En Marzo de 1974 se rinde el teniente del ejercito imperial japonés Hiroo Onoda, que permanecía oculto en la isla de Lubang desde el 26 de Diciembre de 1944. Tenia 20 años cuando se alistó y será instruído como oficial de inteligencia. En diciembre de 1944 había sido enviado con órdenes de hacer todo lo posible para evitar que la isla cayese en manos del enemigo, no rendirse o suicidarse para sabotear e infligir todo el daño posible en las infraestructuras enemigas. El mayor Yoshimi Taniguchi, ordenó a Hiroo Onoda que permaneciera y luchara hasta el final; sus últimas palabras fueron: “Puede que nos lleve tres años, incluso cinco, pero pase lo que pase volveremos a por ti.” Junto a tres compañeros, era el único miembro de las fuerzas japonesas que no se había rendido todavía tras la ocupación de la isla por los aliados, el 28 de Febrero de 1945.
Hiroo Onoda había nació el 19 de marzo de 1922. Con tan solo 17 años, fue a trabajar a la China ocupada por el ejército imperial japones y en 1942, con 20 años y tras la entrada de EEUU en la guerra, Onoda se alistó en el ejército donde fue entrenado en técnicas de guerrilla e inteligencia militar. A finales de 1944 y con la guerra vislumbrando su fin en el frente de Europa, Onoda fue destinado a la isla filipina de Lubang donde colaboró en las tareas de evacuación de la isla.
Las tropas americanas habían desembarcado a finales de febrero de 1945, acabando con la resistencia en la isla. Solo un puñado de hombres sobrevivieron y permanecieron ocultos en la isla desde entonces. El teniente quedó al mando de otros tres hombres ( el soldado Yūichi Akatsu, el cabo Shōichia Shimada y el soldado de primera clase Kinshichi Kozuka, Onoda), que lucharon junto a él en los años siguientes. Su plan era llevar a cabo una guerra de guerrillas, tal y como había sido entrenado. Onoda encontró en Octubre de 1945 las primeras octavillas en la que se informaba del final de la guerra ( se lanzaban desde el aire miles de estas octavillas, firmadas por el General Tomoyuki Yamashita) pero tras inspeccionarlas, el grupo de Onoda decidió que eran falsas. “Los folletos estaban llenos de errores, así que pensé que eran un ardid de los estadounidenses”, dijo en una entrevista con la cadena estadounidense ABC en 2010.
Se alimentaban de insectos, plátanos hervidos, cocos y algo de carne, además del arroz que conseguían de los lugareños. Remendaban sus uniformes haciendo hilos con lana silvestre y utilizando alambres en lugar de agujas. Los árboles de palmas les eran muy útiles ya que con la fibra de su tronco se cepillaban los dientes, y extraían el aceite para engrasar sus armas las hojas eran usadas como papel higiénico.
En 1950 Akatsuse se rendía a los filipinos tras separase del grupo 6 meses y la célula extremaba más todavía las precauciones para no ser encontrados. En 1952 fueron lanzadas nuevas octavillas con cartas firmadas por familiares de los soldados, pero de nuevo estimaban que eran falsas. El 7 de Mayo de 1954 Shimada era abatido por una partida de búsqueda y el 19 de Octubre de 1972 caía Kozuka tras enfrentarse en en tiroteo con las autoridades filipinas mientras incendiaban un granero como parte de las actividades de guerrilla que venían manteniendo.
El 20 de Febrero de 1974 Onoda se entrevistaba con un aventurero japonés, Norio O Suzuki, que andaba tras su pista. A su regreso a Japón con unas fotos, logró convencer al gobierno para que localizasen a los oficiales superiores de Onoda y el 9 de Marzo, uno de ellos, el Mayor Taniguchi volaba a Lubangf donde durante un encuentro con Onoda le informaba del final de la guerra y le ordenaba rendirse.
Onoda cumplía la orden vestido apropiadamente con su uniforme, espada, el rifle Arisaka Tipo C 99 reglamentario en perfectas condiciones, 500 cargadores de munición y varias granadas de mano. A pesar de haber matado a unos 30 lugareños y haberse enfrentado a la policía local en varias ocasiones, fue indultado por el o presidente Ferdinand Marcos al tener en cuenta las circunstancias especiales que rodeaban el caso. El teniente había llevado la cuenta de los días, meses y años, calculándolos por las fases lunares y sólo equivocó sus cálculos en seis días. “Era un oficial y recibí una orden, si no la hubiera cumplido me habría avergonzado”, explicó Onoda en una entrevista.
Regresó a Japón aclamado como un héroe y recibió todos los atrasos de su paga. Su país se había transformado en algo irreconocible para el: rascacielos, grandes cantidades de coches por doquier y televisores inundaban ciudades abarrotadas como Tokyo. Tras vivir un tiempo en Brasil y casarse, Onoda volvió a Japón y creó una escuela de supervivencia para jóvenes, con la esperanza de transmitir sus valores. Acabó escribiendo una biografía sobre su experiencia en la guerra, titulada “Sin rendición: mi guerra de 30 años.” El teniente Hiroo Onoda pasó el resto de su vida en Japón donde vivió en paz hasta fallecer en 2014 a los 91 años.
El 18 de Diciembre de 1974 se localizaba al soldado Teruo Nakamura tras ser avistado por un avión de las fuerzas aéreas indonesias en la isla de Morotai y enviar una partida en su busca a instancias de la embajada japonesa. Nakamura había permanecido oculto desde que las fuerzas aliadas tomaron la isla en Septiembre de 1944. En un primer momento había convivido con otros compañeros pero decidió separarse de ellos en 1956 construyendo una pequeña cabaña vallada. Su caso no levantó el mismo interés que el de Onoda porque Nakamura no era propiamente japonés sino un amis nacido en el Taiwan de pre-guerra, lo cual le convertía técnicamente en apátrida, despertando además los fantasmas del pasado colonial nipón.
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