Berghof, centro del poder nazi

  
En el sur de Baviera, a unos 150 km al sureste de Múnich y a tan sólo 25 km de Salzburgo, sobre la hermosa villa de Berchtesgaden, se encuentra el Obersalzberg. En un marco natural impresionante esta región que en su zona sur acoge desde 1978 el Parque Nacional de Berchtesgaden  único parque natural de alta montaña de Alemania, alberga el célebre monte Watzmann, emblema de la región y centro de muchas leyendas y mitos (2713 m, segunda montaña más alta de Alemania, cuya cara este es famosa entre los escaladores), el Kehlstein (1835 m) o un profundo lago glaciar de aguas cristalinas enmarcado entre escarpadas peñas y similar a un fiordo noruego del Königsee. El Obersalzberg se encuentra en la frontera con Austria; sobre el valle, se alza majestuoso el Untersberg, parte bávaro, parte austriaco. Al igual que en casi toda Baviera, el calendario de la región está lleno de tradiciones, fiestas y costumbres: llevar la palma el domingo de Ramos, la fiesta de Pentecostés, la retirada del ganado de los pastos alpinos en el Königssee en otoño, fiestas con trajes típicos del lugar y música, las tradiciones de adviento y Navidad, etc. Así pues se trata de una importante zona turística tanto en verano como en invierno que destaca por sus encantos paisajísticos y culturales y por las actividades deportivas al aire libre y que está perfectamente dotada de hoteles, campos de golf y estaciones de esquí; pero esta tradición le viene de lejos.
 Berchetsgaden entorno al año 1900
A principios de los años veinte del siglo pasado, la comunidad del Obersalzberg comprendía algunas granjas, pequeñas posadas, hoteles y sanatorios. Escritores populares como Ludwig Ganghofer y Richard Voss ayudarán a dotar a Berchestgaden de una imagen mítica. Familias como los Wittelsbach, familia real Bávara o los Bechstein (posteriormente fervientes partidarios del Hitler) tenían aquí residencias y propiedades. Personajes como Sigmund Freud pasaran sus vacaciones en el Obersalzberg. Poco a poco la zona se irá consolidando como centro de veraneo y así, el número de veraneantes en Berchestgaden pasará de los aproximadamente 6500 en 1890 a unos 22400 en 1913 y a 36500 en 1921. Estos, eran una mezcla de aristócratas, clase media y artistas, mezcla social que atraerá a Hitler. En una ocasión, Hitler le comentará a Speer: «mire el Untersberg allí; no es por casualidad que yo tenga mi casa en este sitio». Y ciertamente, Hitler no elegirá su residencia aquí por casualidad.
Como vemos, la montaña era el centro de una gran red simbólica y este gran simbolismo del Untersberg le atraerá: la antigua Leyenda del gran rey que seguía viviendo en la montaña. Una interpretación precristiana de este mito, la leyenda de Wotan, difiere de la versión cristiana (mito bizantino del gran emperador que volverá para el juicio final) y de la post cristiana (nacionalismo alemán anterior a la primera guerra mundial); esta última versión será la influya directamente en las interpretaciones nacionalsocialistas. En 1912 Toni Blum publicará su Singspiel u opera popular Ein sang von Untersberg (El canto de Untersberg): el emperador Carlomagno está dormido en lo profundo de la montaña con su ejército de héroes esperando el momento en que le será anunciado por los cuervos el momento de alzarse nuevamente y salvar a Alemania. El pueblo, encarnado en un pastor, jura lealtad y el emperador emerge, lucha y alcanza la victoria, anunciando los heraldos la unificación de toda Alemania. La obra termina con la apoteosis de la Gran Alemania: «te salvamos sagrado Imperio Alemán». Esta idea de un emperador dormido bajo la montaña que un día retornaría para restaurar la grandeza de Alemania encajaba perfectamente con la idea nacionalsocialista de un Führer que rescataría al país del caos de la derrota y la humillación de Versalles, de la ruina económica y social, y le devolvería su antiguo esplendor. Pero el Untersberg también estará relacionado con la saga de Federico Barbaroja; según la leyenda su espíritu mora en una caverna bien en el Untersberg, bien en el Kyffhäuser (Turingia). Federico permanece sentado en la cueva con su espada al cinto y delante de una gran mesa; su barba roja continúa creciendo y una permanente bandada de cuervos que revolotean sobre la montaña anuncia que el emperador sigue en las entrañas de la montaña. En esta situación deberá permanecer hasta que aparezca en Alemania un gran hombre que inspirado por el espíritu del emperador hará recobrar a la nación alemana de todo el esplendor perdido. Con el abandonarían el sueño eterno sus mejores caballeros.
Hotel y pensión Moritz
En 1877, Mauritia (Moritz) Mayer adquiere aquí una pequeña granja, la Steinhauslehen que transformará en una posada conocida como Pensión Moritz y hasta aquí llegará Hitler en 1923 por casualidad. Su «mentor espiritual» Dietrich Eckart, debía comparecer ante un tribunal de Leizpig en abril de 1923 como consecuencia de sus agresivos escritos contra el Presidente de la República Friederich Ebert. Eckart, no se presentará a su comparecencia y huirá a las montañas de Berchestgaden donde Cristian Weber le había gestionado un caro refugio en el Obersalzberg, en la Pensión Moritz. Hitler recordaba años después, durante la guerra, como gracias a la ayuda de la Reichswehr habían podido llevar a Eckart al Obersalzberg y como habían conseguido ridiculizar a la policía. En el verano de 1923 Hitler y Weber visitarán a su amigo: «la carretera subía abruptamente y no terminaba nunca ¡Oye, dije, ¿estás loco?, ¿terminará esta carretera en algún sitio?, ¿piensas que quiero subir al Himalaya? Por dios, ¿no has podido encontrar un sitio mejor?. Si esto sigue así mucho tiempo, daré la vuelta, haré noche abajo en el valle y volveré a subir con la luz del día». Así recordaba Hitler su primera visita al Obersalzberg. Llegarán ya entrada la noche y se alojarán junto con Eckart en la Pensión Moritz. A la mañana siguiente según recordaba, estaba muy descansado, caminó por la galería de la pensión y miró fuera el paisaje. Quedo impresionado por el Untersberg. Aunque deberá retornar pronto a Múnich, pronto volverá, ya que el mismo se esconderá aquí en mayo de 1923 y volverá una y otra vez.

Tras ser puesto en libertad después de su fallido Putsch instalándose en una pequeña cabaña, conocida luego como Kampfhäusl ( como parte de la imagen mitológica del Führer, del genio retirado en soledad para crear su «pieza maestra inmortal») donde escribirá el segundo volumen de su Mein Kampf publicado en 1926. Pero serán durante ya en el III Reich cuando experimente un enorme incremento de visitantes y así de las 6300 camas en 1933 pasará a las casi 11000 en 1934 y el número de pernoctaciones se triplicará. Se desencadenará una autentica histeria por la «peregrinación hitleriana», que adquiere rasgos inimaginables, como por ejemplo, «piedras que había pisado Hitler» se transforman en souvenirs cotizados. Como jefe en ese momento de la policía política bávara, Heinrich Himmler publicará un decreto en el verano de 1933 en el que se podía leer: » En interés del descanso del Volkskanzler, los ciudadanos son requeridos a seguir estrictamente las regulaciones y de ese modo participar en que la estancia del Volkskanzler en Obersalzberg sea lo más placentera posible. Bajo ninguna circunstancia se deberá hacer ningún ruido innecesario frente a la casa e igualmente cualquier griterío o uso de megáfonos. También se considerarán malas maneras seguir constantemente cada movimiento del Volkskanzler con binoculares».

Haus Wachenfeld
Año tras año, Hitler volvía al Obersalzberg, por lo que empezó a buscar una residencia permanente allí. Los Bechstein le recomendaron la «Sonnenköpfl», una casa que pertenecía a María Cornelius y que luego será demolida como otras muchas construcciones en el nuevo Obersalzberg. No le agrado mucho la ubicación, que encontró muy cálida para sus gustos y finalmente, oyó hablar de la Haus Wachenfeld, una típica casa de campo bávara, que estaba disponible para el alquiler. Según cuenta el propio Hitler, esto será en 1928, otras fuentes lo sitúan en 1927. La casa pertenecía a la viuda del consejero económico de Buxtehude, Herr Winter; su apellido de soltera era Wachenfeld y de ahí el nombre de la casa. La Haus Wachenfeld había sido construida en 1916 como casita de vacaciones para los Winter. Era una casa modesta y acogedora, con un comedor, una pequeña sala de estar, cocina y tres dormitorios. El tejado era muy llamativo y típicamente bávaro presentaba pequeñas rocas por toda su superficie, un componente común en las casas bávaras de montaña, ya que ayudan a sostener la nieve en el techo con lo que se consigue un mejor aislamiento e impiden que las tejas se deslicen. Los muebles, de época del patrioterismo decimonónico alemán, daban a la casa un aire pequeño burgués acomodado. Alquilará la casa por 100 Reichsmarks mensuales e inmediatamente llamará a su hermana Ángela Raubal de Austria para hacerse cargo de la casa. Hitler asegurará los derechos de compra el 17 de septiembre de 1932, efectuándose la compra el 26 de junio de 1933 por cuarenta mil Reichsmarks oro. La maquinaria propagandística de Goebbles se pondrá pronto en marcha para difundir la imagen del pequeño refugio de Volkskanzler, del Canciller del Pueblo.
Pero la pequeña y confortable Haus Wachenfeld, llena de viejas baratijas, pronto dejará de ser adecuada para el nuevo Canciller del Reich y Hitler encargará al arquitecto Alois Degano una primera remodelación que básicamente incluía una terraza interior añadida al frente, un garaje con una terraza encima y edificios adicionales. Las modificaciones principales serán terminadas a mediados de 1933, con pequeños cambios adicionales en 1934.









En el verano de 1935, Hitler decide reformar su modesta casa de montaña para adecuarla a las necesidades de un jefe de estado de una potencia emergente y así, una segunda remodelación, mucho más ambiciosa, será llevada a cabo en 1936 también por Degano y consistirá en una reforma total del edificio principal, al que se le añadirá un ala al oeste, junto con la ampliación del garaje. El mismo Hitler diseñó los planos del nuevo Berghof, como será conocida a partir de este momento la nueva residencia; en su proyecto conservará la casa anterior junto a la nueva y así el lado oeste de la antigua Haus Wachenfeld será mantenido y a este se le añadirá la parte central del edificio, el nuevo Berghof. Las dos viviendas se comunicarían por un gran vestíbulo que daba lugar a una planta que resultaba muy poco práctica durante las visitas oficiales. Este vestíbulo, daba acceso a los lavabos, la escalera de acceso a la primera planta, al comedor y al gran salón.
Berghof en 1936
Cuando Hitler celebraba una reunión, sus invitados eran «confinados» en la primera planta y como las escaleras partían del vestíbulo por el que a su vez se accedía a la gran sala, si alguien quería salir de la casa, debía preguntar al guardia si podía atravesar aquel espacio. Hitler, había mantenido la distribución del garaje bajo la gran ventana panorámica, por lo que cuando esta estaba bajada y el viento era favorable, un fuerte olor a gasolina inundaba toda la sala. Todos estos defectos que un arquitecto profesional habría tenido en cuenta en su proyecto, eran precisamente los que le daban un fuerte toque personal al Berghof, al mantener el rudimentario sistema de la antigua casa de veraneo, sólo que ampliada a una escala gigantesca. El mismo costeará estas obras de ampliación y dado que constantemente se sobrepasaban todos los presupuestos, pasó por momentáneos apuros económicos que pronto solventará Bormann. No obstante, realmente no era más que un simple gesto puesto que Bormann empleará en la construcción de los edificios adjuntos cantidades mucho mayores que las invertidas por Hitler en su casa.
Berghof, centro del poder nazi

Tras las obras de 1936, la extensión inicial hacia el este tendrá la mitad del tamaño que finalmente presentará. Esta nueva zona del edificio albergará las cocinas, cuartos del servicio y áreas de trabajo para el personal. El ala este también alojaba el comedor del Berghof, con sus paredes y techo paneladas en madera clara de arce y una gran mesa de madera rectangular con asientos estaban tapizados en tafilete rojo .El comedor disponía también de una mesa redonda más pequeña para unos seis comensales, situada en un saliente semicircular acristalado. Lo normal es que se sentasen a la mesa unas veinte personas; Hitler solía sentarse en el centro de una gran mesa rectangular, frente a la ventana, con vistas a las montañas y conversaba con la persona que estuviese sentada enfrente, posición en la que cada día había una persona diferente. Los platos (que siempre eran blancos) y la cubertería de plata mostraban el anagrama de Hitler y eran idénticos a los servicios a los utilizados en Berlín. Solía comerse sopa, un plato de carne y postre, todo ello en el mejor estilo casero y se bebía Fachinger o vino embotellado. Los camareros, uniformados con casaca blanca y pantalones negros, eran miembros de la guardia de la SS. El ala este, una vez terminada, será dotada de una calzada auxiliar por la que se accedía directamente a las cocinas. Trabajos adicionales tendrán lugar en 1938.


Desde el final la carretera que daba acceso a la casa, arrancaba una gran escalera de acceso al edificio, escenario de muchas fotos famosas en las que se muestra a los ilustres invitados como Mussolini, los Duques de Winsord, el Primer Ministro Chamberlain, etc. Una vez se ascendía por ellas, en la parte superior una gran terraza daba acceso a un pórtico desde el que se entraba en la casa. Aquí lo primero que se encontraba un visitante era un gran hall de estilo gótico formado por grandes pilares de mármol, que conformaba el vestíbulo de la famosa Gran Sala

vista desde un lateral del ventanal hacia la gran sala
Esta, conformada en dos niveles, tenía como centro el enorme ventanal panorámico cuadrado que ocupaba toda la fachada de la misma permitiendo unas vistas espectaculares del Untersberg y que podía bajarse completamente. Hitler mismo comentaría en varias ocasiones que la casa había sido construida alrededor de esta ventana. La Gran Sala había sido decorada por el estudio de Troost con sobriedad, con muebles de grandes dimensiones. Desde el vestíbulo se accedía al nivel superior que estaba dispuesto alrededor de una gran chimenea de mármol rojo; en torno a ella, un grupo de asientos entorno a una mesa, formado por varios grandes sillones a ambos lados y frente a la chimenea, un gran sofá, tapizados de rojo. Tres escalones separaban este espacio del nivel inferior, en el que se destacaba el gran ventanal panorámico. Frente a este y en un lateral, se habían dispuesto otro grupo de sillones también tapizados en rojo y entorno a una mesa redonda cubierta por un cristal que protegía el tablero de madera. Tras este grupo de asientos se encontraban ocultos tras un gobelino los huecos de la cabina de proyección que se encontraba detrás. En la pared de enfrente, otro gobelino sobre una gran cómoda con un busto en bronce de Richard Wagner, obra de Arno Breker, ocultaba la pantalla de protección.
vista posterior del gran salón del Berghof
Todos los muebles de la sala eran de grandes dimensiones, además de los comentados, había un gran armario de más de tres metros de alto y cinco metros de ancho en el que se guardaba la enorme colección de discos y los documentos que nombraban a Hitler ciudadano honorario de un sin fin de poblaciones, una gran vitrina de cristal de estilo clasicista y un enorme reloj de péndulo coronado por un águila de bronce. Una gran mesa de mármol rectangular, justo al pie del ventanal, destacaba en esta sala. En ella Hitler gustaba de sentarse a firmar documentos y durante la guerra a estudiar los mapas de situación militar. Más próximo a los escalones que dividían los niveles estaba un gran piano de cola. Las paredes estaban cubiertas por cuadros al oleo: una dama de pecho descubierto atribuida a Bordone, un desudo yacente de Tiziano, la nana de Feuerbach, un paisaje de Spitzweg, unas ruinas romanas de Pannini y un retablo de Eduard von Steinle que representaba al rey Enrique I, el «fundador de ciudades». Destacaba también el artesonado del techo de madera conformando grandes casetones. Los suelos estaban decorados con alfombras persas. Además, esta primera planta contenía una sala de guardia y sala de diario para el personal, una terraza exterior y desde ella se accedía al ala este. Bajo esta terraza se encontraba el garaje, en ángulo recto con la ventana panorámica y cuando esta estaba bajada, podía percibirse el olor a gasolina en toda la sala. Despensas, trasteros en los que se guardaban muchos de los regalos que recibía, sistemas de calefacción y bolera se encontraban bajo la planta baja.
Estudio de Hitler
La primera planta estaba ocupada por la sala de estar de Hitler, su estudio y habitación así como la habitación de Eva Braum, la biblioteca (revestida de paneles de madera), varios cuartos de invitados y para la escolta personal del Führer y el apartamento de la guardesa. El segundo piso estaba destinado a hospedar a los invitados personales de Hitler. Los invitados diplomáticos y visitas de Estado eran alojados bien en la casa Bechstein, bien en la gastehaus Hoher Göll en el Obersalzberg o en el Berchesgadener Hof o el Palacio Klessheim, en Salzburgo, dependiendo del rango y la ocasión.
Al ser una propiedad privada de Hitler, este correrá con todos los gastos de la misma hasta 1939, cuando por obra de Bormann serán sufragados además por los fondos del Partido. Antes del inicio de la guerra, Hitler solía saludar a la muchedumbre que se agolpaba frente a la casa, situándose al inicio de la calzada; en estas ocasiones, el público marchaba por delante y era normal emplear en estos casos varias horas. En una ocasión, en el verano de 1937, Hitler comentó con Bormann la carencia de sombra en ese lugar y el inconveniente que le suponía en los meses de verano, dada su conocida aversión al sol. Inmediatamente se traerá desde Múnich un tilo maduro y será replantado aquí, cerca del inicio de la carretera de acceso al Berghof. Este árbol sobrevivirá hasta 1964.

gran ventanal 
Sala de estar
Gran Sala – gobelino


REORDENACIÓN DEL OBERSALZBERG

Inicialmente, será Rudolf Hess quien comisionado por Hitler, negociará con los propietarios de la zona del Obersalzberg la compra de sus granjas y sus propiedades en la montaña. Posteriormente, esta responsabilidad pasará a manos de Bormann que se pondrá manos a la obra con la tarea de la reconstrucción total de la zona del Obersalzberg. Sin pérdida de tiempo, una superficie de unos 10 km cuadrados será adquirida y declarada «Área del Führer» o Führerhoheitsgebiet (área autónoma del Führer): unas 278 hectáreas serán adquiridas a propietarios privados por un importe aproximado de unos seis millones de marcos y unas 713 hectáreas de propiedad pública a la administración de bosques y al municipio de Salzberg por importe de un millón doscientos mil marcos. Así, mas de cincuenta propiedades privadas pasarán a manos del NSDAP (ya que Hitler sólo era propietario del Berghof); unas por acuerdos con sus propietarios que recibirán buenas compensaciones por ellas, como los Bechstein, que ofrecerán su casa a cambio, eso sí, de una generosa compensación (otra casa en el lago Starnberg o Tegernsee que Bormann conseguirá rápidamente expropiándosela a una familia judía a un precio irrisorio ); otros propietarios, la mayoría, serán forzados a la venta tras grandes presiones, como amenaza de campo de concentración o boicot a sus negocios.

En primer plano el Hotel Turken
e inmediatamente detrás, el Berghof
Sobre el Berghof y muy próximo a este, el Hotel Turken (forzado a la venta) alojará al RSD, al oeste de este la casa Oberwurflehen también será derribada y por encima del Turken, varias casas privadas que serán demolidas para la construcción del cuartel de la SS. A la altura de donde posteriormente estaría casa de Guardia de entrada al Berghof se encontraba la casa de Josef «Fleck» Rasp, el vecino más próximo a Hitler, que será forzado a la venta por motivos de seguridad ya que las casas particulares no debían estar dentro del perímetro de seguridad. Así pues, el terreno adquirido abarcaría una superficie de unos 7 km cuadrados, que se extendían desde la cima de la montaña a 1.900 mts de altura hasta el valle, a unos 600.

Ser miembro del Partido no tenía ninguna importancia en que fuese forzado a irse. Estas transacciones eran eximidas del impuesto sobre ventas, sobre la renta y del impuesto sobre el capital. Para 1937 el último residente original del Obersalzberg se había ido. Pero la montaña no estaba vacía, al contrario, de 1933 a 1939 el número de habitantes del Obersalzberg se incrementará en un 69%.En este momento será cuando comience la profunda transformación de la montaña, de un lugar de descanso y vacaciones en la naturaleza a un centro gubernamental con su propia administración extraterritorial, la Administración del Obersalzberg. Casas de campo para los altos cargos (Göring, Bormann, Speer entre otros), cuarteles para la SS, el Platterhof, un teatro/cine, albergues de las distintas organizaciones del partido, guardería, barracones para los trabajadores y un largo etc..
Cuartel de las SS y en segundo plano
el Hotel Plattenhof
La empinada carretera que salía de Berchestgaden al Obersalzberg será ensanchada y una nueva carretera al Oberau construida. Las obras de ampliación del Berghof y su entorno se prolongarán a lo largo de todo el III Reich e incluso durante los últimos años de la guerra, cuando los materiales estaban sometidos a un estricto racionamiento. Había demoliciones y nuevas construcciones por doquier. Sin embargo, Hitler insistía en que las nuevas construcciones no debían afectar al entorno natural del área, como entusiasta que era de este retiro tranquilo, que debía ser preservado. Por ello se prestó una especial atención a este aspecto y así, durante los meses de invierno, se distribuían comederos para que las aves pudiesen alimentarse y toda la caza fue prohibida en la zona (además de por los obvios motivos de seguridad ). Por el mismo motivo, los cuarteles de las SS, próximos al Berghof, contarán con un campo de tiro subterráneo para que las prácticas diarias no interrumpiesen la tranquilidad de este retiro alpino. Bormann hará demoler las cruces consagradas de los caminos, hecho que levantará las protestas de los parroquianos.
Todo el recinto del Obersalzberg estaba rodeado de una alta alambrada y para acceder al mismo, se debían pasar dos puestos de control. Desde la casa de Guardia principal del Berghof partía la senda peatonal al Teehaus de Mooslahnerkopf. También de aquí partía un camino que conducía a la casa Bechstein, utilizada como casa de invitados. La cerca que rodeaba el recinto interior tenía unos 3 km mientras que la del recinto exterior rondaba los 14 km.
Hotel Platterhof
Uno de los lugares preferidos del Führer en esta zona, la Pensión Moritz será derribada en 1938 y en su lugar será construido el Platterhof. El ministerio de Propaganda anunció que sería un Hotel Nacional en el que, cada alemán que peregrinará hasta aquí para ver a su Führer pudiese alojarse una noche por 1 RM. Estos planes iniciales de Hitler serán desechados por obra y gracia de Martin Bormann y el nuevo proyecto culminará en un gran hotel que cuando fue completado en 1941 disponía de 150 habitaciones con caras pinturas, gruesas alfombras, barbería y salón de belleza, en el que se podían adquirir perfumes de 300 RM; todo un hotel de lujo donde sólo podían permitirse el alojamiento los más altos jerarcas del partido y los altos cargos del gobierno. Sin embargo, tan sólo dos años después de su inauguración será convertido en Hospital militar. El mismo destino correrá el cercano albergue de montaña de las Juventudes Hitlerianas, construido en la misma época que el Platterhof nunca será utilizado por estas.
Otros muchos edificios irán apareciendo en la zona del Oberzalzberg; un cine con capacidad para 2000 espectadores será construido para los trabajadores que eran empleados en los distintos proyectos. Tres veces por semana se celebraban espectáculos para ellos, con entrada gratuita. Cada dos meses les eran dirigidos discursos por miembros del partido y héroes de guerra, pero parece que no eran muy populares entre los trabajadores. El mismísimo Hitler recibió una fría acogida en un discurso pronunciado en 1937 tras completarse la construcción de los barracones de las SS.
Sala de teatro
Martin Bormann, al que se conocía allí como «el dios de la montaña», será la autentica fuerza motora de esta transformación. Estaba tras cada nuevo proyecto con la orden de ¡¡¡más rápido, más rápido¡¡¡; el promedio de la fuerza de trabajo empleada aquí será de 3.000 hombres y el total de los edificios construidos en este periodo rondara los 980 millones de marcos del Reich. Como comentará Albert Speer en sus memorias, «aquí todo se hace como en una ciudad de buscadores de oro solo que, en vez de encontrar oro, Bormann lo tira por la ventana». Hilter lamentaba todo aquel ajetreo :»Es cosa de Bormann y yo no me quiero entrometer»,»cuando todo esto esté terminado, me buscaré un valle tranquilo y volveré a construir una casita de madera como la primera», se lamentaba. No obstante ,esta transformación del Obersalzberg no es más que un reflejo de la transformación personal del propio Hitler y de su cada vez más acusada tendencia a aislarse del resto del mundo.

En consonancia con el cada vez mayor número de empleados y para poder alojarlos debidamente, surgirá una colonia. Dos grupos de casas serán construidos en Klaushöhe  y Buchenhöhe. El primero consistía en cuatro hileras de ocho casas, cada una con una gran zona de aparcamiento cercana. Buchenhoche era más elaborado, con cuarenta bloques de apartamentos. Cada bloque consistía en cuatro apartamentos cada uno con 8 habitaciones con calefacción central, una escuela, gimnasio, garaje y piscina.

en primer plano vista general de Buchenhöhe
mas allá, Klaushöhe 


Escuela de Buchenhöhe en la actualidad

Klaushöhe
Klaushöhe en la actualidad


Cancilleria del Reich en Bischofwiesen
Al pasar el Führer largos periodos de tiempo en el Obersalzberg, Berchestgaden se convertirá prácticamente en la segunda capital del Reich y de esta manera, ya en 1933 se abrirá el aeropuerto gubernamental de Bad Reichenhall- Berchestgaden en Ainring, comunicado por carretera por Berchestgaden. También por este motivo, será construida en 1937 en Stanggass, distrito de Bischofswiesen una segunda Cancillería del Reich, conocida como «Kleine Reichskanzlei». Edificio de estilo alpino, mucho más modesto y sencillo que su hermana mayor de Berlín, no sólo albergaba las oficinas de la administración civil, sino que también se establecía aquí el OKW durante las estancias de Hitler en el Obersalzberg. El arquitecto Alois Degano será el elegido para su diseño y construcción. Unas 125 leyes y decretos serán dictadas durante las estancias del Führer en la zona. Tras la guerra, sera utilizada por el ejército de ocupación de los Estados Unidos hasta 1995, fecha en la que, al igual que otros muchos edificios y terrenos en esta zona bajo ocupación aliada,pasará a manos del Estado Libre de Baviera, quien a su vez la venderá en 1996 a inversores privados. 

La zona completa, toda el «Área del Führer», estaba rodeada de una alambrada de 2,15 m y se dividía en dos zonas: el círculo interior o Hoheitsgebiet, que contenía el Berghof y la casa de Bormann. Este área estaba protegida por una guardia de la SS que tenía cerca sus cuarteles. Unas casitas de piedra serán construidas en los accesos a este área para los guardias. El resto del perímetro exterior estaba vigilado inicialmente por personal civil que posteriormente será sustituido por agentes del RSD. Debía mostrarse el pase adecuado para acceder a cada área Siguiendo instrucciones del propio Bormann, los Uniformes no son una autorización para pasar una puerta. El Obersalzberg estaba protegido por una unidad de la SS , el SS comando Obersalzberg, que en 1944 estaba compuesta por más de 2.000 hombres, además de un departamento especial del RSD responsable de Berchestgaden.
VIDA DIARIA EN EL BERGHOF

La seguridad de Hitler siempre era complicada en el entorno agreste y montañoso de la Haus Wachenfeld. Ya en 1933, un hombre con uniforme de la SA intentó asesinarle; será arrestado ya que su peculiar comportamiento inquieto llamó la atención y en el  momento de su detención portaba un arma. Hasta 1936, Hitler  usaba regularmente senderos públicos a través del bosque, acompañado de sus invitados y tres o cuatro oficiales del RSD. En esos momentos no era raro que la comitiva se encontrase con algún excursionista, que saludaba cordialmente a Hitler. Este les dedicaba unas palabras amables. No obstante, cuando se encontraba con grupos numerosos de entusiastas que trataban de rodearlo completamente  Hitler trataba de refugiarse a duras penas en algún café y permanecía dentro hasta que llegaba su coche y más oficiales del RSD y de la escolta de la SS. Entonces, de pie desde su coche, saludaba a la muchedumbre que se había ido congregando con dos hombres del RSD caminado delante de este y tres más en cada lateral del coche.
Hitler seguía llevando su fusta, aunque evidentemente no con el propósito de defenderse, para lo que solía llevar consigo una pistola, al igual que sus asistentes y escoltas. Normalmente no gustaba de caminatas extenuantes, más bien tendía a caminar colina abajo o solamente un recorrido de ida hasta la teehaus en Mooslahnerkopf desde donde, posteriormente regresaban al Berghof en coche. En esos momentos era muy vulnerable a una emboscada o un ataque desde los árboles en el interior del bosque a cierta distancia. Además de los oficiales que acompañaban al Führer, había   también allí guaridas de patrulla a cierta distancia, vigilando la zona, aunque realmente eran más eficaces como medida disuasoria contra atentados que por su capacidad real de evitarlos.


Hitler no quería personal de seguridad constantemente a su alrededor, por lo que la seguridad debía ser permanente pero no evidente. De esta forma solamente un pequeño anillo de guardias y cercas alrededor del área podía ser la solución. Así, a finales de los años 30 la seguridad seguía siendo pobre en muchas ocasiones aunque ira siendo incrementada gradualmente con cada vez más y más guardias y vallas alrededor del perímetro. Las apariciones públicas de Hitler en el Berghof llegaron, con los años, a estar ritualizadas. Hasta al menos 1937, con cada vez más restricciones, incluso durante los primeros años de la guerra, Hitler permitió al menos a unas doscientas personas al día congregarse dentro del perímetro de seguridad para verle. Venían de todas partes del Reich para ver brevemente a su Führer para el que se convirtió en una costumbre siempre que se encontraba en el Berghof, después de comer y para hacer tiempo entre las 3 y las 4, cuando comenzaba su paseo o antes de las visitas. 
comedor del Berghof
En el Berghof Hitler estaba relajado; decía que aquí podía huir del trabajo diario de la Cancillería del Reich, en pos de un ambiente más relajado e informal. Aquí podía meditar lánguidamente durante días antes de tomar una decisión que después seguía fanáticamente con determinación de hierro. Recalcaba con frecuencia que aquí podía encontrar la tranquilidad y la seguridad interior que necesitaba para tomar sus grandes decisiones y en efecto, así fue. El Obersalzberg era una mina inagotable para la propaganda de Goebbles, que mostraba a Hitler en su imagen del canciller del pueblo (Volkskanzler) como una parte de la puesta en escena del régimen. Hitler ataviado con el traje popular bávaro, repartiendo palmaditas a los niños, jugando con sus perros, etc. Cientos de fotografías mostraban a Hitler de una forma «como nunca antes se había visto». Pero todo esto era cualquier cosa menos una visión real de la vida privada de Hitler. Sin embargo, en la montaña Hitler no era el Führer, sino simplemente el «jefe», rodeado de su corte privada con quien intercambiaba anticuadas formas de cortesía y se entretenía con su malicioso sentido del humor.


En 1936, Eva Braum sustituirá a Ángela Raubal, hermanastra de Hitler, como señora no oficial de la casa; durante las visitas oficiales, permanecía oculta. La corte del Berghof también incluía a los adjuntos del Führer, secretarias, choferes, personal de la casa, ama de llaves. Una enorme procesión de vehículos estaba permanentemente a la espera de Hitler.
Hitler camino de la casa de Té
Hitler solía aparecer muy tarde en la planta baja de la casa, en torno a las 11 de la mañana; entonces leía la prensa, recibía algunos informes de Bormann y tomaba las primeras decisiones del día. Su jornada propiamente dicha comenzaba con el ritual de su prolongado almuerzo para el cual, los invitados se reunían en la antesala donde Hitler elegía a la mujer a la que acompañaría a la mesa; Eva Braum se sentaba a su izquierda. Después del almuerzo, la comitiva se dirigía a pie en el paseo diario de una media hora, al Tehaus; ya que la estrechez del camino sólo permitía caminar de dos en dos, la comitiva se organizaba de la siguiente manera: a la cabeza y a cierta distancia, dos oficiales del RSD. A continuación Hitler con su interlocutor y tras ellos, el resto de los invitados. Cerraban la procesión más agentes del RSD. Los perros de Hitler corrían de un lado a otro sin hacer demasiado caso de las órdenes de su amo. Durante los paseos, ser llamado por Hitler a la cabeza de la comitiva era todo un honor. Al cabo de aproximadamente media hora, cambiaba de acompañante con un «tráigame al jefe de prensa», por ejemplo, con lo que el acompañante debía regresar con los demás.


Hitler, junto con el Ministro de Propaganda  Goebbles en el paseo hacia el Tehaus


Tehaus 
El Tehaus había sido construido en uno de los miradores preferidos del Führer, desde el que se podía ver todo el valle de Berchestgaden. Disponía de una habitación circular de aproximadamente ocho metros de diámetro, de proporciones agradables y disponía de chimenea y varios ventanales. Todos tomaban asiento en cómodos sillones alrededor de una mesa redonda y los invitados que no encontraban acomodación aquí se dirigían a un cuarto contiguo. Hitler era flanqueado por Eva Braum y otra de las señoras y en estos momentos se perdía en interminables monólogo. Entonces se servía te, café o chocolate, diversas clases de tartas y pasteles y bollería y finalmente, algún licor. No era raro que el mismo Hitler se durmiese, momento en el cual todos conversaban en voz baja esperando a que se despertase. Las charlas de la hora del té giraban en torno a temas como la crianza de perros, arquitectura, cine y teatro y cotilleos varios; a Hitler también le gustaba ridiculizar a sus colaboradores, como a Himmler. 

Teehaus
 «¡Que insensatez¡, cuando por fin hemos conseguido dejar atrás toda clase de misticismo, resulta que ese comienza otra vez desde el principio. Para eso ya habríamos podido quedarnos en la Iglesia, que al menos tiene tradición».  En otra ocasión, sobre las excavaciones arqueológicas de Himmler decía: «¿por qué descubrir a todo el mundo que no tenemos pasado?Como si no bastara con que los romanos levantaran grande sobras mientras nuestros antepasados aun vivían en chozas de barro, ahora Himmler tiene que excavar  sus aldeas y mostrarse entusiasmado por cada trozo de cerámica y por cada hacha que encuentra». Rosemberg, del que decía que su «Mito del siglo XX» era «un embrollo que nadie puede comprender escrito por un báltico corto de miras que piensa de una manera espantosamente complicada» y «un retroceso a las ideas de la Edad Media». 


Hitler tomando el te en la Teehaus
Otro de sus blancos favoritos era Göring y su pasión por la caza.¿Como puede nadie entusiasmarse por algo así? Matar animales cuando es necesario es misión del matarife, decía. También el ministro Ribbentrop era blanco de sus dardos y disfrutaba haciendo que el embajador Hewel, el enlace de Ribbentrop, le contara con todo detalle las conversaciones telefónicas que mantenía el Ministro de Asuntos Exteriores, incluso le daba consejos sobre la forma de intranquilizar o confundir a su jefe. En ocasiones se situaba al lado de Hewel que repetía por teléfono al agobiado ministro las respuestas que Hitler le daba, tratando únicamente de incrementar la constante preocupación del ministro que temía que alguien influyera sobre Hitler en cuestiones de política exterior poniendo en duda su propia competencia. Para las seis la hora del té se daba por finalizada y todos se dirigían en un breve paseo hasta los coches que esperaban para llevarles nuevamente al Berghof. La cena solía comenzar en torno a las 8, con el mismo ritual que la comida y una vez finalizada, en la Gran Sala, los comensales tomaban asiento y se procedía a la proyección de una película. Seguidamente, en torno a la chimenea, terminaba la velada comentando la película o con una charla intrascendente.


Esta proyección será suprimida durante la guerra, para renunciar a su «distracción favorita» como manera de solidarizarse con sus soldados y en su lugar se ponían discos de su enorme colección, casi siempre los mismos (fragmentos de las operas de Wagner y operetas ). Durante estas veladas, se servía champan procedente del saqueo de la Francia ocupada, pero de una marca barata, ya que los mejores caldos habían sido requisados por el Reichmarshall Göring. Speer resalta el hecho de que la mayoría de los principales colaboradores de Hitler evitaban el Obersalzberg, una vez que ellos mismos se había convertido en el centro de sus propios círculos. Les suponía una «gran incomodidad» acomodar sus costumbres a las de Hitler. Frente a estos, los antiguos camaradas del Partido que habrían aceptado gustosos una invitación raramente aparecían por allí, ya que Hitler no les invitaba.

Hitler junto a los Duques de Windsor


Hitler recibe en el Berghof al Primer Ministro británico
Chamberlain, 15 de septiembre de 1938
Puesto que el Führer pasaba largos periodos de tiempo en el Obersalzberg, como ya hemos indicado, prácticamente se convertirá en una segunda capital del Reich y con ello, una auténtica riada de personalidades desfilarán por aquí, convirtiéndose en uno de los centros de la alta política del momento. Recibirá aquí a personalidades como el Aga Khan, el historiador Arnold Toynbee o el magnate de la prensa William Randolph Hearst, el Coronel Beck, ministro de asuntos exteriores polaco, Karl Burckhardt, comisionado de la Sociedad de Naciones en Danzing, el rey Boris de Bulgaria, el Almirante Horty de Hungría, el rey Carol de Rumania, Mussolini, el conde Ciano,el Príncipe regente Pablo de Yugoslavia, Serrano Suñer y un largo etc. Alrededor de 40 jefes de Estado y de Gobierno. Las personalidades Británicas siempre eran objeto de una especial acogida; visitarán a Hitler aquí David Lloyd George o el general Dir Ian Hamilton. Durante la visita que los duques de Windsor realizaron al Obersalzberg en 1937 durante su gira por Alemania estudiando las condiciones de trabajo y vivienda, el duque saludaba alegremente a las multitudes desde un coche descubierto con el saludo alemán. Edward Wood, Lord Halifax, visitará el Berghof el mismo año.

visita de Mussolini al Berghof, invierno de 1944
Había un constante ir y venir de políticos y se puede decir que en cierto modo, Hitler dirigió una parte importante de su política exterior desde aquí. Las reuniones en el Berghof ofrecían, frente a la frialdad de Berlín, la ventaja de de un ambiente relajado y más informal. El primer Ministro Chamberlain se reunirá con Hitler el 15 de septiembre de 1938 con motivo de la crisis de los Sudetes y aquí se producirá el encuentro entre Hitler y el canciller austriaco Schuschnig el 12 de febrero de 1938, aunque no será tan bien recibido. Aquí Hitler ratificará el acuerdo de no agresión con la URSS. También durante la guerra continuará disfrutando de largas estancias el Berghof; allí pasó el verano de 1940 vacilando sobre si debía lanzar o no la invasión de Inglaterra. Cuando Rudolf Hess voló a Inglarerra,Hitler recibió aquí la noticia y también estaba aquí cuando los rusos lanzaron el contraataque en Stalingrado en noviembre de 1942. El castillo de Klessheim, muy cerca de Salzburgo, será reformado para alojar a los dignatarios extranjeros durante la guerra, lejos de la ruinas de Berlín. Nunca será molestado por los bombarderos aliados.

Ante Pavelic, Poglavnic de Croacia, 9 de junio de 1941
En el Berghof, continuaba vistiendo el uniforme militar y dedicaba la mayor parte del tiempo al trabajo, tiempo que anteriormente había dedicado a descansar. Tras el desastre de Stalingrado, Hitler prácticamente desaparecerá de la vida pública, en marcado contraste con el victorioso periodo anterior; raramente visitaba el frente, viajaba en tren por la noche y durante el día las cortinas eran corridas cuando pasaba por alguna población. Tampoco visitaba las ciudades bombardeadas. Debido a esta notoria ausencia, circulaba el chascarrillo de que se había refugiado en el Obersalzberg a escribir un nuevo libro, «Mein Irrtum», mi error.

Hitler con oficiales de la Luftwaffe en la Gran Sala del Berghof

Desde 1943, la campaña de bombardeo masivo sobre Alemania pondrá a la vista la vulnerabilidad del Obersalzberg y de esta forma, las instalaciones antiaéreas alrededor del Obersalzberg serán reforzadas. 500 SS serán apostados en el monte Rossefeld y se instalarán sistemas de niebla artificial en toda la zona para ocultar de la vista de los bombarderos enemigos los edificios. También comenzará una gran ampliación de los refugios antia aéreos subterráneos que ya existían. En esta tarea se empleará fundamentalmente mano de obra italiana y checa. El sistema de túneles alcanzará más de cuatro kilómetros dentro de la montaña y en su construcción se aplicará lo último en avances técnicos; incluirá todas las comodidades de un hotel de primera categoría: habitaciones, baños, alfombras, candelabros, muebles tapizados, y por supuesto, una gran reserva de licores de todo tipo y otros artículos como chocolate.

Hitler y sus generales discuten en la mesa de la gran sala
Blondi, su pastor alsaciana

La primera sección de los Bunkers antiaéreos será completada a tiempo para la llegada de Hitler el 24 de diciembre de 1943. Los refugios individuales estaban conectados por pasillos y todo el sistema estaba equipado con calefacción, agua, electricidad, ventilación, comunicaciones, y cocinas. Cada una de las 29 entradas estaban equipadas con sistemas antigás y emplazamientos de ametralladora. El complejo tenía 79 hab pero solo las 4 bajo el Berghof ( suites para Hitler y Eva Braum, sala médica y clínica dental ) fueron completamente terminadas. Será planeada la instalación de un ascensor en el Berghof para comunicarlo con el refugio, pero no llegará a ser construido. Se instalará un cableado para dar servicio a 800 teléfonos y una línea subterránea directa con Berlín. Un túnel subterráneo comunicaba la estación de Berchestgaden con el edificio de la Cancillería y los cuarteles generales en Stengass a más de tres km de distancia. Grandes cantidades de suministros de emergencia serán almacenados en varios bunkers. Bormann, por ejemplo, estaba preparado para un largo encierro: disponía de comida y ropa almacenada en su refugio y por toda la montaña. No obstante, seguía almacenando licores en almacenes subterráneos secretos que eran despachados a esos almacenes como suministros de «ladrillos». Gran parte del sistema de túneles será completado a principios de 1944 pero los trabajos continuarán hasta el 24 de abril de 1945, el día anterior al bombardeo británico. En el otoño de 1944 un segundo sistema de túneles bajo el ya existente será iniciado aunque no completado.


Como ocurrirá con otras zonas de vacaciones, el área de Berchestgaden será utilizada como zona de alojamiento de niños desplazados y evacuados de las ciudades, para hospitalizar a los soldados heridos y como zonas de descanso de los oficiales de permiso. La casa de invitados del Berghof será transformada en centro de comunicaciones militar.

El 16 de octubre de 1944 Hitler abandonaba para siempre el Berghof, rumbo a su cuartel general en Prusia oriental. Nuca mas regresaría.
Llama la atención el hecho de que hasta el mismo final de la guerra, los aliados no lanzasen ningún ataque aéreo sobre esta zona; según Peter Hoffman, los aliados habían estudiado la posibilidad de bombardear el Obersalzberg, pero finalmente lo habían desechado por varios motivos: el pequeño tamaño de los objetivos, no tener certeza de la presencia de Hitler en la montaña y el peligro de descrédito político, ya que querían a Hitler vivo. Si el Führer moría en un bombardeo se corría el riesgo de crear un mártir, algo que debía ser evitado.
El 25 de abril de 1945, doce días antes de la rendición de las fuerzas armadas alemanas, era un día despejado de primavera. 275 Lancaster y mosquitos de la RAF, escoltados por 98 Mustang de la VIII Fuerza Aérea de la USAF arrojarán 1.232 toneladas de bombas sobre la zona y al menos dos bombas impactarán sobre el edificio. Otros edificios serán seriamente dañados pero gracias al sistema de refugios Antiaéreos sólo se producirán 11 bajas. Bormann anotará en su diario ese día: «Göring expulsado del partido¡ Primer gran raid sobre el Obersalzberg. Berlín cercado¡».


Durante los últimos días del régimen, el gobernador del distrito Theodor Jacob, cuya prioridad era salvaguardar el pueblo y a sus habitantes de la destrucción, llegará a un acuerdo con el comandante local de las SS, Frank y con el jefe de los trabajadores de la zona, el ingeniero Grethlein para entregar el pueblo a las tropas aliadas. Jacob condujo hasta Hallthurm y alli entregará el distrito a las tropas norteamericanas; era el 4 de mayo de 1945 y el lider de distrito Stredele y sus tropas de las SS habían huido a las montañas no sin antes prenderle fuego al Berghof, para evitar que cayese en manos del enemigo. Unas pocas horas después, tropas de la 2 División blindada francesa llegarán a Berchetsgaden y un capitán y su chofer serán los primeros soldados aliados en pisar el recinto, aun humeante. El primer batallón del regimiento de infantería 506 del ejercito de los Estados Unidos llegará poco después y durante los siguientes días la casa será saqueada concienzudamente por las tropas.

Las ruinas del Berghof sobrevivirán en pie hasta el 30 de abril de 1952, momento en el que debido a la riada de turistas que visitaban el sitio y temiendo que el lugar se convirtiese en un sitio de peregrinación, será volado por el gobierno de Baviera, junto con las casas de Göring, Bormann y los cuarteles de las SS. Sus restos fueron granulados para evitar que los materiales de construcción pudiesen ser reutilizados. Esto era parte del acuerdo entre las tropas de ocupación norteamericanas y el gobierno bávaro, que no recuperará el control sobre esta zona hasta 1995. Los escombros de demolición de los cuarteles de las SS serán vertidos (1952,2001-2003) el el sitio en el que se alzaba el Berghof, por lo que actualmente el nivel del suelo en la mayor parte del lugar es varios metros superior al original. El garaje permanecerá en pie hasta 1995. Tras la retirada del Ejército de los Estados Unidos, el gobierno de Baviera  abrirá la montaña al desarrollo turístico.

Berghof en la actualidad

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4 Comentarios

  1. Anónimo

    Excelente trabajo.

    Responder
  2. Jose Bello Miguel

    Vaya, me he quedado de piedra, había leído algo en la biografía de Alan Bullock y buscaba un comentario así. El trabajo me parece muy descriptivo y al detalle con todos los argumentos y leyendas, en fin mi enhorabuena.

    Responder
  3. Jose Bello Miguel

    Vaya, me he quedado de piedra, había leído algo en la biografía de Alan Bullock y buscaba un comentario así. El trabajo me parece muy descriptivo y al detalle con todos los argumentos y leyendas, en fin mi enhorabuena.

    Responder
  4. Anónimo

    Excelente trabajo.En mi opinión fue un gran error político demoler los restos del Berghof. Para pensar así no me inspira ninguna nostalgia filo nazi, simplemente la conservación para las generaciones futuras de un escenario histórico de primera magnitud.

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