La figura de Ricardo I de Inglaterra, más conocido como Ricardo Corazón de León —nacido en Oxford en 1157— es una de las más sugestivas de la historia medieval europea. Durante siglos, se han cantado sus virtudes como soldado y como amantísimo rey de Inglaterra. La leyenda de Ricardo I se desarrolló después de su muerte, pero es difícil separar el héroe histórico del legendario, porque en vida el propio rey ya buscaba comportarse como un personaje de leyenda conforme al ideal de caballero.
Ricardo I dejó una marca indeleble en el imaginario popular, que se extiende hasta el presente, pero como sucede con tantas otras figuras de la Historia, la realidad tras el mito fue bien distinta. Hijo del brillantísimo Enrique II y de la no menos sugestiva Leonor de Aquitania, al ser el tercer vástago del matrimonio contaba con escasas posibilidades de ceñirse la corona de Inglaterra. Sin embargo, era el favorito de Leonor y además se vio ayudado por la oportuna muerte del primogénito. En 1172, su madre le cedió el ducado de Aquitania, de enorme importancia económica y estratégica, y diecisiete años después accedió al trono inglés.Para aquel entonces su fama ya resultaba extraordinaria.
El tumultuoso carácter de la familia Plantagenet llevó a Ricardo y a sus hermanos a enfrentarse en un conflicto abierto contra su padre, todo ello con el apoyo de su madre Leonor. La rebelión empezó en 1173 por el descontento de Enrique “el Joven”, que entendía que pese a su coronación y asociación a la corona de Inglaterra y la promesa de heredar Normandía y Anjou, su padre le estaba negando el ejercicio de cualquier poder real. Cuando Enrique II entregó tres importantes castillos como regalo de boda al hermano menor Juan “sin Tierra”, Enrique “el Joven” sintió que se le negaba parte de la herencia a la que tenía derecho y se rebeló contra su padre uniéndose al rey de Francia; sus hermanos Godofredo y Ricardo se unieron a él.Por entonces Ricardo contaba con apenas quince años. Las muertes prematuras de Enrique y Godofredo dejaron a Ricardo como líder de la facción que se oponía a su padre, además de como heredero al trono inglés y el resto de extensas posesiones familiares en Francia. Cuando Enrique II muere en 1189, Ricardo desembarca en Inglaterra para ser coronado en Londres. No sólo había demostrado ser un gran soldado (combatiendo contra su propio padre) sino que además había escrito canciones y poemas que le acreditaban como un notable trovador y persona de refinada cultura.
Su llegada al trono vino unida a una circunstancia que catapultaría su fama más allá de su época: su marcha hacia la tercera cruzada. En esta empresa debían acompañarle el emperador alemán Federico Barbarroja —que moriría en la empresa al atravesar el torrente Salef— y el rey francés Felipe II Augusto.Los tres meses que pasó en Inglaterra antes de partir los dedicó casi exclusivamente a recaudar fondos para su viaje a Tierra Santa: recaudó impuestos, pidió préstamos y vendió propiedades reales (“vendería Londres si encontrase un comprador”, se dice que llegó a comentar). Esta visión de Inglaterra como una fuente de ingresos a la que explotar para conseguir fondos que financiaran sus aventuras en Tierra Santa y Francia es una constante del reinado de Ricardo y es lo que lleva a muchos historiadores ingleses como Peter Ackroyd, Matthew Ward o Roy Strong a negar a Ricardo un papel significativo en la historia del país, más allá de sus méritos como soldado fuera de Inglaterra. Destinó grandes recursos para que tuviese éxito, exprimiendo con impuestos a sus súbditos,pero finalmente no pudo conquistar Jerusalén frente a Saladino.
Eso aceleró la vuelta a Inglaterra de Ricardo, que cayó preso en su retorno por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique VI. Frente a lo que nos cuenta la leyenda, con un pueblo volcado en reunir su rescate, su liberación no interesaba a nadie salvo a su madre, Leonor de Aquitania, por lo que se demoró bastante, hasta más de un año. Leonor trabajo sin descanso intentando reunir el dinero del rescate consistente en 100 000 marcos (cerca de cinco veces el ingreso anual de la corona inglesa bajo la regencia de Ricardo) que exigía Enrique. Felipe II de Francia prefería a su hermano Juan, y el papa Celestino III lo rechazaba por su conducta. Finalmente el 4 de febrero de 1194 Ricardo fue liberado. Felipe envió un mensaje a Juan que decía: «Cuídate, el demonio anda suelto». Ricardo regresó a Inglaterra sometiendo a su hermano Juan sin Tierra, que en su ausencia se había aliado con Felipe II de Francia para usurpar el trono inglés. Retomado el orden en Inglaterra, Ricardo se dispuso a ajustar cuentas con Felipe de Francia y Juan sin Tierra. Dejando a Hubert Walter a cargo del país y de la recaudación de los fondos necesarios para su nueva campaña, zarpó hacia Francia el 12 de mayo de 1194. Nunca más pisó suelo inglés.
Es popularmente conocido como Corazón de León por su notable valentía y su disposición a combatir. Sin embargo, en realidad era célebre por su crueldad en las guerras en las que participó y en las posteriores represalias con los vencidos, en las que demostró muy poca caballerosidad. En vida tenía otro apodo, más realista: “Yea and Nay” (sí o no) por la rapidez con que tomaba sus decisiones, sin reflexionar, especialmente durante las batallas.
Pese a ser rey de Inglaterra durante 10 años (entre 1189 y 1199) no hablaba inglés, sino un dialecto francés conocido como “Langue d’oïl” y únicamente visitó el país en dos ocasiones; en total no llegó a pasar ni 6 meses en suelo inglés. No obstante, esto fue beneficioso para el reino ya que su ausencia de la arena política inglesa significó que el eficientísimo gobierno creado por su padre pudo seguir su curso. Roger de Howeden, en su Gesta Regis Ricardi, nos cuenta una revuelta iniciada por los ciudadanos viciosos e intolerantes y que Ricardo I castigó a los perpetradores y permitió a los judíos conversos a la fuerza volver al judaísmo. En realidad,cuando Ricardo I fue coronado rey de Inglaterra, excluyó a todos los judíos y mujeres de la ceremonia (aparentemente porque su coronación no era meramente como rey, sino también como cruzado), pero algunos líderes judíos llegaron a presentar regalos al nuevo rey. Según Ralf de Diceto, los cortesanos de Ricardo desnudaron y flagelaron a los judíos y luego los echaron de la corte. Cuando se extendió el rumor de que Ricardo había ordenado asesinar a todos los judíos, en la población de Londres comenzó una masacre. Muchos judíos fueron golpeados hasta la muerte, saqueados y quemados vivos. Sus casas fueron incendiadas y muchos de ellos fueron bautizados a la fuerza.
Por lo que se refiere a la vida privada de Ricardo, parece haber sido una mezcla de continuada heterosexualidad, ya que contrajo matrimonio, tuvo varias amantes e incluso un hijo, en el curso de la cual se cruzaron episodios esporádicos de carácter homosexual. Todo parece indicar que este tipo de conducta le horrorizaba hasta la repugnancia según se desprende de la manera en que realizó penitencia pública por ella; en 1191 Ricardo compareció ante la catedral de Mesina y semidesnudo suplicó perdón y en 1196, en un nuevo acto penitencial de carácter público.
Durante su larga ausencia su hermano menor Juan, el conocido como Juan Sin Tierra, estuvo a punto de arrebatarle el trono. Cuando se reencontraron Ricardo lo perdonó y lo nombró su heredero . En 1199, en el curso de una escaramuza sin trascendencia, Ricardo fue herido por una flecha y perdió la vida en las cercanías del castillo de Chalus. Algunas fuentes dicen que el vizconde Aimar de Limoges había hallado un tesoro de incalculable valor con estatuas de oro de la corte imperial romana y se había negado a entregarlo al rey de Inglaterra. Este hecho importunó enormemente a Ricardo, que asedió el castillo sin tregua ni negociación.Las crónicas recriminan a Ricardo su avaricia en la búsqueda de un tesoro legendario y la falta de escrúpulos para conseguir sus objetivos. Encontró la muerte en pos de una quimera, no en el campo de una gran batalla heroica como sería de esperar de una figura de su talla. «El león fue asesinado por una hormiga». Hay que preguntarse si realmente existió el tesoro áureo del castillo de Châlus-Chabrol. Especialistas en la figura de Ricardo como el historiador francés del siglo XX Jean Flori afirman que de las once crónicas que narran el asedio del castillo cinco hablan del episodio del tesoro y seis lo ignoran.
Ricardo murió el martes, 6 de abril de 1199, en brazos de su madre.Dejó una compleja situación sucesoria a su muerte.Se sentía más ligado a sus posesiones en territorio francés y a su muerte pidió que su corazón fuese enterrado en Ruán y su cuerpo en Fontevrault.
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