El kŏbuksŏn o barco tortuga coreano es un caso único: una embarcación de aspecto extravagante, que sólo fue utilizada en unos años muy concretos, con un éxito tan arrollador que se considera que cambió el curso de la historia.
En 1592 Toyotomi Hideyoshi, daimio del período Sengoku unificador de Japón, decide lanzarse a la conquista de Corea desde la cual, continuar hacia China apoyado en el mayor ejército del mundo, en la época, unos 160.000 hombres. Esta campaña no solo serviría para el engrandecimiento territorial del Japón, sino también para volcar al exterior la agresividad de los guerreros japoneses, demasiado acostumbrados a la guerra civil.
La invasión de Corea es un éxito. Se halla dominada por una élite corrupta y endogámica, aislada de la realidad y más preocupada por repartirse cargos y prebendas entre sí que por proteger su país ante una invasión que lleva más de un año anunciándose.Para los invasores, aquello es una marcha triunfal: han desembarcado el 23 de mayo de 1592 y para finales de julio ya están atacando Manchuria, mientras la corte Joseon se ve obligada a huir. Culminada esta fase con éxito, los japoneses planean mover su flota a la costa oeste de Corea y, desde allí, transportar sus ejércitos al otro lado del mar Amarillo para atacar China a través de aguas controladas por la escuadra coreana del suroeste, y por el último almirante coreano, Yi Sun-sin. Teniendo en cuenta como se estaban desarrollando los acontecimientos, los japoneses no están preocupados. Pero mientras los nipones se dedican al saqueo y a la preparación de su viaje, Yi Sun-sin está acumulando fuerzas para plantarles cara, y se halla inmerso en el diseño de un nuevo buque de guerra. Inspirado en los manuales militares chinos, descubre un antiguo junco a remo con espolón y cubierta superior recubierta con una funda de cuero humedecido, resistente al fuego, y concebido para la embestida; combina esta idea con el p’anoksŏn,la principal clase de buque de guerra utilizado por los coreanos, para crear un nuevo tipo de barco, el kŏbuksŏn, o barco tortuga.
Aunque hay consenso respecto a su forma básica, prácticamente cada detalle concreto genera discrepancias. Se trataba de una galera de entre 30 y 35 metros de eslora; para impulsarse contaría con un par de mástiles abatibles con velas cuadradas, pero en batalla dependería de sus remeros. 20 remos (10 por cada banda).Su tripulación estaba compuesta por 70 remeros y 50 soldados aproximadamente. Generalmente se tiende a pensar que tenía una única cubierta, en la que se mezclarían remos y cañones, para así aumentar la agilidad de un barco cuyo uso principal sería la embestida.Su cubierta estaba cerrada por un techo redondeado (a 2 aguas) acorazado, y que recuerda al caparazón de una tortuga. Este techo estaba recubierto con finas planchas de material ignífugo como protección ante los arcabuces y abordajes japoneses. De esa protección emergerían grandes pinchos metálicos, pensados para dificultar los abordajes.En general, se acepta que llevaría 11 cañones por banda, 3 en la proa y otros 3 en la popa, pero hay muchas discusiones en torno a la cabeza de dragón. Las crónicas de la época, incluso el diario de Yi, cuentan que los barcos disparaban a través de “cabezas de dragón” en la proa. La otra arma del barco sería el espolón, también muy polémico; la mayor parte de los historiadores proponen un espolón metálico, sobresaliente y con forma de cabeza de dragón, similar a los del Mediterráneo antiguo. El impacto de estos espolones pudo llegar a partir el casco de un navío enemigo, como fue el caso del Nibon Maru, barco insignia construido para Hideyoshi y hundido en la batalla de Angolpo, en 1592. El primero de estos navíos se botó el 27 de marzo de 1592, justo antes de que empezase la invasión japonesa, y se construirían otros cuatro barcos más hasta el final de la contienda, en 1598.
Por parte japonesa está el ōatakebune. Recuerda mucho a una torre flotante: sólido, rectangular, alto, con varios pisos con troneras, está pensado para favorecer a los arcabuceros. La importancia de éstos es fundamental en Japón.Resulta poco marinero,está pensado para operar en los tranquilos mares interiores de Japón, y no en mar abierto; apenas tiene cañones, menos valorados y conocidos en las islas que los mosquetes; depende del corto alcance efectivo de éstos; y, sobre todo, resulta endeble frente a la artillería.Se trata de naves pesadas ideadas para hacer frente a los piratas wakō japoneses y a sus tácticas de abordaje.
Los japoneses confían más en el combate de cercanía y en el abordaje, mientras que la táctica coreana es mantenerse alejados de sus enemigos y acribillarles con su superior artillería. Las continuas derrotas coreanas le han dejado con sólo una pequeña parte de su flota para hacer frente a cientos de barcos nipones. No es de extrañar que muestre tanto empeño en la construcción de una nueva clase de embarcación que permita volver las tornas. El kŏbuksŏn está diseñado para anular todas las ventajas de los japoneses y explotar sus puntos débiles. Con su coraza se protege del fuego de los arcabuceros, a la par que entre esta y las puas que salen de ella hacen casi imposibles los abordajes; está generosamente dotado de artillería y cuenta con un espolón para hundir cualquier nave nipona que se le ponga por delante. Todo ello mientras que logra mantener, pese a su pesadez, una aceptable velocidad y maniobrabilidad.
Yi los coloca a la vanguardia de su flota, para que embistan a la nipona, rompiendo su formación y colocándose en su retaguardia o en su mismo centro, donde pueden sembrar el caos atacando a un enemigo que a la vez tiene que estar combatiendo con el resto de la armada coreana. También puede mantenerlos en reserva para, una vez iniciado el combate, lanzarlos contra los puntos críticos de los japoneses y darles el golpe de gracia. En ese aspecto, los barcos tortuga no son muy distintos de las galeazas que Europa utiliza en esos mismos años, algo muy llamativo teniendo en cuenta que en esta época ambos mundos apenas tienen contacto entre sí.
De esta manera,en el verano de 1592 mientras los japoneses se preparan para zarpar hacia China, Yi inicia su ataque. En el espacio de un mes su reducida escuadra recorre el sur de Corea, derrotando uno a uno a los segmentos de la dividida flota japonesa que pierde mas de 100 buques. En algunos de estos combates intervienen los prototipos de los barcos tortuga. El éxito de Yi es rotundo y le permite ir incrementando sus fuerzas. Entre los japoneses cunde la alarma: el punto débil de su invasión es la dependencia de suministros desde sus islas. Si Yi logra dominar el mar, el ejército nipón caerá en el desabastecimiento. Hideyoshi lo sabe, y ordena movilizar sus reservas navales y aplastar a los coreanos mediante la superioridad numérica.El almirante Wakizaka Yasuharu, despreciando a su enemigo, zapa con 73 barcos sin esperar refuerzos. En la Batalla de Hansando la derrota nipona es total. Yi ya ha conseguido paralizar la invasión. Los japoneses, humillados, regresan a su isla, pero no suspenden las hostilidades.
En los cinco años siguientes reúnen un nuevo ejercito. Mientras, en Corea, el gobierno reinstaurado agradecen los servicios de Yi apartandolo de su cargo, encarcelado y torturado, acusado, ni más ni menos, que de trabajar para Japón. Cuando éstos regresen en 1597, les bastará una sola batalla para acabar con prácticamente toda la armada coreana. El soberano coreano Joseon, presa del pánico, restituye en el mando de los restos de la flota a Yi: 13 barcos del tipo p’anoksŏn. En la Batalla de Myeongnyang, Yi se enfrentará con esa escuadra a 133 barcos japoneses… obteniendo una victoria épica que pasará a la historia como “el milagro de Myeongnyang”.
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