Fue una heroína que dirigió a un gigantesco ejército contra las legiones romanas para liberar Britania de sus invasores aproximadamente en el año 60 d. C. Vengará la violación de sus hijas perpetrada por los mismos legionarios que habían quemado su pueblo y le habían arrebatado las riquezas a su familia. Pero fue también una sanguinaria reina que arrasó los tres asentamientos más importantes de Roma en las islas britanicas y acabó con más de 80.000 civiles (muchos de ellos, después de ser torturados y quemados vivos) antes de ser detenida por el ejército de Cayo Suetonio Paulino. Su nombre: Boudica.
Boudica o Boadicea, vino al mundo aproximadamente en el año 30 d. C. en el seno de la tribu de los icenos que habitaba, tal y como explica Maggio, la «antigua región de la Anglia del Este, en las tierras más orientales de la isla de Gran Bretaña» y que lograba mantener una relativa independencia del Imperio Romano a base de entregar grandes sumas de dinero a los recaudadores romanos. Cuando el emperador Claudio asentó el dominio romano sobre la Britania, Boudica era una niña de complexión fuerte, voz áspera y largo cabello rojizo que le llegaba hasta las rodillas. Con apenas 18 o 19 años contrajo matrimonio con Prasutagus, el rey de los icenos, lo que la convirtió en monarca de pleno derecho. De esta boda nacieron dos niñas, herederas de la inmensa fortuna que había atesorado su padre a lo largo de los años. La vida de la familia real icena fue despreocupada hasta que en el 60 d. C., Prasutagus murió creando un severo problema en lo que refiere a su herencia, ya que los romanos se lanzaron a por el dinero que atesoraba su familia. Y ello, a pesar de que el monarca había legado antes de fallecer una buena parte de sus bienes al Emperador como tributo para evitar que le arrebatasen a su familia el resto.Inmediatamente después de su muerte el procurador romano Cato Deciano se apoderó de todos sus dominios; los legionarios quemaron sus casas, cometieron todo tipo de tropelías con sus mujeres y capturaron a una buena parte de ellos para venderlos como esclavos. Además, cuando Boudica trató de resistirse fue desnudada y azotada delante de su propio pueblo.
Aquella vergüenza fue increíble pero sobre todo torpe y estúpida; el sufrimiento que tuvo que soportar la reina fue nimio si se compara con el que tuvo que pasar cuando, como bien relata Maggio, los soldados del Águila azotaron a sus hijas y las violaron por turnos. Todo ello, por cierto, mientras ella era obligada a mirar. Algo que corrobora Goldsmith: «El pudor de sus hijas recibió en su presencia los más crueles ultrajes». Esto hizo que Boudica tomase las armas y se uniese a varios pueblos cercanos para plantar cara a las legiones y así comenzó la guerra. Así, mientras el gobernador Cayo Suetonio Paulino estaba en el norte de Gales llevando a cabo una campaña en la isla de Mona, hoy Anglesey, que era un refugio de los británicos rebeldes y un centro druídico,los icenos conspiraron, entre otros con sus vecinos, los trinovantes, para levantarse contra los romanos y eligieron a Boudica como su líder.
A día de hoy se desconoce exactamente el número de soldados que logró reunir, pero las cifras rondan entre los 120.000 y los 230.000 combatientes. (la mayoría sin armadura o siquiera experiencia militar). El contingente partió hacia Camulodunum (en la actual Colchester) ávido de sangre romana que derramar.Lo que pasó a continuación en aquella ciudad fue una auténtica masacre. De nada sirvió que Deciano enviara desde Londinium (la actual Londres) 200 hombres para reforzar las defensas, pues estos fueron pasados a cuchillo por el ejército de Boudica. Tampoco ayudó demasiado la llegada de la IX Legión (la «Hispana»), cuyos 2.500 hombres fueron emboscados y aniquilados en los caminos antes de llegar a Camulodumum. Solo el comandante y parte de su caballería consiguieron escapar. Deciano Cato, provocador de los acontecimientos por su torpeza y codicia, consideró más prudente poner tierra de por medio y huyó hacia la Galia. Los veteranos legionarios que residían en la ciudad, con la ayuda de 200 auxiliares, resistieron durante dos días antes de resultar exterminados, atrincherados en el templo de Claudio ( recreación en la imagen del post, obra de Peter Dennis). Los rebeldes saquearon y prendieron fuego a la ciudad, torturaron y asesinaron a millares de prisioneros romanos (unos ahorcados, otros empalados con pinchos ardientes y abrasados vivos mientras que otros fueron crucificados).
Después de pasar a cuchillo a todos los supervivientes de la ciudad, Boudica se dirigió hacia Londres con su ejército. Pero ahora, los romanos, prevenidos, abandonaron la ciudad para no ser masacrados. Uno de ellos fue el mismo Deciano, quien encabezó la evacuación viendo lo que había ocurrido en la cercana Camulodunum. Suetonio Paulino será encargado de la defensa de la ciudad; se encontraba sometiendo pueblos rebeldes en el sur y en cuando recibió la orden, partió hacia Londinium. Pero al llegar a la ciudad e inspeccionar las fortificaciones se dio cuenta de que no podría ser defendida, y a pesar de los ruegos de sus habitantes se retiró, dejando la ciudad a su suerte. Prefirió sacrificar una ciudad para salvar al resto de la población romana en Britania. Aquellos con suficiente fuerza para empuñar un arma se unieron a sus tropas pero el resto (niños, mujeres, ancianos y enfermos) fueron abandonados a su suerte. Cuando llegaron los sublevados, mataron a cuantos se habían quedado e hicieron otro tanto en el vecino municipio de Veralamium (Saint Albans): murieron unos 70.000 ciudadanos y aliados, algunos, sacrificados a los dioses. Boudica y su ejército, hasta entonces recelosos de combatir contra los romanos, comenzaron a sentirse lo suficientemente confiados como para atacar a las legiones.Habían aniquilado 80.000 ciudadanos romanos y destruido los tres principales asentamientos romanos en Britania. Gran error.
Suetonio y Boudica entablaron combate en la batalla de Watling Street, en un lugar todavíaindeterminado, en la ruta actualmente llamada Watling Street, entre la antigua Londinium y Viroconium (actualmente Wroxeter en Shropshire). Las fuerzas romanas claramente inferiores (numericamente hablando): la mayor parte de la Legio XIV Gémina, y parte de la Legio XX, con infantería y caballería auxiliar, lo que sumaba un total de no más de 15 000 hombres. Suetonio buscó cuidadosamente un campo de batalla en el que sus tropas pudieran contrarrestar la superioridad britana. Eligió un estrecho desfiladero cerrado a las espaldas por un bosque y abierto a una amplia llanura. El desfiladero protegía de un ataque los flancos, mientras que el bosque impedía la aproximación del enemigo por la retaguardia y la amplia llanura hacía imposible las emboscadas. Esto eliminó la ventaja numérica de Boudica. Para evitar la primera embestida de las tropas britanas, Suetonio colocó a la Legión XIV y el vexillatio de la Legión XX en el centro formadas en orden cerrado y duplex acies, a las tropas auxiliares las dividió en dos y colocó una mitad en el flanco derecho y la otra en el izquierdo de las legiones y, finalmente, apostó la caballería en las alas. Los britanos emplazaron sus carros en forma de media luna a lo largo del campo de batalla, desde donde sus familias pudieran observar lo que ellos esperaban que sería una abrumadora victoria, y el resto de los guerreros, mayoritariamente infantería, formaron una masa indiferenciada al frente de la línea de carros. Dos dirigentes germanos, Boiorix de los cimbrios y Ariovisto de los suevos, ya habían adoptado esa misma formación de combate en sus batallas contra Cayo Mario y Cayo Julio César, respectivamente, siendo ambos derrotados.
Tras una tensa espera, Boudica ordenó el ataque y sus tropas, gritando, avanzaron corriendo a través de la llanura y del desfiladero en un masivo ataque frontal. A medida que avanzaban, entre las paredes del desfiladero, fueron canalizados en una densa y apretada masa. Cuando se encontraban aproximadamente a cuarenta metros de las líneas romana, su avance fue recibido por salvas escalonadas de pilum. El daño fue enorme, ya que muy pocos britanos llevaban alguna clase de armadura o protección. A esa primera lluvia de dardos le siguió una segunda. Esta táctica desarmó la carga de los britanos, dejando el frente plagado de cuerpos, en tal cantidad que los atacantes empezaron a retroceder en desorden. Con los britanos en desbandada, Suetonio ordenó a sus legionarios y auxiliares avanzar en formación de combate llamada caput porcinum («cabeza de cerdo»), en la que el centro del frente se adelantaba un cuerpo con respecto a los flancos, de manera que recordaba el morro y las orejas de un cerdo, y dispuestos así, cargaban; al mismo tiempo la caballería romana también se lanzó al galope contra el enemigo en fuga. Los britanos habían convertido la retirada en una huida y la huida en desbandada, pero esta fue bloqueada por el semicírculo formado por sus propios carros, por la caballería romana que atacaba los flancos y por el avance de las legiones y los auxiliares por el centro, siendo cercados y totalmente masacrados. Los romanos no tuvieron piedad, ni siquiera de mujeres y niños y durante horas se dedicaron a masacrar a los heridos y a perseguir a los que habían logrado traspasar la línea de los carromatos. El historiador John Warry (1980) cifró el número de muertos en al menos 50.000 britanos contra unos 500 romanos. Gracias a su disciplina y a su entrenamiento los romanos fueron capaces de derrotar un un enemigo que les superaba en una proporción de 5 a 1.
Según Tácito, Boudica acabó suicidándose con veneno para evitar que los romanos la atraparan; para Dion Casio, Boudica y sus dos hijas, que también lucharon ferozmente en la batalla, nunca fueron encontradas muertas. La represión subsiguiente por parte de Roma fue de tal violencia que durante los cuatro siglos que precedieron al alzamiento, la provincia vivió completamente en paz
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