A lo largo de la historia han existido barcos que se salían de lo habitual, bien por haberse creado para una situación muy específica, como parte de proyectos que no cuajaron o, sencillamente, por ser productos de la extravagancia y la megalomanía de algunos hombres. Unos fueron ridiculizados, mientras otros son considerados leyendas. Sea como fuere, todos tienen en común el apartarse de lo que se considera “normal” en una nave. A finales del siglo XIX los primeros y últimos acorazados «redondos» en la historia aparecieron en aguas del Mar Negro. Eran conocidos como “popovkas”, en honor a su creador el vicealmirante ruso Popov y su efímera existencia se inserta en un lugar y momento histórico muy concreto: en las aguas del Mar Negro, una vez acabada la Guerra de Crimea (1853-1856).
Tras su derrota Rusa en la Guerra de Crimea, en el Tratado de París (1856) se imponía al Imperio Ruso la prohibición de poseer una flota en el Mar Negro. Temerosa de nuevas incursiones navales, Rusia quería una flota de buques de defensa costeros de poco calado y fuertemente armados para vigilar el estrecho de Kerch y la desembocadura del río Dniepr. Conscientes del éxito que habían tenido en el conflicto las recién creadas baterías flotantes acorazadas francesas, el vicealmirante ruso Andrei Alexandrovich Popov diseñó un nuevo buque, tan sólido y potente como las baterías galas, pero del tamaño de una cañonera, para no contravenir las cláusulas del Tratado. Dado que Rusia no tenía dinero y tenía prohibida la construcción de una flota convencional en el Mar Negro, tuvo que experimentar. En este período Rusia estaba probando diferentes tipos de barcos con cubiertas blindadas y con armas de 152 y 203 mm, de mayor alcance que las piezas de artillería de aquellos tiempos y durante diez años el país estuvo experimentando con la viabilidad de los buques redondos. Popov construyó un vapor de 24 pies y realizó pruebas en 1870, y posteriormente propuso una flota de diez grandes buques de defensa costeros circulares. Su diseño circular crearía una plataforma de armas estable para operaciones en las aguas poco profundas del Mar Negro y el Mar de Azov, y estaban armados con dos cañones de 11 pulgadas.
En 1871, momento en que el acuerdo fue denunciado y Rusia recuperó su derecho a mantener buques en el Mar Negro, ya había desarrollado un programa para la defensa de la costa de Crimea, que no se veía afectado por el tratado. Las autoridades zaristas decidieron construir barcos que no fuesen de madera; el proyecto de un objeto flotante de este tipo tenía que ser de 3,3 metros y los cañones debían de ser de un calibre de al menos 280 mm. Uno de los elementos más importantes de estos barcos era el blindaje, que tenía que ser mayor que el de los buques extranjeros.
Lo realmente novedoso era su forma redonda. Existía entonces una tendencia, encabezada por el arquitecto naval sir Edward Reed, favorable a curvar los barcos, pues ofrecerían un blanco más pequeño al enemigo y necesitarían menos blindaje, lo que repercutiría en una mayor velocidad. Popov llevó esto al extremo, ideando un barco con forma de círculo, la figura plana de menor perímetro. Las popovkas ofrecían ventajas: se movían bien en aguas poco profundas y, al parecer, era casi imposible marearse en ellas. Pero su forma también las hacía difíciles de manejar, con una tendencia a girar sobre sí mismas, y más aún cuando disparaban, debido a un mecanismo de bloqueo débil. Ello, además, las volvía muy lentas, perdiendo la velocidad que ganaban al aligerar el blindaje. Todos los intentos de Andréi Popov por intentar que sus barcos navegasen por el mar se encontraron con la oposición del Ministerio de Marina, que no veía ningún potencial en ellos. Por otra parte, se descubrieron otras deficiencias cuando entraron en servicio: tenían una falta absoluta de navegación autónoma y un mal acondicionamiento para acoger a la tripulación. También eran mucho más caras de lo que Popov pensaba, por lo que sólo se llegaron a construir dos: la Novgorod y la Kiev, que después pasó a llamarse Vitse-almirante Popov en honor a su diseñador. El 21 de mayo de 1873 se botó el primer barco de este tipo, el «Nóvgorod», en presencia del zar. El Vitse-admiral Popov se botó el 25 de septiembre de 1875 y a diferencia de la «Nóvgorod» recibió un blindaje de doble capa, un motor más potente y una superestructura más grande sobre la cubierta.
Los rusos las utilizaron en labores de patrulla y vigilancia en aguas someras, como el río Dniéper o el Mar de Azov. La “Vicealmirante Popov» y la «Nóvgorod» pasaron toda la Guerra Ruso-Turca de 1876-1877 atracados en el puerto de Odessa, realizando solo tres salidas, pero sin entrar nunca en batalla. Tras el final de la guerra, la «Vicealmirante Popov» fue modernizada, renovando su sistema de ventilación, su artillería y el motor. Aumentó significativamente su estabilidad sobre las olas y se mejoraron sus cualidades de navegación. Sin embargo, ni la «Vicealmirante Popov» ni la «Nóvgorod» participaron nunca en combate alguno. Si lo hicieron en algunas operaciones en el Danubio y en 1903, ya muy deterioradas, fueron retiradas del servicio. Durante algunos años sirvieron como almacén. En 1908 Rusia se ofreció a vendérselas a Bulgaria, que las rechazó. En diciembre de 1911, finalmente, fueron vendidas como chatarra.
Pero la idea de construir acorazados redondos no murió y después de la destrucción en 1878 de la nave imperial “Livadia”, la corte imperial mostró interés en los barcos. El nuevo proyecto de «popovkas» tomó nota de los defectos de los primeros barcos y en esta ocasión se diseñó un cuerpo más plano y se aumentó la velocidad máxima hasta 15 nudos con un calado de 1,8 metros. Los barcos fueron construidos en Gran Bretaña siguiendo planos rusos. El 24 de septiembre 1880 la “Livadia” entró en servicio; Estaba equipado con la tecnología más sofisticada para la la época, incluyendo las «velas Yablochkov” (primeras lámparas de arco eléctrico). Además, gracias a la nueva construcción poseía buenas cualidades de navegación. Pero con el ascenso al trono imperial de Alejandro III en 1881, el vicealmirante Popov cayó en desgracia y el Imperio ruso, que había aumentado su potencial de construcción naval, comenzó la construcción de su nueva flota del Mar Negro,desapareciendo por completo el interés por las naves redondas. La “Livadia” se transformó en el barco de vapor “Opyt”, que estuvo anclado sin propósito durante años en San Petersburgo. Después se llevó a Sebastopol y finalmente fue dado de baja en 1926.
A pesar de no haber cumplido con las espectativas iniciales, los diseños no convencionales de Popov recibieron el apoyo del arquitecto naval británico Sir Edward Reed y la participación de Popov en el diseño y construcción de buques de guerra lo llevó a convertirse en asociado honorario de la Royal Institution of Naval Architects, en Londres.
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