Scotland Yard, el cuerpo de Policía Metropolitana de Londres es probablemente la policía más conocida del planeta. Sin embargo, la ciudad de Londres no dispuso de un cuerpo de policía profesional hasta el año 1829. Muchas fueron las comisiones parlamentarias en las que se debatieron los esquemas de cómo formar un servicio metropolitano de policía, recayendo finalmente la responsabilidad de su creación en Sir Robert Peel, por aquel entonces Ministro del Interior, que cinco años mas tarde se convertiría en Primer Ministro Británico.
Con ya 189 años a sus espaldas, los icónicos bobbies de la londinense Scotland Yard formaron el primer cuerpo policial profesionalizado. Sir Robert Peel era comúnmente conocido como Bob y los agentes fueron rápidamente llamados Bobbies, apodo con el que han llegado hasta nuestros días. Originalmente, la ubicación de dicho cuerpo fue en el número 4 de Whitehall Place, cuya parte trasera daba a un patio: the Great Scotland Yard (el Gran Patio Escocés). El nombre del patio se inspiró en el lugar donde años atrás había sido un palacio medieval que albergó a la realeza escocesa en sus visitas a Londres. Los reyes de Escocia tenían su embajada en Inglaterra aquí antes del Acta de Unión de 1707, que unifico los dos países.Fue tal la popularidad que alcanzó el nombre de la sede policial que, en su traslado de ubicación, al nuevo edificio se le llamó New Scotland Yard.
Antes de la aparición de Scotland Yard, la seguridad en Londres había estado en manos de alguaciles (constables) y vigilantes (watchmen). En 1748, en la urbe irrumpió un nuevo cuerpo parapolicial: los Bow Street Runners, unas patrullas civiles dedicadas en especial a capturar carteristas y a investigar, por encargo y siempre bajo pago, robos por resolver. Esos recursos eran claramente insuficientes para atajar el crecimiento del crimen en una metrópoli super poblada y en constante crecimiento. En 1822 se calcula que había cerca de treinta mil personas que vivían del delito. Ante esta situación de tremenda inseguridad, Robert Peel, nombrado secretario del Interior, encargará a un comité un informe sobre la creación de un cuerpo de seguridad que debía ser, según sus palabras, “un perfecto sistema de policía que concuerde con el carácter de una nación libre”. Precisamente, el delicado concepto de libertad individual sobre el que se había fundado la sociedad británica impidió al comité entregar a Peel un informe convincente, lo que llevó a este a dimitir.
El duque de Wellington, ( el celebre Wellington de Waterloo) a la sazón por aquel entonces ya Primer Ministro del gobierno de su graciosa majestad, volvió a requerir sus servicios como secretario del Interior en 1828; además Peel se hará también con el liderazgo de los tories (conservadores) en el Parlamento. Y aquí se se dirigió Peel el 25 de abril de 1829 para justificar la necesidad de crear una policía. “Es el deber del Parlamento proporcionar a los habitantes de la metrópoli la protección completa de la ley y adoptar de forma inmediata y decisiva las medidas para frenar el incremento del crimen”. El 19 de junio se aprobó la ley que había de permitir la fundación de Scotland Yard. La nueva policía custodiaría todo Londres a excepción de la City, distrito administrativamente aparte. Para este cometido, Peel nombró a dos comisionados, Charles Rowan y Richard Mayne, a quienes los historiadores califican, por su importancia, como los Edgar Hoover (el mítico jefe del FBI) británicos. En pocas semanas entregaron el primer manual policial de los agentes, que establecía que “el servicio a la sociedad debe ser la gran motivación”. Esto, en una época en la que las fuerzas de seguridad habían sido puramente represivas, era algo revolucionario.
El desembarco en las calles de los primeros agentes fue recibido por los vecinos con desconfianza. Hasta entonces, el término “policía” estaba más asociado a los esbirros que ayudaban a los monarcas a sustentar su tiranía sobre la población que a servidores públicos que protegieran al ciudadano. Por primera vez en la historia de Inglaterra, las autoridades creaban una policía profesional cuya principal labor era “la prevención” del delito, no la represión de sus propios ciudadanos.
Por eso, pese a la peligrosidad del Londres de la época, el único armamento con el que se equipó a los agentes consistió en un sonajero de madera (sustituido en la década de 1880 por un silbato) y una porra. Las armas de fuego habían sido descartadas, al considerarlas un instrumento inapropiado para unos agentes cuyo cometido era servir a la sociedad. La determinación de asegurar que la Policía Metropolitana no pareciera ‘militar’ fue una de las razones de que sus uniformes fuesen azules (en comparación con el rojo de la infantería británica). Para garantía de los ciudadanos, los agentes iban identificados con una letra y un número cosidos en el cuello de uniforme, y llevaban un brazalete cuando estaban de servicio.El primer sombrero de los agentes de Scotland Yard era un gorro estilo chimenea con laterales reforzados y la copa plana. En 1863 fue sustituido por el archiconocido casco custodio, de pequeña visera y alargado hacia arriba, con la copa redondeada, que sigue vigente hoy.Cuando el Yard envió a sus primeros agentes de policía vestidos de civil en 1842, el público se sintió incómodo con estos «espías» en las calles. Pero el papel de la fuerza en varios casos importantes y el carisma de muchos de sus detectives lo ayudaron a ganarse la confianza de la gente.
Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los oficiales de policía de base procedían de las clases trabajadoras. A menudo, no ingresaban en la policía con una carrera en mente, sino que se se veían forzados durante un período de desempleo. La paga era constante y no dependía de las fluctuaciones del mercado (a diferencia de otros trabajos de la clase trabajadora donde el salario podría, en ocasiones, ser mucho mayor). Se instaba a los hombres a conocer a los residentes del área que patrullaban, y se les imponía una disciplina casi militar: no debían beber estando de servicio, y solo podían entrar en los pubs si era durante una acción policial. Si uno de ellos quería casarse, su futura esposa, a la que no se permitía trabajar, debía recibir el visto bueno del cuerpo. Durante los primeros años de Scotland Yard hubo una gran rotación de agentes, ya que muchos fueron dados de baja. El principal motivo lo constituyó la prohibición de beber, en una sociedad en la que el alcoholismo hacía estragos.
En los distritos más pequeños, el jefe de policía era generalmente un policía de carrera que se había elevado de entre las filas y que había nacido en el seno de la clase trabajadora. En los pueblos y ciudades más grandes (y algunos condados), era más probable que el jefe de policía fuera un hombre que pudiera encajar con la elite adinerada. Invariablemente era un hombre acostumbrado a comandar a otros, ya sea en las fuerzas armadas o de una de las fuerzas policiales imperiales paramilitares, como la Royal Irish Constabulary o una de las fuerzas de la India Imperial. Fue solo a partir de los años 20 del siglo XIX que el gobierno británico comenzó a insistir en que tales hombres tuvieran conciencia y experiencia en la vigilancia policial. A pesar de que Gran Bretaña era una potencia imperial de ultramar, apenas hubo oficiales negros o asiáticos antes de los años setenta del siglo XX. Muchos reclutas de la policía se enfrentaron a prejuicios raciales considerables por parte de compañeros oficiales blancos.
Los primeros asesinatos mediáticos –de enorme notoriedad en una sociedad fascinada por el crimen, en la que obras de teatro y novelas de ese género hacían furor– no tardaron en poner a prueba al cuerpo. En 1836, los policías detuvieron a James Greenacre, un hombre que, tras asesinar y descuartizar a su prometida, se deshizo de las extremidades, el tronco y la cabeza durante un recorrido para el que empleó un nuevo medio de transporte: el ómnibus. No obstante, fueron los crímenes de Jack el Destripador los que causarían más impacto a finales de siglo. Jack el Destripador fue el autoproclamado alias del asesino en serie (o asesinos, algo que aun no esta claro) responsable de cinco asesinatos entre 1888 y 1891. Los oficiales de Scotland Yard fueron asignados para detener al responsable de 11 ataques contra prostitutas en la miserable zona de Whitechapel. La policía determinó el patrón del asesino: se ofrecería a pagar por sexo, atraería a las mujeres y les cortaría la garganta, pero se esforzó por localizar al criminal. Sin la tecnología forense moderna, los oficiales de Scotland Yard a cargo de la investigación, a saber, el inspector Frederick Abberline, se basaron en la antropometría, o identificación a los delincuentes por ciertos rasgos faciales, como el grosor de las cejas o la forma de la mandíbula. Más de 160 personas fueron acusadas de los asesinatos de Whitechapel, que van desde el autor de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll, hasta el pintor William Richard Sickert. El Yard recibió muchas cartas de personas que decían ser el asesino; dos en particular dieron detalles certeros y firmadas por «Jack el Destripador». Sin embargo, en 1892, sin más pistas o asesinatos, el caso de Jack el Destripador fue oficialmente cerrado.
En 1877, cuatro de las cinco responsables de la división de detectives fueron llevados a juicio por conspirar con delincuentes en una trama de apuestas. En un esfuerzo por reparar la empañada reputación del cuerpo, Howard Vincent presentó una propuesta de reestructuración; Vincent fue nombrado director de investigaciones criminales y reorganizó Scotland Yard, fortaleciendo su unidad central. Y con eso, nació el Departamento de Investigación Criminal (CID), una respetada unidad de detectives de policía vestidos de civil.
El 13 de noviembre de 1887, 2.000 agentes de policía interrumpieron una reunión en Trafalgar Square organizada por la Federación Social Demócrata, causando más de 100 víctimas, el conocido como «Domingo sangriento».
Charles Dickens se convirtió en el mejor relaciones públicas de los bobbies, a los que hizo aparecer en su novela Oliver Twist. El autor tenía varios amigos policías a los que acostumbraba a acompañar en sus rondas. En ellas era testigo de situaciones y actuaciones que luego relataba en sus artículos de prensa y sus novelas. De hecho, fue Dickens el que creó uno de los primeros detectives en la historia de la novela negra: el inspector Bucket. A diferencia de Dickens, Arthur Conan Doyle no era muy querido en la Policía Metropolitana. Su inspector Lestrade aparecía como un pobre tipo de pocas luces que siempre requería la ayuda de Sherlock Holmes para solventar sus casos. La coincidencia temporal con los crímenes no resueltos de Jack el Destripador hizo que esa imagen de ineficacia policial se instalara en la opinión pública.
También se encontró muy pronto Scotland Yard ante el desafío terrorista, que casi siempre tuvo el sello irlandés. El primer grupo que luchó por la independencia de la isla fue el de los Fenians. En 1882, los fenianos colocaron 24 paquetes explosivos por toda la ciudad, incluyendo el Parlamento, la torre de Londres o la propia sede de Scotland Yard. Esa ofensiva llevó a incluítr la recopilación de información de inteligencia en la tarea policial. Tras seleccionar a sus hombres más brillantes, el cuerpo creó con ellos la Special Irish Branch, centrada en antiterrorismo.
En 1887, la sede de la Policía Metropolitana se había expandido desde el número 4 de Whitehall Place a varias direcciones vecinas, incluyendo 3, 5, 21 y 22 Whitehall Place; 8 y 9 Great Scotland Yard y varios establos.El servicio superó su sede original y debieron construirse nuevas sedes en Victoria Embankment, con vistas al río Támesis, al sur de lo que ahora es la sede del Ministerio de Defensa. Paradogicamente, en 1888, durante la construcción del nuevo edificio, los trabajadores descubrieron el torso desmembrado de una mujer y este caso, conocido como el «Misterio de Whitehall», nunca fue resuelto. En 1890, la sede se trasladó a New Scotland Yard, un edificio de estilo gótico, diseñado al efecto por Norman Shaw, en Victoria Embankment, SW1. En este momento, la Policía Metropolitana había crecido desde sus 1,000 oficiales iniciales hasta alcanzar aproximadamente los 13,000 y necesitaba más personal administrativo y una sede más grande. Aumentos adicionales del tamaño y las responsabilidades de Scotland Yard harán necesario aún más administradores y mas espacio. El conjunto se completó con un edificio adyacente en 1906 al que se agregó un tercer edificio en 1940. El New Scotland Yard de 1980 forma parte de lo que ahora se conoce como el conjunto de Norman Shaw Buildings, catalogado desde 1970 como monumento clasificado por su especial interés arquitectónico e histórico, que son utilizados ahora como anexos al Palacio de Westminster.
En 1914, el alistamiento de hombres para la Primera Guerra Mundial abrió las puertas de la policía a las mujeres. Se creó el Women Police Service (WPS), que en un principio se mantuvo al margen de Scotland Yard, pues se consideraba que podía dañar su imagen. Eso sí, se les permitió patrullar en las calles, donde su objetivo consistía en asistir a prostitutas y evitar que chicas jóvenes optaran por dedicarse a aquella actividad. Finalmente, en 1915 se convino que el WPS llevase a cabo labores policiales en los patrullajes. Edith Smith fue la primera en jurar el cargo como policía. Tres años después ya había 25. Sofia Stanley sería la primera en alcanzar el grado de oficial, en 1919. Hasta 1923 no se les permitió realizar arrestos. Desde 2017, la directora de Scotland Yard es una mujer, Cressida Dick. En 1967, hubo un nuevo traslado a las instalaciones actuales en el número 10 de Broadway, SW1, en Victoria que sigue llevando el nombre de «New Scotland Yard.».
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