Las expulsiones de los judíos en la Europa Medieval

martes, 30 de abril de 2019

Mucho antes del holocausto, los judíos eran perseguidos en Europa. De hecho, fue una práctica común en las monarquías medievales que buscaban, fundamentalmente, expoliar sus riquezas o evitar las inmensas deudas que con ellos contraían. El carácter monoteísta de la religión judía granjeó a su población la enemistad de muchos pueblos de la Antigüedad. Era, en esencia, el miedo a lo distinto en un mundo poblado por religiones politeístas. La aparición del Cristianismo, que también cree en un solo dios, significó un punto de inflexión para los hebreos. Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, la Iglesia irá diseñando un proyecto universal en el que se tenía en consideración a los judíos como el pueblo «deicida» por los que los utilizarán como cabezas de turcos de todos los males. Esta disposición histórica fue recuperada con la eclosión del nacionalismo en el siglo XIX y llevada a su máxima expresión por el Régimen Nacionalsocialista alemán.

«Los judíos han elevado su odio a la humanidad al nivel de una tradición», escribió el griego Diodoro Sículo en su «Biblioteca histórica» del siglo I antes de Cristo. La agresiva respuesta de los israelitas («Hijos de Israel») al proceso de helenización iniciado en tiempos de Alejandro Magno les ganó el prejuicio de pueblo «ultranacionalista». En el año 168 antes de Cristo, Antíoco IV de Siria, de la dinastía Seléucida, (descendiente de uno de los generales de Alejandro Magno) asaltó Jerusalén e impuso el culto a Zeus entre la población. Esta medida levantó una revuelta dirigida por el clan de los Macabeos, que se mostraron muy violentos con los enemigos capturados. Desde entonces, se encendió el recelo contra los judíos por todas las regiones de influencia griega.La llegada de los romanos a Judea no mejoró la percepción que se tenía de los judíos en el exterior. Los romanos veían en el monoteísmo judío una forma de rebelión política, y consideraban que sus costumbres, como la prohibición de comer carne de cerdo o la circuncisión, eran propias de bárbaros. La incomprensión mutua, tampoco los hebreos toleraban las tradiciones romanas, dio lugar a numerosos episodios bélicos durante toda la dominación romana.Y la aparición del Cristianismo empeoró la situación, puesto que los primeros padres de la Iglesia presentaron el Judaísmo como una «secta» que había asesinado al auténtico Mesías.Los judíos no compartían la creencia cristiana de que Jesús es el Hijo de Dios, y muchos cristianos consideraban esta negación a aceptar la divinidad de Jesús como arrogante.

En consecuencia, la Edad Media fue un periodo terrible para los judíos europeos.Durante toda la Edad Media, siempre hubo una larvada corriente popular antijudía, exacerbada por el recelo que muchos cristianos sentían por el enriquecimiento de un sector de los mismos, considerados como usureros.El estallido de la persecución contra los judíos en los reinos cristianos estuvo en íntima relación con la crisis bajomedieval, convirtiéndose en verdaderos chivos expiatorios de muchos de los males que aquejaron a las sociedades medievales. Motines y levantamientos de campesinos, y de grupos populares urbanos derivaron, en muchas ocasiones, en asaltos a juderías y asesinatos de judíos. Pero, tampoco se puede obviar en el estudio de las causas de estas persecuciones la presión ejercida por el fanatismo de un conjunto de clérigos que enardecieron y empujaron a masas de cristianos contra sinagogas, haciendas y vidas. Las autoridades emplearon los ataques contra la población hebrea a modo de válvula de escape de los problemas sociales.A causa de esta persecución, que les prohibía en la mayoría de ciudades ejercer como soldados, agricultores o abogados y casarse con cristianos, los judíos se vieron obligados a dedicarse a profesiones que, como los prestamistas o los recaudadores, aumentaron los prejuicios contra ellos. Cabe mencionar que la usura, el cobro de intereses en un préstamo, estaba mal visto moralmente entre los cristianos. Y en no pocas ocasiones, los deudores cristianos aprovechaban un estallido de violencia religiosa para asesinar a sus acreedores. No se conoce con precisión el número de judíos que había en Europa. Inglaterra tenía una población relativamente pequeña, tal vez entre 2.500 y 3.000 judíos, lo que representa uno de cada mil habitantes. Había una mayor cantidad en el sur de Italia, España, Francia y Alemania.

En 1012 el emperador alemán Enrique II expulsó a los judíos de la ciudad de Mainz. Durante la Primera Cruzada, a finales del siglo XI, los judíos fueron perseguidos y asesinados en muchas ciudades alemanas.Tras los rumores de que los sarracenos habrían tomado los lugares santos con la asistencia de los judíos, se produjeron numerosas masacres de poblaciones judías de Alemania, principalmente en el valle del Rin. Presentes desde hacía siglos, los judíos se convirtieron de repente en extranjeros y en asesinos de Cristo que debían ser castigados antes de liberar los lugares santos.Fueron masacradas comunidades a todo lo largo del camino de las cruzadas en Renania, Espira, Maguncia, Worms, Ratisbona, En Maguncia, fueron asesinados 1100 judíos en un solo día, mientras que la sinagoga y los otros edificios de la comunidad fueron destruidos. Si la comunidad de Ratisbona ofreció el espectáculo insólito de un baño colectivo en el Rin para escapar de la muerte, la reacción más común fue, por el contrario, elegir santificar el Nombre Divino y no renunciar a su fe. Estos espectáculos de suicidios colectivos, de madres matando a sus hijos y los maridos a sus esposas marcaron profundamente el imaginario cristiano, llevando a la acusación de asesinato ritual contra los judíos. Unos 12 000 judíos habrían perecido en 1096.Las masacres recomenzaron en 1146, con ocasión de la Segunda Cruzada, bajo la instigación de un monje cisterciense .Luego, siguieron las acusaciones de muerte ritual. En Alemania, al igual que en toda Europa occidental, los judíos fueron acusados de asesinar niños con ocasión del Pésaj con la finalidad de recoger su sangre. En Pforzheim, Wissembourg y Oberwesel, se reprodujeron las mismas acusaciones. En 1270, los Judenbreter devastaron las comunidades de Alsacia. En 1285, la comunidad judía de Múnich fue acusada de crimen ritual: 180 judíos, entre hombres, mujeres y niños, fueron encerrados en la sinagoga y quemados vivos en su interior.Se contaron 941 víctimas de la masacre de Wurzburgo en 1298. De 1336 a 1339, bandas de campesinos pobres, denominadas los Judenschläger (asesinos de judíos), aterrorizaron la región desde Alsacia hasta Suabia.
Con la expansión de la peste bubónica entre 1346 y 1353, se extenderán los rumores de que los judíos envenenaban los pozos de agua y muchos tuvieron que huir a Polonia. En 1510, Brandemburgo expulsó a los judíos y en 1593 Bavaria hizo lo mismo. Frankfurt se sumó en 1614.

El Cuarto Concilio de Letrán de 1215 decretó que los judíos debían usar ropas que los distinguieran de los cristianos. El mismo concilio fomentó el desarrollo de los ghettos judíos, o recintos amurallados, no para protegerlos, sino para aislarlos de los cristianos.

Con el ascenso de Eduardo I al trono de Inglaterra en 1272, comenzará el final de la existencia judía en la isla. Este rey, célebre por su cercanía a las doctrinas y objetivos de la Iglesia, incluyendo la prohibición de la usura judía, impulsó la segregación y los intentos de conversión. Su Estatuto para los judíos, promulgado en 1275 fue esencial para su futura expulsión; este edicto prohibía a los judíos ocuparse en trabajos de prestamistas, es decir, la labor que los había mantenido durante siglos en Inglaterra y dado que con la aplicación de esta medida, las grandes cantidades que los judíos aportaban al tesoro real cesaron,ya no eran necesarios en el reino.Los judíos fueron expulsados de Inglaterra en 1290; una vez en el exilio, las posesiones de los judíos pasaron oportunamente a manos de la corona, que estaba pasando serias dificultades económicas. Inglaterra se convirtió así en el primer país en expulsar a los judíos. Su presencia estuvo prohibida durante 366 años. Algunos se convirtieron al cristianismo, pero inmensa malloría de ellos migró principalmente hacia el sur y el este en dirección a Francia, donde sólo complicaron más los problemas que ya tenían sus hermanos en esos territorios. Como veremos,dieciséis años más tarde, Francia seguiría el ejemplo de Inglaterra.

En 1306, el rey de Francia, Felipe IV, pasaba también por grabes problemas financieros; los franceses habían tomado buena nota de lo ocurrido en Inglaterra, así que Felipe IV, viendo al alcance de la mano la solución a sus problemas económicos, planeó la expulsión de los judíos para así poder confiscar y vender sus propiedades. Unos 100.000 judíos fueron arrestados el 22 de julio de 1306 y sentenciados al exilio, obligados a dejar el país con la ropa que llevaban y una pequeña suma de dinero. Sus tierras fueron confiscadas por la corona para luego ser vendidas a los cristianos no sin pingues beneficios. Pero lo más importante fue que todas las deudas de cristianos a judíos comenzaron a ser recolectadas por la corona, consiguiendo de esta manera una gran fuente de ingresos. La expulsión del reino de Francia fue, con mucho, la más devastadora para el pueblo judío en la cristiandad medieval. El heredero de Felipe IV, el rey Luis X, derogó en 1315 el decreto de su padre para que los judios volviesen a sus tierras si lo deseaban, otorgándoles protección real. Se les permitía recobrar las deudas pendientes de a Cristianos, pero sólo podían quedarse con un tercio de lo recogido, dándole los restantes dos tercios al tesoro real. El interés del pio rey Luis en que regresaran los judíos residía en localizar a los cristianos que no habían pagado sus deudas para sacar más provecho económico. Todas las tierras incautadas sólo podían ser recuperadas comprándolas, al igual que las sinagogas y escuelas. Sin embargo, sucesivos retornos y expulsiones terminaron con la expulsión definitiva en 1394.

En Hungría, en plena plaga de peste negra, los judíos fueron expulsados del país en el siglo XIV. Aunque fueron inmediatamente readmitidos, volvieron a sufrir persecuciones y otra vez expulsados por el rey Luis el Grande de Anjou en 1360, tras fracasar en sus intentos de convertirlos. Aunque los judíos pudieron regresar poco después, volvieron a ser expulsados de ciudades concretas tanto de Hungría como de Austria a lo largo de los siglos.

Se puede considerar que durante los siglos XI y XIII los judíos vivieron en relativa paz en la reinos cristianos peninsulares. La mayoría de los judíos habitaban en las ciudades en juderías o call. Tenían la condición de servi regis, es decir, dependientes de los reyes, los cuales tenían la obligación de protegerlos. Los judíos gozaban de autonomía administrativa y religiosa. Aunque sus actividades abarcaron el abanico de las que se daban en el Medievo, es cierto que destacaron en las ocupaciones artesanales y comerciales, así como en las de tipo intelectual y en la medicina. Algunos judíos se dedicaron a servir a los monarcas en sus cortes e instituciones.En las primeras décadas del siglo XIV comenzó la violencia contra las juderías en el reino de Navarra, aumentando la tensión con la llegada de la Peste Negra, a mediados de siglo. Fue el momento en el que se asaltaron muchas juderías de la Corona de Aragón. En Castilla, la persecución con los judíos se agudizó como consecuencia del enfrentamiento dinástico entre Pedro I y Enrique de Trastámara, ya que, éste lanzó duras soflamas contra los judíos en su estrategia para ganarse el apoyo popular para destronar al rey.Los ataques contra los judíos llegaron al paroxismo en el año 1391 cuando la violencia se desató en Sevilla. Para los historiadores es el momento clave que marca un punto de inflexión en la historia de la comunidad judía en España.El clérigo Fernán Martínez –arcediano de Écija- que venía predicando de forma virulenta contra los judíos desde el año 1378,mandó derribar sinagogas y confiscar los libros de oración, además de seguir predicando contra los judíos. La primera furia popular estalló en enero de 1391 aunque las autoridades la reprimieron con decisión. Pero el Consejo de Regencia destituyó a estas autoridades y Fernán Martínez se sintió ya todopoderoso: el día 6 de junio lanzó a sus hombres contra la judería, se quemaron dos sinagogas, otras dos fueron convertidas en iglesias y fueron asesinadas unas cuatrocientas personas, aunque no es fácil determinar el número exacto de víctimas. Es evidente que el vacío de poder civil facilitó esta catástrofe. La chispa encendida en Sevilla se propagó por todo el Valle del Guadalquivir y parte de la Meseta, así como amplias zonas de Aragón. Se calcula que pudieron morir unas cuatro mil personas, aproximadamente, además de los cuantiosos daños que sufrieron las juderías; algunas de ellas quedaron completamente arrasadas.Se estima que en 1390 habría unos 200.000 judíos en los reinos cristianos peninsulares; después de las persecuciones de finales de esa centuria, el número de judíos descendió a la mitad. Cuando la violencia física desapareció fue sustituida por la violencia legal. En 1405 se prohibió la usura judía. Se estableció que, tanto moros como judíos, debían estar estrictamente encerrados, se abolió la autonomía judicial de las aljamas, se estipuló una lista de oficios cuyo ejercicio quedaba prohibido para los judíos (médicos, boticarios, herradores, tundidores, carniceros, peleteros, zapateros), se prohibió el uso del tratamiento de “don” y se les obligó a lucir barba y pelo largo para ser fácilmente identificados, así como llevar una rodela roja cosida en su ropa que, además, debía ser modesta, sin lujos. El objetivo de esta política no era otro que el hacer la vida muy difícil a los judíos para que se convirtieran. Desde la Iglesia se organizaron debates teológicos para combatir la religión judía (La más famosa de estas controversias fue la conocida como Disputa de Tortosa, debate público que se celebró entre 1413 y 1414 en dicha ciudad catalana, con el objetivo de intentar convencer a los judíos de sus supuestos errores).Los rabinos intentaron defender sus posiciones, pero el papa decidió suspender las sesiones porque, realmente, lo que se pretendía era que los judíos admitiesen y confesasen públicamente sus errores. En el siglo XV, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón querían que sus reinos fueran enteramente católicos. Por ello, emitieron en 1492 el edicto de expulsión en el que ordenaban a judíos –y musulmanes– convertirse al catolicismo o dejar el país. En total, unos 100.000 judíos dejaron los territorios españoles a lo largo del siglo XV. La mayoría se asentó en la potencia económica de la época, el Imperio Otomano.Después de la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos en 1492, siguieron los territorios en Italia que estaban bajo su soberanía.Los judíos primero dejaron Sicilia, luego Calabria en 1524 y más tarde en Nápoles en 1540. En 1569, el papa Pio V ordenó que todos los judíos abandonaran los territorios papales.El rey Felipe II los expulsó de Milán en la primavera de 1597.

La consolidación de comunidades judías en lo que hoy es Portugal tuvo lugar durante la época romana (siglo II a.C- siglo V d.C) en las principales ciudades del área occidental de la Península Ibérica. Entre el siglo XII,momento en el que Portugal se independiza de León consolidándose como un reino propio y y 1481, las comunidades judías se desarrollarán sin muchos problemas llegando a alcanzar algunos judíos puestos importantes en la administración real. Entre 1481 y 1495, Portugal se verá azotado por la intensa inestabilidad social, produciéndose el asalto a la principal judería de Lisboa. A pesar de ello, en 1492 Portugal recibió a muchos judíos que huían de España, previo pago de una buena cantidad de dinero y de no permanecer en Portugal más de ocho meses. El 5 de diciembre de 1496 el rey Manuel I de Portugal decretó la conversión o expulsión de los judíos portugueses. No todos salieron inmediatamente y en 1506 dos millares de judíos fueron masacrados en Lisboa. La mayoría de los judíos de la península ibérica se asentaron en lo que era el Imperio Otomano, así numerosas comunidades judías de Turquía todavía hablan ladino o judeoespañol. La inquisición portuguesa extendió sus operaciones desde Portugal a todo el Imperio Portugués, incluyendo Brasil, Cabo Verde y Goa.

La expulsión de los judíos de España y Portugal trasladó la migración al norte de Europa, donde la revolución religiosa iniciada por Martín Lutero los situó entre dos fuegos. Tras un intento fallido de atraerlos a su causa, Lutero propuso su expulsión y la quema de sus sinagogas por todo el norte de Europa. Además, el reformador escribió el que está considerado como el primer texto antisemitista moderno, «Contra los judíos y sus mentiras».

En Lituania, un decreto del rey Alejandro en abril de 1495 ordenó a todos los judíos que abandonaran el país. La mayoría se trasladó a localidades cercanas, al otro lado de la frontera polaca, y regresaron cuando la decisión fue derogada poco después. Se desconocen las causas de la inesperada expulsión, pero la hipótesis más probable es que tuviera algo que ver con la necesidad de confiscar sus riquezas para nutrir las arcas reales.

En busca de conservar sus creencias y cultura, los judíos se convirtieron en los defensores de la única religión minoritaria en el entonces cristiano continente europeo. Durante siglos la Iglesia enseñó que los judíos eran los responsables de la muerte de Jesús, sin reconocer, como lo hace la mayoría de los historiadores en la actualidad, que Jesús fue ejecutado por el gobierno romano porque los funcionarios romanos y la oligarquía judía lo consideraban una amenaza política a su gobierno. Como forasteros, los judíos fueron objetos de una violenta estereotipia y sujetos a la violencia contra sus personas y propiedad. Entre los mitos sobre los judíos que se arraigaron en este período estaba la «calumnia del crimen ritual», un mito de que los judíos usaban la sangre de niños cristianos con fines rituales. Otros mitos incluían la idea de que el rechazo de los judíos a convertirse al cristianismo era no sólo una señal de servicio al anticristo sino también de una deslealtad innata a la civilización europea, léase cristiana. Por el contrario, la conversión de judíos individuales se consideraba algo poco sincero y con motivos materialistas. Esta doctrina preparó el terreno sobre el cual se pudo construir toda una superestructura de odio, frecuentemente alentada por las autoridades.

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