domiciano decidió que aquellos engreídos bárbaros necesitaban una lección, y ordenó a Fusco que llevase su ejército a Dacia para emprender una expedición punitiva. Los dacios tenían un rey llamado Douras, pero su influencia quedó eclipsada por el brillante y belicoso general Decébalo. Probablemente era más un apodo que un nombre propio. Se traduce aproximadamente como «Corazón Valeroso», y sugiere que a Decébalo le gustaba mandar a sus tropas desde primera línea.Es bastante posible que fuese él quien dirigiese el ataque sobre Moesia, y el prestigio ganado entonces forzó a Douras a abdicar en su favor. Los dacios habían construido un reducto en los montes Orastie. Se trataba de una compleja serie de fuertes, torres de vigía y murallas que se extendían por aproximadamente quinientos kilómetros cuadrados.No se sabe exactamente qué ocurrió con Fusco, pero si sabemos que los dacios le dieron muerte en batalla, y que la Legión V Alatida quedó seriamente diezmada, y que quizá incluso perdió su águila. El resto de la expedición se retiró a Moesia, abandonando sus intenciones punitivas. El revés sufrido por el prestigio romano inspiró una revuelta en la provincia vecina de Panonia.
Roma reaccionó rápidamente.La Legión IV Flavia Félix ya estaba probablemente en camino, y en el 88 d. C. pasó a Dacia por un lugar conocido como las Puertas de Hierro. En la vecina Tapae, sobre la meseta de Caransebes, vengaron la muerte de Fusco con una sonora victoria. La estación de campaña ya estaba avanzada, y los romanos no deseaban pasar el invierno en un territorio hostil. Ambas partes estaban deseosas de una tregua. Decébalo ofreció rendir homenaje a Roma, y a cambio recibiría de Domiciano no sólo una subvención anual, sino también trabajadores e ingenieros para reforzar las ya considerables defensas de su reino.La opinión pública romana estaba indignada con la idea de pagar tributo a unos extranjeros; era inevitable otra guerra. Domiciano fue asesinado en el año 96 d. C. y le sucedió el anciano Nerva, que reinó durante dos años y cuyo mayor logro fue la selección de su sucesor, Trajano, quizás el emperador romano más importante. Un año después de ser proclamado emperador, Trajano abandonó los campamentos legionarios en el Danubio, donde se había dedicado a reorganizar la defensa de las fronteras, y se presentó en Roma para asumir el gobierno del Imperio. Nada más llegar, hizo gala de austeridad y de respeto a las instituciones, en particular al Senado, y se dirigió humildemente al prefecto del pretorio con estas palabras: «Toma esta espada y, si gobierno bien, úsala por mí, y si no, en mi contra». Tenía entonces 45 años de edad y se hallaba en el culmen de una carrera militar plagada de éxitos, pero era consciente de que aún debía demostrar su valía como emperador. Muchos en Roma temían que su victorioso rey Decébalo quisiera fundar un poderoso Estado a las puertas mismas del Imperio. Para vengar la deshonra del pacto de Domiciano, atajar las temerarias ambiciones de Decébalo y, a la vez, impulsar las suyas propias, Trajano decidió emprender una expedición en el año 101 con el propósito de crear una nueva provincia romana más allá del Danubio. El nuevo emperador se presentó en la frontera con diez legiones y comenzó la construcción de un puente sobre el Danubio para pasar a territorio dacio.
Los guerreros dacios eran sin duda un enemigo digno de Roma; llevan pelo largo y barba. Excepto sus líderes, llevan armamento ligero y emplean para su defensa unos escudos ovales.Estaban mejor vestidos que los guerreros germanos, con pantalones y túnicas, y en ocasiones incluso con capas. Los soldados de infantería podían elegir entre varias armas. Una de las predilectas era la falx, una especie de guadaña de combate. En la columna de Trajano, los dacios las manejan con una sola mano, pero otras representaciones demuestran que la falx era un arma mucho más pesada y temible que requería el empleo de ambas manos. También se empleaban espadas convencionales, así como hachas de combate y clavas de madera. Como podría esperarse de un pueblo en contacto con los arqueros a caballo que vivían en las orillas del Mar Negro, los dacios también eran unos consumados arqueros.En cuanto a la caballería, los dacios dependían en gran medida de sus aliados, los sármatas. Los jinetes sármatas llevaban una cota de malla ajustada que cubría tanto al jinete como a su montura. Estos catafractos que ya hemos mencionado en otras ocasiones resultaban unos rivales temibles, y tiempo después acabaron incorporados a los ejércitos romanos. Poco se sabe del sistema social dacio, pero parece que había una clase superior a la que los romanos denominaban pileati por sus características gorras,mientras que el pueblo llano recibía el nombre de comati por su pelo largo.
Tras cruzar el río por el puente de barcas, las legiones se adentraron en Dacia y se dirigieron a Tapae, una ciudad rodeada de angostos valles y espesos bosques donde los dacios estaban apostados. Decébalo retrocedió ante los hombres de Trajano y buscó un lugar adecuado para una emboscada, quizá como había hecho con Fusco y cuando los romanos llegaron hasta Tapae, el escenario de la derrota dacia en el año 88 d. C, Decébalo tomó la iniciativa y atacó. Pero Trajano había reforzado su ejército con una multitud de tropas auxiliares, compuestas por soldados que podían moverse con mayor libertad por terrenos agrestes y montañosos, lo que hacía más difícil preparar una emboscada sin ser descubierto.La batalla se volvió en su contra, aunque el resultado estuvo lejos de ser definitivo. Las enormes bajas que sufrieron ambos bandos obligaron a los dos generales a tomarse un tiempo; Decébalo regresó a su campaña de hostigamiento, mientras los romanos se retiraron a sus campamentos de invierno.En primavera Trajano ya estaba de nuevo en movimiento y Decébalo buscó la paz. Ya había enviado anteriormente una embajada para sondear a Trajano, pero el acercamiento no había tenido una auténtica intención. Esta vez, Decébalo demostró que iba en serio al enviar a negociar a algunos de sus ancianos aristócratas. No llegaron a ningún acuerdo y la guerra continuó. La metódica dirección de la guerra por parte de Trajano no dejó a Decébalo ninguna opción de ataque y, a pesar de sus desesperados esfuerzos, sus fortalezas fueron tomadas una tras otra. En algún momento de este proceso, los romanos recuperaron las insignias que Fusco había perdido en su desastrosa campaña del año 86 d. C. Finalmente, quedó abierto el camino hasta Sarmizegethusa, la capital dacia. Decébalo realizó un último intento de desafiar a los romanos en el campo de batalla, pero, cuando fracasó, se vio obligado a buscar una rendición en los mejores términos posibles.El emperador firmó la paz en el año 102, dejó una guarnición en Sarmizegetusa y, en honor de aquellos que habían caído en el campo de batalla, mandó erigir un altar sobre el que se realizaron anualmente sacrificios en memoria de los caídos. Aun se encontraba Trajano de camino de Roma para celebrar su triunfo (adoptó con justicia el nombre de «Dácico») cuando Decébalo comenzó a reconstruir sus fortalezas, a reclutar vigorosamente soldados para su ejército y a adquirir el mismo armamento sofisticado al que había prometido renunciar ante Trajano.
Las noticias de la violación de los términos del tratado de paz llegaron rápidamente a Roma, pues Trajano había dejado una guarnición en Sarmizegethusa para controlar las actividades del rey. En el año 106 d. C, Trajano se encontraba de nuevo en el punto de partida, a orillas del Danubio preparándose para invadir Dacia, aunque esta vez contaba con la ventaja de un soberbio puente de unos 1.000 metros de longitud que había construido para él Apolodoro de Damasco.
Trajano estuvo a punto de no poder llegar al Danubio. Unos espías enviados por Decébalo casi consiguieron asesinarlo cuando atravesaba Moesia con su ejército, un hecho que probablemente el emperador nunca perdonaría. Las guarniciones de Trajano se encontraban sometidas a una presión considerable por el ataque preventivo de Decébalo. Muchas de las que se encontraban en el interior de Dacia habían caído, e incluso algunos fuertes al sur del Danubio estaban soportando un asedio. Se empleó la mayor parte de aquel año en equilibrar la situación, y hasta el año siguiente Trajano no estuvo en condiciones de internarse de nuevo en territorio dacio.La metódica determinación que mostraron los romanos surtió efecto entre los aliados de Decébalo. Uno tras otro se evaporaron o llegaron a acuerdos con los romanos, una opción imposible para Decébalo, por lo que sus súbditos combatieron por él con un empeño fanático.La oposición dacia estaba reforzada por la religión de sus guerreros, que creían que la muerte era sencillamente un cambio de estado en el que sobrevivía la conciencia. Sus dioses acogían con alegría a aquellos que morían en combate y rechazaban, por el contrario, a los cobardes, entre los que se incluían los que se rendían, por lo que era frecuente que los guerreros dacios se suicidaran antes de ser capturados. Su dios principal era una divinidad crónica (un dios de la tierra) llamado Zamolxis;este dios y su sumo sacerdote desempeñaban una función fundamental dentro de la sociedad dacia.Había otros dioses, entre ellos un dios de la guerra que aceptaba sacrificios humanos.
Decébalo sabía que no debía poner a prueba la auténtica fuerza del enorme y bien entrenado ejército de Trajano. Sus soldados libraron una campaña de golpeo y huida entremezclada con obstinadas resistencias en cualquier punto defendible. Parece que los romanos avanzaron hacia Sarmizegethusa desde el este en dos columnas (una de las tácticas predilectas de Trajano, y que volvería a utilizar en Partia). Alcanzaron la capital a mediados del verano e inmediatamente la sitiaron. Decébalo intentó anticiparse al inevitable final y abandonó la ciudad para refugiarse en la espesura de las montañas de Transilvania. Trajano tomó Sarmizegethusa, y demostró que no había perdonado arrasando la ciudad hasta los cimientos. Lo que había sido una guerra se transformó entonces en una cacería humana en la que Decébalo era la presa. No sabemos con exactitud como murió el rey Dacio; según algunos historiadores, los romanos le cercaron y Decébalo invitó entonces a los jefes tribales que quedaban a un banquete y, después de consumir sus últimas provisiones, se suicidó cortándose la garganta. Lo más problable es que en un primer momento, Decébalo huyese para evitar ser capturado y expuesto a la vergüenza pública en Roma, pero uno de los escuadrones romanos, al mando de Tiberio Claudio Máximo, logró dar con su pista. Finalmente, viendo que los romanos se lanzaban contra él, el rey dacio se suicidó degollándose con la afilada y larga espada curva de los dacios. Claudio Máximo cortó la cabeza del monarca caído y se la llevó a Trajano. La muerte de Decébalo terminó con la resistencia organizada. Sin nada que perder, los jefes locales emprendieron una feroz campaña de guerrilla, pero la guerra como tal había finalizado. Entre los que sometieron los últimos focos de la rebelión se encontraba un familiar de Trajano, Adriano, el futuro emperador. Trajano regresó a Roma llevando consigo la cabeza de Decébalo y miles de prisioneros dacios destinados a terminar sus días en la arena del anfiteatro.
La conquista del reino de los dacios no sólo dio al Imperio una nueva provincia, sino también un inmenso botín que Trajano exhibió orgulloso en su retorno triunfal a Roma. Tras el triunfo, los romanos dieron con el botín que más ansiaban, el tesoro de Decébalo. Se hallaba cerca del palacio de Sarmizegetusa, en un lugar totalmente insospechado: bajo el lecho del río Sargetia. Se cuenta que Decébalo había ordenado a sus esclavos desviar el curso del río, excavar un hoyo en su lecho seco para esconder allí los magníficos tesoros y, una vez hecho esto, devolver el agua a su cauce natural. Pero un tal Bicilis reveló a los romanos la ubicación del tesoro. En total, las legiones se llevaron a Roma 165.000 kilos de oro y 330.000 de plata. El tesoro de Decébalo y los ingresos procedentes de las ricas minas de oro dacias sirvieron para aliviar el ruinoso estado de las arcas imperiales tras los derroches de Domiciano. Trajano invirtió el botín en una serie de obras públicas que cambiaron la faz de Roma. Acondicionó infraestructuras anticuadas, como el antiguo puerto de Ostia, la vía Apia y la red de alcantarillado, y costeó nuevas obras como las termas de Trajano, un «palacio del pueblo» que se elevó, significativamente, sobre las ruinas de la extravagante Domus Aurea de Nerón. Pero la mayor de estas empresas fue la construcción de un nuevo foro, el foro de Trajano. En Dacia, la colonización de Trajano ejemplificó la máxima de Tácito de que «Roma crea un desierto y lo llama paz». Los pueblos nativos fueron erradicados o expulsados de sus tierras, y se llevaron colonos de todas partes del Imperio para ocupar su lugar. Una consecuencia de esta política es que, de todas las lenguas modernas, la rumana es una de las más próximas al latín, y el nombre moderno del país, Rumania, refleja hasta qué punto los colonos de Trajano hicieron de Dacia su propia tierra. Pero la consecuencia más importante de las dos guerras dacias fue la consolidación de Trajano en el poder.
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