Megiddo, la primera campaña de Tutmosis III

sábado, 21 de diciembre de 2013

Tras el reinado del faraón Tutmosis III el imperio egipcio se encuentra en la cúspide de su poder y extensión territorial, desde Carquemís, a las orillas del Eúfrates  en el norte hasta más allá de la tercera catarata del Nilo, en Nubia, por el Sur. Pero en el  año 22 de su reinado, sólo dos meses después de haber finalizado su larga corregencia, tras el fallecimiento de la reina Hatshepsut, tía y madrastra, todo parecía apuntar en contra el joven faraón. En el norte, bajo los auspicios del rey de Mitanni, la potencia antagónica de Egipto, se había formado una coalición de 330 príncipes asiáticos dirigidos por el rey de Kadesh. Puede parecer una coalición temible y ciertamente lo era en el contexto del 1479 a.C. pero hemos de tener en cuenta que esta zona se encontraba fragmentada en una multitud de pequeñas ciudades-estado y principados entre las cuales despuntaba con mayor influencia la ciudad de Kadesh. El ejército de la coalición comenzará pues a agruparse en torno a la ciudad de Megiddo, ciudad que dominaba la llanura de Esdrelón y de una extraordinaria riqueza agrícola, características que la hacían muy apropiada por su fácil aprovisionamiento, previo a un ataque sobre Egipto.
Imperio egipcio de Tutmosis III
Pero a pesar de su juventud, Tutmosis III asume el mando del ejército, partiendo de Menfis el día décimo del cuarto mes Peret del año 22 de su reinado, al frente de unos 10.000 hombres, el más poderoso de los que empleará en sus 17 campañas en este teatro de operaciones. El ejército egipcio estaba formado por dos divisiones: Amón y Ptah que estaban acatonadas en Tebas y Menfis respectivamente y unas 100 bigas, divididas en dos escuadrones.
biga egipcia
Tras 15 días de marcha, alcanzan la fortificación de Tcharu, en las estribaciones del delta oriental del Nilo, desde donde continuaran hacia Gaza. Tras otros diez días de marcha alcanzaron Sharuhen, última ciudad con una guarnición egipcia, ya que más al norte, la rebelión se había generalizado. Ese mismo día, 4 del primer mes de Shemu (estación de la cosecha) se celebraba el aniversario de la coronación del faraón por lo que comenzaría el año 23 de reinado. Al día siguiente, el ejército egipcio partió camino de Yehem a donde llegarán después de 7 días de marcha. Desde aquí hasta Megiddo, sólo restaban ya unos 40 km. El ejército de Tutmosis III había recorrido el camino entre Menfis y Yehem, unos 500 km, en  tan sólo un mes. Ahora, entre los egipcios y su enemigo, tan sólo se interponían los montes del Carmelo. Ahora Debía púes decidir entre una ruta por el Sur, más sencilla (unos 45 km), que evidentemente era la esperada por el enemigo y por tanto la mejor defendía, la ruta Norte (unos 50 km), que en su tramo final exponía al ejército a un ataque por varias direcciones y una ruta central (30 km) que cruzaba por el Wadi Arah  (un desfiladero de unos 15 km) que desemboca directamente en la llanura de Megiddo, a escasos 2 km de sus murallas.
tropas auxiliares egipcias: arquero nubio
Tutmosis III eligió la ruta central, tras desestimar las protestas de sus generales, que pensaban no sin razón, que la estrechez del camino los obligaría a marchar en fila, estirando peligrosamente la columna de marcha, pudiendo darse la circunstancia de que cuando la vanguardia estuviese ya combatiendo, la retaguardia aun no habría entrado en el desfiladero. El faraón estimaba que con esta ruta podrían contar con el factor sorpresa a su favor. Tutmosis estaba bien informado de la composición y número del ejército enemigo, por lo que sabía perfectamente que la llanura de la primera opción, pese a ser la ruta más cómoda, era la más desfavorable a sus tropas; la coalición superaba en bigas en número y ese terreno llano era el ideal para su despliegue. El mismo marcharía al frente de la primera columna que cruzase el desfiladero. Así pues, el día 19 partió desde la ciudad Aruna; Christian Jacq nos relata en su obra «El Egipto de los grandes faraones» la escena que se desarrolla a continuación , cuando el ejército egipcio abandona Yehem rumbo a Megido «Tutmosis va en cabeza de sus hombres, sobre su carro de combate de oro resplandeciente. Tras él, el ejército se mete por el estrecho paso, un soldado detrás de otro. En sus rostros se lee la angustia, pero nadie se vuelve atrás. Cuando llegan al otro lado del desfiladero, Tutmosis sabe que ha elegido bien”. Y en efecto así era ya el príncipe de Kadesh y su ejército había cubierto las rutas de más fácil acceso pensando que el faraón no se atrevería a cruzar el Paso de Aruna por lo que había dejado esta última vía de acceso sin vigilancia.
infantería egipcia
Una vez cruzado el desfiladero, se aseguró esta cabeza de puente por la que seguidamente, atravesó el grueso del ejército egipcio que comenzó a desplegarse en la llanura del valle de Qina a medida que las distintas unidades iban saliendo por la boca del desfiladero. Se alza el campamento hacia las siete de la tarde y se ordena a los soldados que se preparen para la batalla que tendrá lugar al día siguiente por la mañana. Sin embargo, el ataque tuvo lugar algunos días más tarde, sin que se precise la razón del retraso. El repliegue de las tropas de la coalición a un terreno más escarpado donde defender la ciudad, el día anterior a la batalla, permitirá un cómodo despliegue egipcio a la salida del desfiladero en una línea de unos 7,5 km al oeste de la ciudad de Megiddo
.
Pero por fin los dos ejércitos  entran en combate, los egipcios con su joven faraón al frente, a bordo de su carro de combate de oro dirige la parte central del frente mientras que su ejército adopta una forma cóncava que se extiende por los laterales hacia el enemigo, amenazando con rodearle. La estrategia del faraón y el empuje de los egipcios impulsados por su líder vencen la resistencia de los hombres de Kadesh que rompen la formación y se retiran desordenadamente hacia Megido. Pero en este momento decisivo, los hombres de Tutmosis en lugar de continuar la batalla, se detuvieron para saquear los cuerpos de los enemigos muertos perdiendo la ocasión de aprovechar el desorden de los hombres de Kadesh y tomar la ciudad. El faraón enfureció al ver aquella escena, pero ya no se podía hacer nada, al margen de degradar a los generales que no habían sido capaces de controlar a sus hombres.
ruinas de la ciudad de Megiddo
Ya no quedaba más remedio que rendir a Megido por medio de un asedio, un largo asedio que se prolongaría durante siete meses y que Tutmosis III no está dispuesto a abandonar hasta vencer la resistencia de sus habitantes, pues como él mismo decía, tomar la ciudad «equivale a tomar mil ciudades» ya que en su interior se encuentran la mayoría de los príncipes de Siria y Palestina y lograr su rendición significaría aceptar el dominio de Egipto sobre ellos. Finalmente, tras siete meses de asedio, acosada por el hambre, la ciudad no tuvo más remedio que entregarse y el príncipe de Kadesh se inclinó ante el faraón, reconociéndole como su señor.
reconstrucción de la ciudad de Meggido
reconstrucción de las puertas de Megiddo
Una vez que los sitiados le enviaron a sus hijos, cargados de numerosos presentes, como rehenes, Tutmosis III reafirmó a los príncipes y líderes de cada ciudad en sus cargos y les envió de regreso, poniendo de esta forma punto y final a la rebelión.
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