Como instrumento efectivo y también simbólico del portador del imperium, los lictores constituyen uno de los elementos más característicos del simbolismo constitucional romano. Herencia etrusca, el derecho de ser escoltado por lictores pasó de los reyes a los magistrados con imperium.
Los lictores eran funcionarios públicos que durante el periodo republicano de la Roma clásica se encargaban de escoltar a los magistrados marchando delante de ellos. Durante la época etrusca escoltaban a los reyes pero con la expulsión de estos y el establecimiento del régimen republicano, el derecho a ser escoltado pasó de los reyes a los magistrados con imperium. Ellos eran los portadores simbólicos del imperium, es decir, de los derechos y prerrogativas inherentes a una autoridad concreta, constituyendo uno de los elementos más característicos del simbolismo constitucional romano.El número de lictores indicaba el grado de imperium, es decir, el poder del magistrado: cuantos mas lictores le precedían, mas poderoso era, mas alta era su posición dentro del Estado romano. Así el dictador tenía 12 (24 a partir de Sila) y la potestad excepcional para que llevasen hachas dentro del pomerium; los cónsules y procónsules, 12; pretores y propretores, 6. El último lictor de la fila que acompañaba al magistrado en cuestión era el proximus lictor, y solía ser un hombre de confianza. Sin embargo , algunas veces se otorgaba esta escolta honorífica a ciertas personas ya como muestra de respeto, ya como protección. Así vemos que una ley de los triunviros ordenó que las vestales no saliesen sin ir acompañadas de un lictor y también se concedió uno o dos lictores a las mujeres de la familia imperial.
No sólo se encargaban de la seguridad de los magistrados, sino que también garantizaban el orden público y custodiaban a los prisioneros, desempeñando funciones que hoy podríamos identificar con las propias de la policía. Además avisaban a los que encontraban por las calles y caminos, para que prestasen el homenaje debido a los magistrados a quienes precedían, homenaje que consistía en echar pie a tierra los que iban a caballo y en apartarse y descubrirse la cabeza los peatones.
Los lictores debían ser ciudadanos romanos de pleno derecho, aunque el sueldo y la condición social del cargo eran mas bien escasos. Originariamente procedían de entre las clases inferiores del pueblo, la plebe, pero con el paso del tiempo se fueron incluyendo también libertos, antiguos esclavos del magistrado, de su plena confianza. Si bien se desconoce su número total, muy posiblemente fueran dos o tres centenares y se hallaban organizados en un colegio o agrupación, dentro de la cual se dividían en decurias con un prefecto al mando de cada una y varios presidentes por encima de los prefectos. Cuando se hallaban dentro del pomerium (la frontera sagrada de la ciudad de Roma), los lictores vestían toga blanca y fasces sin hachas, simbolizando la limitación del poder, pues no podían ejecutar a ningún ciudadano (aunque sí azotar). Fuera de Roma, los lictores vestían túnica escarlata, ceñida por un ancho cinturón de cuero negro claveteado con latón, y portaban sobre el hombro izquierdo un haz de varas (fasces), en el que se encontraban insertas una o dos hachas, lo que simbolizaba la capacidad del magistrado cum imperium para castigar y ejecutar.
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