La agogé espartana

sábado, 26 de enero de 2019

Esparta quiere decir «la esparcida», y hoy tendrá más o menos cinco mil habitantes. Fue llamada así porque fue el resultado de la fusión de cinco poblados que entre todos contarían unos cincuenta mil habitantes. Esta fusión no fue espontánea. La impusieron a la fuerza los conquistadores dorios, cuando bajaron del Norte en seguimiento de sus reyes heráclidas. Esparta no tenía un ejército; lo era. Además, sus habitantes eran tan solo súbditos y no tenían derecho a ejercer la industria ni el comercio porque debían reservarse solo para la política y la guerra, no conocieron nunca el oro ni la plata porque estaba prohibido importarlos, y hasta sus monedas fueron solamente de hierro

Esta ciudad-estado es célebre por muchas cosas, entre ellas su peculiar sistema educativo. La educación espartana era muy diferente a la que recibían los jóvenes de otras ciudades estado, ya que Esparta militarizaba totalmente la vida de los jóvenes hasta los 30 años. Se atribuye al legendario Licurgo la introducción de la agogé, literalmente «cría» (como en el caso del ganado), un sistema educactivo,de adiestramiento y socialización integral y obligatorio que transformaba a los chicos en hombres preparados para el combate, cuyo valor, disciplina y habilidad alcanzaron una fama sin parangón. Licurgo, al crear un sistema en el que la primera lealtad de los individuos era para con el grupo, y sobre todo el Estado, antes que con la familia o los amigos, introdujo una interpretación novedosa de lo que significaba ser un politês (ciudadano). El objetivo de la Agoge masculina era formar a los jóvenes para ser ciudadanos guerreros, prepararlos para luchar no sólo contra enemigos exteriores sino también contra los ilotas, el enemigo interno

No era el padre, como sería normal en otras partes, sino los ancianos del grupo tribal del niño quienes decidían si debía ser criado o no. Aquellos débiles,cortos de talla o con malformaciones eran arrojaados a los desde un pico del Taigeto o abandonados. Durante sus primeros siete años, un niño espartano era criado en casa, como cualquier otro niño griego. Se les sometía a durísimas prácticas como método para endurecerlos; se recomendaba criarlos sin pañales que constriñesen su crecimiento o debilitaran su resistencia al frío y al calor. Pronto debían perder el miedo a la oscuridad. Una vez endurecidos, tras el séptimo aniversario se le sacaba del entorno familiar, para siempre, y se lo incorporaba al sistema educativo comunitario y obligatorio. Empezaba la verdadera agogé (la crianza). 

El Estado espartano asumía la tutela y la educación pública de los futuros soldados, para lo cual destinaba a funcionarios especializados. Así entre los siete y los dieciocho años, los niños y los jóvenes estaban organizados en «manadas» y «rebaños», bajo la supervisión de espartanos adultos jóvenes. Se les alentaba a romper los vínculos exclusivos con sus familias y a considerar que todos los espartanos de la edad de su padre eran in loco parentis. Estos cuidadores incentivaban el liderazgo natural a través de la selección de cabecillas. En cada clase se nombraba paidónomo, al más valeroso, al que mejor había resistido las desolladuras y los latigazos de los instructores y el que más brillantemente había soportado las noches en a la intemperie.Su vida era austera: los jóvenes dormían sobre lechos construidos con juncos, cortados de las orillas del río Eurotas y disponían de un solo manto para todo el año. Con el tiempo se acostumbraban al dolor. De hecho, la mayor parte del tiempo permanecían desnudos y mugrientos, porque raramente se les permitía bañarse. A los niños se les cortaba el pelo al cero y no se les permitía llevarlo largo y bien cuidado (uno de los rasgos más característicos de los ciudadanos espartanos) hasta que alcanzaban los 15 años. 

Se lavaban poco, ignoraban la existencia del jabón y de los ungüentos, y tenía que procurarse la comida por sus propios medios, robando, pero sin que le descubrieran, porque en tal caso era duramente castigado. Es más, cualquier ciudadano podía castigar a los niños si así mejoraba su disciplina. El método preferente era el apaleamiento, que contaba con una suerte de ritual. El lugar de apaleamiento se encontraba ubicado en un bosque, puesto que era necesario un árbol vigoroso y robusto, al cual se le enganchaba una cadena y a ésta un palo. Lo que hacía el muchacho era agarrar este palo mientras otros dos de sus compañeros lo apaleaban. Si el muchacho desfallecia por efecto del agotamiento o del dolor, otros dos compañeros que se encargaban de levantarlo para que pudiesen finalizar su castigo. El objetivo final de estos castigos era que aprendieran el valor de trabajar en grupo y de respetar la autoridad ciegamente.

La lucha, los ejercicios atléticos y el manejo de las armas también eran las materias fundamentales y la educación formal de los jóvenes espartanos era mínima, salvo en materias como la música, gimnasia y juegos relacionados con los principios del arte de la guerra. Aprendían a leer y a escribir, al menos de forma básica, así como a cantar, principalmente letras de marchas. De los hijos de Esparta se esperaba que hablaran de forma sólida y concisa. La única evasión era el canto. Pero estaba prohibido el individual, admitiéndose tan solo el coro, que consolidaba la disciplina.

Un ejemplo particularmente llamativo de esta paternidad desplazada o vicaria era la institución de la pederastia ritualizada. A partir de los doce años, se esperaba que cada adolescente aceptara a un guerrero adulto joven como amante (el término espartano técnico para el compañero activo de más edad era «inspirador», mientras que el joven recibía el nombre de «oidor»). Seguramente, la relación era sexual por lo general, pero el sexo no era siempre el principal objetivo. La dimensión pedagógica se pone claramente de manifiesto en el relato de un joven espartano que cometió el error de gritar de dolor durante uno de los combates despiadadamente duros que salpicaban el desarrollo de la Agoge. Pero no fue el joven quien fue sancionado por esta infracción del código espartano de silencio autodisciplinado: el castigo cayó sobre el amante mayor del chico por no haberle educado como es debido.Se dice que Lisandro llegó a ser amante de uno de los adolescentes espartanos más cotizados que estaban en la Agoge, nada menos que Agesilao, el hijo más joven del rey reinante Arquídamo III. No se esperaba que Agesilao, como hijo del segundo matrimonio de Arquídamo, subiera al trono euripóntida, por lo que no quedó eximido de la Agoge, como sí ocurrió en el caso del príncipe coronado Agis (el futuro Agis II). De hecho, era una especie de sorpresa, en dos sentidos, que Agesilao fuera capaz siquiera de pasar por la Agoge: había nacido cojo, lo cual podía haberlo condenado a ser abandonado como bebé y por tanto a una muerte temprana; no obstante, pese a su cojera llevó a cabo todas las exigentes tareas físicas establecidas por la Agoge con un éxito clamoroso.

En algunos casos puntuales, que eran considerados como un gran honor, algunos hijos de dignatarios extranjeros podían ser educados en la Agogé como invitado extranjero de honor. La Agoge duraba hasta los dieciocho años, cuando tenía lugar un proceso de selección para escoger a los destinados a los puestos superiores de una vida espartana adulta —miembros de la guardia real de élite, máximos cargos militares, a la larga elegidos para la Gerusía—. Estos espartanos selectos formaban lo que se conocía como la Cripteia, o Ejecutivo de Operaciones Especiales. Su tarea consistía en controlar a los ilotas amén de demostrar su buena disposición para las responsabilidades de la madurez guerrera. Su selección, como la gestión de la Agoge en su conjunto, estaba probablemente en manos del paidonomos, literalmente el chico-rebaño, que era nombrado por los éforos («supervisores»): este consejo de cinco miembros elegía anualmente dirigentes que representaban el principal poder ejecutivo en el Estado espartano, junto a los dos reyes y de hecho a veces por encima de ellos.

Después de la Agoge, el requerido apuntalamiento social del estilo militar de vida lo proporcionaba el sistema de mesas comunes (pheiditia, sussitia), también conocidas como tiendas comunes (suskania). La elección para las mismas tenía lugar cuando los candidatos tenían en torno a veinte años, y era competitiva: un simple voto negativo bastaba para rechazar a un candidato. Naturalmente, algunas mesas eran más exclusivas y deseables que otras, sobre todo la mesa real, en la que ambos reyes cenaban con sus asistentes elegidos cuando se hallaban en Esparta. No conseguir la elección a ninguna mesa común equivalía a la exclusión del conjunto de ciudadanos espartanos y, quizá, también del ejército.La principal comida del día se tomaba por la noche. Cuando los comensales entraban o salían del comedor estaban prohibidas las antorchas encendidas, al parecer para acostumbrar a los soldados a los movimientos sigilosos de noche (algo en lo que los ejércitos espartanos eran especialmente hábiles). La asistencia a estas comidas diarias de la mesa común era tan importante que se aceptaban sólo y exclusivamente dos razones para estar ausente: tener que llevar a cabo un sacrificio religioso o formar parte de una expedición de caza( que en Esparta tenía una enorme importancia simbólica). Hasta los sesenta años se comía a la mesa pública, donde la dieta era rigurosa. Quien engordaba hasta rebasar un límite, era confinado.

Los príncipes espartanos coronados de cada casa real (recordemos que en Esparta regía una diarquía, una monarquía con dos reyeshttps://www.facebook.com/QueVuelenAltoLosDados/photos/a.125932470931950/930291843829338/?type=3&theater) estaban, de forma excepcional, exentos de la obligación —por lo demás, universal— de todos los espartanos de pasar por la Agoge como condición para alcanzar la ciudadanía. Esta exención era concedida quizás en parte por razones pragmáticas, en el caso de que un príncipe coronado demostrara no estar a la altura de las exigencias físicas y psicológicas de la Agoge, pero seguramente era por razones sobre todo simbólicas, para subrayar lo extraordinarios que eran los reyes espartanos, como «semilla que realmente eran del semidiós hijo de Zeus», Heracles.

Si después de veintitrés años de esa vida no había muerto aún, podía volver a su casa y tomar esposa. Las chicas que aguardaban no tenían secretos que esconderles porque estaban obligadas a contender desnudas en las palestras, de modo que todos podían escoger la más florida y sana. El celibato era un delito. Se castigaba obligando a quien caía en él a la desnudez hasta en invierno y al canto de un himno en el que reconocía haber desobedecido la ley.El ser apto para el combate solo era el primer paso en un proceso para alcanzar la plena ciudadanía y poder acceder a las magistraturas. A los 30 años se les entregaba una hacienda con sus terrenos y su lote de esclavos Ilotas para que formaran su propio hogar. Era en ese momento que adquirían todos los derechos de un ciudadano como uno de los iguales (homoioi).

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