Al igual que los otros oficios, la medicina en el antiguo Egipto era una ocupación de carácter hereditario y curiosamente, estaba incluida dentro del funcionariado, Los médicos, denominados como sinu o sunu, normalmente estaban asociados a un templo aunque también podían ejercer de forma autónoma.La medicina en el antiguo Egipto estaba intrínsecamente vinculada con la religión y la magia, pues los tres principios se creían esenciales para poder curar las enfermedades. Había dioses asociados a algunos órganos del cuerpo humano que además eran los encargados de velar por ellos. De igual modo, se utilizaban talismanes y amuletos que presumían sanar las dolencias. Junto al médico era habitual que estuvieran los sacerdotes de Sekhmet, diosa de la curación cuando su ira estaba aplacada, o los sacerdotes del dios Heka (divinidad de la magia) y la diosa Slekis relacionada con las mordeduras de serpiente y picaduras de arácnidos como el escorpión. Tras estos religiosos se encontraban los magos que tenían un papel preponderante en la medicina. A menudo se creía que las enfermedades habían sido mandadas por los dioses, como castigos, o que eran espíritus malvados que estaban en el cuerpo y tenían que ser expulsados por medio de rituales, conjuros y amuletos.
Como casi todos los aspectos de la vida de los antiguos egipcios, el ejercicio de la medicina estaba fuertemente jerarquizado: los médicos más prestigiosos trabajaban en la corte del faraón, seguidos por los que desempeñaban su oficio en las necrópolis, las canteras y los que formaban parte del ejército. Los altos cargos médicos se ocupaban de la organización y administración de otros de rango inferior.
Se desconoce dónde aprendían su profesión, pero uno de los posibles lugares para su instrucción pudieron ser las Casas de la Vida, adscritas a un templo. No existen fuentes directas que puedan dar información sobre las llamadas Casas de la Vida o Per Anj. Lo cierto es que los datos con los que contamos tan sólo nos permiten realizar hipótesis y conjeturas acerca de su función.Se podría decir que estos edificios eran como una especie de casa del saber, pues tenían diversas funciones como biblioteca, archivo, taller de copia de manuscritos e incluso en ocasiones de sanatorio. Se solía emplazar en los templos, siempre los más importantes, así como en los santuarios de cierto renombre y en núcleos de población importantes como Amarna, Edfu, Menfis, Bubastis y Abidos.
No obstante, es muy posible que entre los Reinos Medio y el Nuevo se establecieran algunas escuelas médicas, que debieron de contar con algún manual para su formación, que actualmente desconocemos. No obstante conocemos varios textos de este tipo,como el Papiro de Edwin Smith, en el que se describen 48 casos de traumatismo y su cura. También, se detallan tres posibilidades en el diagnóstico según su dificultad curativa: «una enfermedad que yo trataré»,«una enfermedad contra la que yo lucharé» y, por último, «una enfermedad con la que nada se puede hacer».El conocimiento de la anatomía y fisiología humana por el cuerpo facultativo del antiguo Egipto era escaso, pues no estaba permitida la disección de cadáveres. No obstante, aprendieron mucho sobre la anatomía humana gracias a su tradición de momificar.
Sí conocían la existencia de los órganos vitales como el cerebro, los pulmones, el estómago, el hígado y el corazón. Este último era el más importante para los egipcios, pues todo el cuerpo humano dependía de este músculo, nombrado con dos palabras: ib y haty. El primer vocablo alude al corazón como el ente donde se originaban los sentimientos, mientras que el segundo hace referencia al aspecto físico del órgano central de la circulación sanguínea. También conocían algunos huesos del cuerpo humano como el cráneo, las vértebras, las costillas, la mandíbula y la clavícula. Entre las dolencias que más sufrían los egipcios estaban los problemas estomacales y dermatológicos, pero también otras enfermedades como hernias, tumores o infecciones.
Por más que se esforzaban en limpiar y moler bien los granos para hacer harina, pequeños pedazos de piedra se colaban en las comidas, así como algo de arena del desierto. Eso gastaba los dientes y podía llevar a que se hicieran huecos y a que sufrieran infecciones.En el Papiro Ebers hay varias recetas para rellenos y ungüentos. Algunas recetas incluían miel, que es antiséptica. En otros casos sencillamente tapaban los huecos con lino. Los antiguos egipcios padecían multitud de enfermedades infecciosas y una altísima mortalidad infantil. Sufrían muchos problemas de malnutrición y trastornos gastrointestinales agudos, debido al consumo de agua contaminada del río Nilo. Su esperanza de vida apenas llegaba a los 30 años.
Estos profesionales eran hábiles combatiendo las enfermedades, pues sus experiencias se basaban en la observación de heridos de guerra, accidentes laborales y en las propias afecciones diarias. Además, tenían conocimientos de la farmacopea, ya fuera vegetal, animal o mineral, que administraban con bastante precisión como lo atestigua el Papiro de Berlín. La cirugía, no debía de ser una práctica muy utilizada. Solo se conoce la operación quirúrgica de la circuncisión, una práctica era generalizada, tanto que un pene no circuncidado era una curiosidad, gracias a las imágenes de la mastaba de Ankhmahor datada en la VI dinastía (~2325-2175 a. C.);hay escritos que describen la fascinación de los soldados egipcios con los penes de los conquistados libios y a menudo, cuentan, se los llevaban a sus casas para que sus conocidos pudieran ver sus partes íntimas
Otro tipo de cirugía muy extendida eran las amputaciones de las que se tiene constancia gracias a los cadáveres de los trabajadores de uno de los cementerios de la Ciudad Perdida de las Pirámides, en Guiza. Cuando un miembro del cuerpo era seccionado existían prótesis para remplazarlo. Una prueba es el hallazgo de una prótesis para remplazar el primer dedo del pie descubierto en Tebas, conservado en el Museo del Cairo. Está datada entre el 950 y el 710 a. C. Los antiguos egipcios necesitaban prótesis tanto para los vivos como para los muertos… y quizás para los últimos eran más importantes. Se creía que para poder devolver el cuerpo en el más allá, éste tenía que estar entero, de ahí la importancia de la momificación y de completar lo que faltara antes del viaje.
De entre todas las especialidades médicas los oculistas o sunu irty estaban muy considerados socialmente, ya que los habitantes del reino padecían múltiples enfermedades oculares originadas, entre otros motivos por el clima seco y cálido del reino. Una de las enfermedades oculares más comunes era el temido tracoma, provocado por la bacteria clamydia trachomiatis, que producía conjuntivitis y lesiones en la córnea que derivaba en ceguera. También, era agravada por la falta de vitamina A en la alimentación y contra la que los médicos poco podían hacer. Sin embargo, existían pomadas, a cuyas composiciones se les añadía ingredientes como la malaquita y la galena (mineral compuesto de azufre y plomo) para aliviar e intentar paliar las infecciones de los ojos, así como otros componentes menos usuales como la leche materna, tal y como ha quedado reflejado en el Papiro de Ebers, compendio médico que recoge setecientas enfermedades y su tratamiento, datado en el Reino Medio.
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